Título original: Michael Kohlhass
Autor: Heinrich von Kleist
Traducción: Javier Orduña
Editorial: Nórdica
Año de publicación: 1810
Año de edición :2006
Número de páginas:176
Genero: Ficción, Clásico, Novela, Ficción histórica, Literatura germánica,
Si la figura de la justica con los ojos vendados refleja la imparcialidad, más la balanza en representación de equilibrio, y la espada en la mano derecha es la ley, este texto, aunque en el desarrollo de la historia no es lo que se quiere, pero es el fin de todo hombre, cuando busca desesperadamente que se le haga justica en una situación dada. La lectura de Michael Kohlhaas me recordó mucho aquella justica que reclaman los de abajo, donde en algunos casos, la imparcialidad que apelan no se da, y en tal virtud ese hombre de abajo tiene que irse por la vía de la violencia para que se haga valer su requerimiento. Es una máxima representación de la perdida de la paciencia y la solicitud de justica cuando esta se ve troncada por los intereses laterales que se asoma influyen en el dictamen final.
Michael Kohlhaas, este personaje no es ficticio, pues realmente fue un tratante de caballos que existió en el siglo XIV, quien tenía la función de alcanzar acuerdos en la compra y venta de caballos, y le era conocida la historia al escritor alemán Heinrich von Kleist. Dramaturgo del romanticismo, considerado fundador de la novela corta. La historia real no lo registra con el nombre Michael Kohlhaas, sino como Hans Kohlhase nacido en Tempelberg, quien le dio el nombre Michael Kohlhaas fue Heinrich von Kleist con el fin de identificarlo con el arcángel exterminador.
Este comerciante de caballos, hijo de un maestro de escuela, recto y temible, pero que rayaba también en lo temeroso de Dios, leal, bondadoso y con un sentido del trabajo, cuenta la narración, que cuando este se disponía atravesar la frontera en dirección a Sajonia les salió al frente dos servidores públicos del noble Junker Wenzel von Tronka, quienes le reclamaron impuestos y permisos, credenciales para el paso de sus caballos. Pero este al no tener los documentos adecuados, los funcionarios le exigieron que dejara sus caballos como garantía. Y es aquí que comienza la acción de toda la trama. Al regreso, Michael Kohlhaas descubre que toda esta trama señorial era ilegal, y que sus caballos fueron usados como bestia de carga y su lacayo, que estaba al cuidado de los caballos, le dieron una golpeada. Esto lo llevo a someter una demanda de indemnización en el tribunal de Dresde, la cual le dio larga, y al no ver solución, toma la justicia en sus manos. Luego le relató a Lisbeth, su mujer, el curso y el talante de lo acaecido, le comunicó que estaba resuelto a invocar justicia, y tuvo la alegría de comprobar que ella lo animaba con toda su alma en su propósito. Que por aquel castillo seguirían pasando viajeros, dijo ella, y quizá de menos temple que él; que sería un servicio a Dios salir al paso de aquel desgobierno; y que ella allegaría los fondos para las costas que fuera a ocasionar el pleito, Kohlhaas celebró el coraje de su mujer; disfrutó aquél y los siguientes días de su compañía y la de sus hijos y, tan pronto como sus ocupaciones se lo permitieron, partió hacia Dresden para presentar su querella ante los tribunales.
En el desarrollo de la historia, su esposa será maltratada por los soldados y no morirá sin haber ordenado a su marido que perdone a sus enemigos a pesar de su odio. Su esposa muere y Kohlhass forjará el metal de su venganza fusionado en su ira, la ley y la justicia., se queda a cargo de sus hijos. Con una horda de forajidos, quema castillos, multiplica saqueos y masacres, en definitiva, escribe Kleist, lidera "una guerra increíble y sin precedentes". Pide la cabeza de Junker Wenzel von Tronka. Fue tan lejos Kohlhass que tuvo que mediar el teólogo
Martín Lutero. Lutero arranca la máscara del guerrero. Desnuda al impostor, perfora sus contradicciones y lo condena a la condenación si persevera. "Kohlhaas, tú que pretendes ser enviado a blandir la espada de la justicia, ¿qué te atreves a emprender, presuntuoso, en tu delirio ciego y apasionado, tú que no eres más que injusticia de pies a cabeza ... Porque el soberano te ha negado tu bien, tu derecho en una pelea por un bien sin valor, te levantas, hombre perdido, hierro y fuego en tu mano, y te desatas como el lobo del desierto contra la comunidad pacífica de la cual él es el protector ... ¿Depende de ti, maldita y espantosa criatura, ser tu juez en tu tribunal?” “Y Kohlhaas, mientras los consternados acompañantes de aquél se inclinaban sobre él y procuraban levantarlo, se encaminó al patíbulo, donde cayó su cabeza bajo el hacha del verdugo. Aquí concluye la historia de Kohlhaas.” Y así terminó.Un texto que se sitúa entre la fragilidad del respecto de la ley y violencia bélica. Una denuncia que tiene el poder de reinventar la justicia cuando ha sido violada. Un héroe con un destino trágico, pero con un mensaje político. Un personaje que enfrenta el despotismo de la nobleza convirtiéndolo en un bandido. “Un personaje prekafkiano, escrupulosa y objetivamente pormenorizado, de una inaudita complejidad y una ambigüedad muy moderna, capaz de ver sin temor el lado cómico y grotesco a la vez que la inquietante profundidad de su dimensión ética.”
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