
Es uno de los escritores más finos en cuanto al uso de la poética y el lenguaje en nuestro país. Cómo olvidar sus libros: Premisas para morir (me distinguió con ponerle su firma), Etica del poeta y Criatura del aire.
Pude conocerlo, mientras participaba en un conversatorio con los miembros del Círculo literario Yelidá. Es un escritor que no dejo fuera, como hizo Harold Blood que escribió su propio Canón de Occidente, con respecto a la literatura, yo hago lo mismo con mi propio Canón personal. Recomiendo su lectura.
EL ESCRITOR HABLA DE SUS TRES ÚLTIMOS LIBROS PUBLICADOS Y DE ALGUNOS PROBLEMAS DE LA EDUCACIÓN Y DE LA CULTURA EN LA ERA DE LA INTERNET
La reciente publicación de sus libros “Torrente sanguíneo”, “Maravilla y furor” y “La poética del pensar y la Generación de los Ochenta” es un pretexto para este nuevo encuentro.
Usted insiste en la publicación de varios libros al mismo tiempo.
Publicar varios libros a la vez refleja, simplemente, que estás en capacidad de trabajar en varios frentes creativos y de reflexión. Los proyectos van creciendo y madurando juntos, por tanto, se publican juntos. El poemario de esta ocasión, titulado “Torrente sanguíneo” puede que sea mi libro de poesía menos literario. Es decir, que se trata de una obra en extremo personal y distanciada de las búsquedas estilísticas tendentes a la experimentación con el lenguaje y la exploración de rupturas en la palabra o en el verso mismo, como también en la lectura del poema. Es un libro que recoge mis impresiones acerca de la vida familiar, la amistad, el amor y el desamor, por supuesto, las ciudades recorridas, los personajes queridos, en fin. Esta vez aposté a un decir casi transparente, con una elevada carga emotiva, aunque no por ello distante del pensamiento. Un segundo volumen de aforismos y fragmentos titulado “Maravilla y furor”, que no es más que, en efecto, lo maravilloso del pensamiento cuando lo expresas con el furor que te dan la brevedad, la agudeza y la precisión conceptuales. Es un desafío al acto de pensar. Por último, un nuevo volumen de ensayos titulado “La poética del pensar y la Generación de los Ochenta”, en el cual reúno textos publicados y conferencias acerca de las características estéticas, convergencias y divergencias, sintonías y desfases, comuniones y rupturas en dos conceptos acuñados por quien suscribe: la poética del pensar, en tanto que teoría y praxis del poema, y la Generación de los Ochenta como propuesta estética y planteamiento de la preeminencia del lenguaje en la literatura.
Qué debería hacerse para que nuestra literatura fuera más estudiada?
Que se continúen los esfuerzos que han venido haciendo y poniendo en práctica las últimas generaciones de expertos en confección de currículas académicos y libros textos, en la dirección de lograr que los alumnos, desde preescolar y básica hasta la universidad aprendan la lengua materna a partir de los hallazgos de la literatura en cualquiera de sus manifestaciones. A eso aspiraban Alonso y Henríquez Ureña en aquella gramática que diseñaron y enseñaron. Aprender una lengua implica conocer la cultura de que esa lengua es expresión simbólica por excelencia. Entonces, hacer de la literatura dominicana y de sus autores la fuente básica para la enseñanza del español dominicano contribuiría decisivamente a superar ese sesgo, ese escollo, ese déficit de sensibilidad estética y de humanismo que prevalece en nuestra educación. No puede haber rigor donde no hay fundamento.
¿Por qué hay tan pocos críticos, investigadores, historiadores literarios y revistas de pensamiento, de letras, artes y ciencias en un país donde hay tantas universidades cobrando tarifas altísimas a sus estudiantes y pagando salarios irrisorios a sus profesores?
La lógica formal aristotélica nos enseña que en un silogismo o en un pensamiento, cuando partes de una premisa equivocada, la conclusión tiene que ser, ineludiblemente, equivocada. No es el interés académico el que predomina en varias de esas tantas universidades. Sino, por el contrario, el interés mercurial. Alguien, de seguro que con poco conocimiento de la educación y con mucha astucia para el comercio, descubrió que en un país de ignorantes, de políticos corruptos y de poca institucionalidad democrática la educación, revestida con cierto eufemismo y aparente desinterés por el lucro podía ser un buen negocio. Hay, por supuesto, universidades serias en nuestro país. Aunque, tanto estas como aquellas tienen cada vez menos profesores consagrados, verdaderos académicos, auténticos investigadores y creadores. ¿Por qué? Porque estos descubrieron el verdadero interés de ciertas universidades criollas, el cual no pasa de procurar la plusvalía de los dueños. Es palpable el hecho de que la vida académica en general, en nuestro país, ha ido de mal en peor en los últimos veinte años. El pensamiento humanístico y científico, como también la auténtica extensión cultural fueron desterrados del campus universitario hace décadas. De ahí que produzcamos, casi por generación espontánea, tantos profesionales mediocres o analfabetos funcionales.
¿Usted cree que se debieran promover recitales de poesía?
No seamos ilusos. En la era de la Internet, el disco compacto, el libro digital, de artefactos como el I-pod con imágenes y teléfonoÖ En la era de la comunicación remota y virtual no podemos pedir mucha atención personalizada al público. Fichte, Schiller, Hegel, Dilthey, luego Heidegger eran capaces de congregar una audiencia de centenares de personas a las que leían una conferencia con ideas filosóficas abstractísimas, de sistemas complejísismos de pensamiento, con duración de tres horas o más, en un salón en el que tal vez nadie bostezaba siquiera. Hoy no podemos pedir nada semejante. Los recitales de poesía eran parte del espíritu gregario y de comunión de propósitos que ya nuestra sociedad y nuestra gente perdieron. La racionalidad tecnológica y la política como ciencia de la simulación y el peculado ha acabado con todo aquel espíritu naif y sensible a la cultura que heredamos del romanticismo del siglo XIX. Si quieres llamar la atención de un público, el que sea, hazte vedette de la provocación, muévete en la farándula y sal con poca ropa o besa a tu prójimo del mismo sexo en público. En el mejor de los casos, hazte pelotero de grandes ligas. Ya está. Los paradigmas han cambiado para peor.
¿Ante el NCF y la negativa de algunas librerías de comercializar libros nacionales, nuestros escritores deben de buscar otros mecanismos de difusión de sus obras?
JM.- Lo peor no son el Número de Comprobante Fiscal ni la voracidad fiscal misma del Gobierno. Total, si queremos construir el sueño (sólo de sueño se trata) de un Estado moderno tenemos que pagar el precio de la oferta y la propaganda (nada de realidades) acerca de ello. Lo peor es la discriminación, el atropello y la humillación a que someten a los autores dominicanos algunas prestigiosas librerías del país para colocar en sus anaqueles nuestros libros. Anaqueles llenos, además, de mucha basura editorial importada. Te someten a un escrutinio, a un procedimiento de consignación, de súplica que es realmente vejatorio. Luego, si pretendes recibir un cheque por los libros tuyos que vendieron al público es mejor que te confieses con el Diablo para irte de vacaciones al Infierno. No hay espacio social, mucho menos de mercado, para el escritor dominicano en su propio país. Creo que el espacio natural para la difusión del libro de autores dominicanos deberían ser las universidades, los colegios, las escuelas. Sólo que ahí también habría que derribar muchos prejuicios y un muro casi insalvable: el del negocio de los libros de texto a través del negocio del Estado.
(+)LOS ATROPELLOS DEALGUNAS LIBRERÍAS
ANAQUELES: Llenos de mucha basura editorial importada . ESCRUTINIO: Someten al autor a un procedimiento de consignación, de súplica, que es realmente vejatorio.
ESPACIO: No hay espacio editorial, mucho menos de mercado para el escritor dominicano en su propio país.
COBRO: Si un escritor pretende recibir un cheque por los libros de su propiedad que se han vendido al público, es mejor que te confieses con el Diablo.
ESPACIO: El espacio natural para la difusión del libro del escritor dominicano debería ser las universidades, pero habría que derribar un muro casi insalvable: el negocio de los libros de textos a través del negocio del Estado.
Esta entrevista fue realizada por Luis Beiro, Listin Diario, en el suplemento Ventana, 21 de julio 2007.
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