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El Jardín de los suplicios

Título original: Le jardín des supplices

Autor: Octave Mirbeau

Traducción: Luís María Todó

Editorial: Impedimenta

Año de publicación:1899

Año de edición :2010

Número de página:230

Genero: Novela, Ficción, Erótica, Horror

 

El Jardín de los suplicios es un conjunto razonado de varios artículos entre 1892 y 1898 por Octave Mirbeau y publicados en varios periódicos (Le journal o l'Echo de Paris, y para las necesidades de la novela, el autor ha reelaborado y reestructurado sus textos para ofrecer un conjunto coherente. Una novela que apareció en medio del convulso caso Dreyfus, y que de parte de Mirbeau es un aprovechamiento para denunciar la estupidez de los hombres, utilizando la ironía, subversión y lirismo como arma panfletista para criticar a Francia, y aun más a todo Europa Occidental. 

 

El jardín de los suplicios esta compuesto por tres partes: Frontispicio, que es la discusión de una ecuación filosófica ¿Esta el crimen y el salvajismo arraigado en las profundidades del hombre?, una velada social en la que académicos, escritores, eruditos y otros intelectuales chocan verbalmente sobre los asesinatos y sus motivaciones. Mientras, que las demás partes quiere ser la respuesta a la pregunta antes formulada, donde la obra, 1899, lanza un insulto a los rostros de sacerdotes, soldados, jueces y hombres que educan, gobiernan y dirigen a otros hombres. Sin miramientos ni miedo, Mirbeau lanza punzantes páginas de asesinatos y sangre. Esa segunda parte es un panfleto político y sarcástico donde muestra el pellejo de la alta sociedad de finales del siglo XIX.  Expresa la ambigüedad de la actitud de una Europa liberal, pero una Europa sobre todo, antes del colonialismo y de lo que todavía no se llamaba Tercer Mundo.   

 

En Misión, la segunda parte, cuenta como el personaje principal de la primera parte es enviado a Ceilán por su corrupto protector, conoce a Clara, una inglesa de una venenosa belleza, enamorada de China “Y hablas como en Europa, cariño. Y tienes escrúpulos idiotas, como en Europa. En la China la vida es libre, feliz, total, sin convenciones, sin prejuicios, sin leyes… Por lo menos para nosotros… La libertad no tiene más límites que uno mismo… El amor solo lo limita la variedad triunfante del propio deseo… Europa y su civilización hipócrita y bárbara es la mentira. ¿Qué otra cosa hacéis en Europa más que mentir, mentiros a vosotros mismos y a los demás, mentir a todo lo que, en lo más hondo de tu alma, reconocéis como verdadero? Os veis obligados a fingir un respeto exterior hacia personas e instituciones que sabéis absurdas. Seguís cobardemente ligados a unas convenciones morales o sociales que despreciáis y condenáis, que sabéis totalmente faltas de cualquier fundamento. Esta permanente contradicción entre vuestras ideas, vuestros deseos, y todas las formas de vida muertas, todos los vanos simulacros de vuestra civilización, eso es lo que os hace tristes, confusos, desequilibrados… En este conflicto intolerable, perdéis toda la alegría de vivir, toda sensación de personalidad, porque a cada momento os comprimen, os impiden y detienen el libre juego de vuestras fuerzas. Esta es la herida envenenada, mortal, del mundo[…]”

 

La tercera parte…. Te la dejo a ti…

 

Es una obra dura y tremendamente inquietante, donde su autor muestra su audacia, exceso y provocación, sin embargo es una pieza pura de inteligencia finamente elaborada, que demuestra que la lucha de Mirbeau no es solo a nivel ideológico, reconciliando su sentido de la estética con el disgusto de sus contemporáneos, sino su condena a la sociedad europea, destacando la hipocresía de sus lideres y haciendo una comparación con las tortura practicada en China. Un texto que goza de un lirismo extraordinario. Hay momentos que podamos perdernos en la descripción de algunas plantas, en los senderos, pero en ese momento donde nos sentimos extraviado, caemos en la inhumanidad de los abusos practicados contra los presos chinos. Sin lugar a duda es un libro que siempre tiene una segunda lectura para ir comprendiendo esta humanidad con moldes repetitivos. Cuanto odio hay en las hipocresías y pretensiones de nuestros lideres, que muy bien podemos trasponerla a nuestros tiempo.

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