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Una forma de historiar la teoría literaria

Las ideas literarias, octavo volumen de la Historia de la literatura española de José-Carlos Mainer, se convierte en una obra de referencia. En el tomo dirigido por José María Pozuelo Yvancos están muy presentes las preocupaciones actuales por la ficción, el canon o la historia literaria, sin descuidar los tradicionales aspectos formalistas acerca de la lengua y los géneros.

En el plan de Historia de la literatura española de José-Carlos Mainer, el tomo 8, dirigido por José María Pozuelo Yvancos, es destacable por muchas razones. La primera es que todo un volumen de casi mil páginas titulado Las ideas literarias (1214-2010) se incluya en una historia de la literatura española. La segunda es que, después de la atención prestada en el siglo XIX por Marcelino Menéndez Pelayo a la teoría literaria en su Historia de las ideas estéticas en España, sólo pueden citarse valiosas monografías e historias parciales de la teoría literaria española, pero nos faltaba la obra de conjunto que historiara el pensamiento literario español desde el siglo XIII a hoy. Después de la abundante producción teórica del siglo XX, a la teoría literaria le interesa tanto el aspecto formal descrito en las preceptivas o tratados técnicos como las discusiones y manifestaciones que tienen que ver con los factores de la comunicación literaria o con la vida de la obra en la historia (comentarios, formaciones del canon de distintas épocas, etcétera). Se ha pasado del paradigma formalista al de la hermenéutica. Como explica el director del volumen, "ideas literarias" tiene que ver con un ejercicio de comentario que con distintas formas acompaña a la literatura en su historia. No extraña que teoría e historia literaria compartan problemas, y por eso hay que elogiar la decisión del profesor Mainer, que inaugura una forma de historiar la literatura y de historiar la teoría literaria.

La fructífera trayectoria del profesor Pozuelo, coincidente con el moderno desarrollo de la teoría literaria en la Universidad española, produce muy brillantemente en esta obra un ejemplo más de su buen hacer al servicio de la docencia y de la investigación universitarias. Y cumple con éxito la tarea de convertir el volumen que comentamos en referencia imprescindible para la historia de la teoría literaria española y para el desarrollo de su investigación. Los responsables de llevar a cabo el proyecto son, además del director, cuatro profesores universitarios, reconocidos especialistas en los periodos de que se ocupa cada uno de ellos: Fernando Gómez Redondo, el periodo medieval; Gonzalo Pontón, los siglos XVI y XVII; Rosa María Aradra Sánchez estudia el siglo XVIII, y Celia Fernández Prieto, el XIX.

El lector culto encontrará una amplia exposición de las cuestiones que tienen que ver con el pensamiento que configura parte del campo literario de cada época. Esta exposición está fundada en la extrema cercanía a los textos del momento, y da la impresión de que el autor de cada ensayo está preocupado sobre todo por invitar a ver inteligentemente (desenredando con discernimiento) el pensamiento de la época. De ahí el cuidado en reproducir los términos del momento, en acercar el pasado, lo que emociona al filólogo cuando lee, por ejemplo, el término medieval "letradura", en evolución cercana a un tratamiento popular del latín litteratura. En esta historia están muy presentes las preocupaciones actuales por la recepción, la ficción, el canon o la teoría de la historia literaria, sin descuidar los tradicionales aspectos formalistas de la teoría de los géneros o de la lengua literaria.

En la presentación que hace el profesor Pozuelo de las ideas del siglo XX, son destacables por su originalidad tanto el espacio que dedica a dar cuenta de las reflexiones de los mismos creadores sobre la literatura como las páginas que titula Los años de la teoría. Como testigo y partícipe en muchos de los acontecimientos, narra allí el proceso de institucionalización de la teoría literaria en la Universidad española, con la activa participación de los profesores Fernando Lázaro Carreter, María del Carmen Bobes Naves o Antonio García Berrio, y, en el CSIC, Miguel Ángel Garrido Gallardo. La abundante producción de estos años culmina, sin duda, en el libro que estamos comentando.

Una muestra de textos, que ilustran las principales ideas comentadas, forma el segundo bloque del volumen. Especialmente útil para el especialista o el futuro investigador es el estado de la cuestión que introduce cada bloque de la bibliografía, con indicaciones de temas necesitados de futuros estudios.

Una consideración última. La obra de G. E. B. Saintsbury, A History of Criticism and Literary Taste in Europe, en tres tomos publicados en 1902-1904, no mucho después de la historia de Menéndez Pelayo, dedica a la crítica española (Siglo de Oro y neoclasicismo) unas veinticinco páginas. El inglés conocía la obra del santanderino, que valora como la única buena historia de la crítica en una lengua europea, y en ella se basa. La obra que comentamos está llamada a cumplir una función semejante a la de Menéndez Pelayo si cuando se escriban las futuras historias de la crítica europea se quieren corregir las ausencias o extravagancias referidas a la crítica española que pueden observarse en enciclopedias y guías de teoría literaria producidas en el mundo universitario anglosajón.

El Pais

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