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Lo mítico-eclesiástico de la modernidad

Tratar de re-definir una posición de un hecho o de acicalar la visión que se construya como fundamento de un marco periodizado, podríamos decir que ese es la valía en termino social, cultural o espiritual el que surcaríamos en la cardinal perspectiva de ese ser- ahí en la iglesia. La textualidad que en termino espacio-tiempo que alcanzaríamos deslizar, manifiesta el marco diferencial entre lo primitivo de ese ser-ahí con el marco expresivo de la modernidad.

El discurso, el signo estético de lo paradigmático y sintagmático de la iglesia en la modernidad, ha dado al traste de hacerla, o al menos, de retrotraerla a la comicidad de una Hidra de Lerna moderna. Esa fusión, esa institucionalidad primitiva, que con los ojos del pasado vemos, dejo de conformidad al vinculo de los primeros hombres un espacio irrecuperable para la modernidad, que se bate en la integración de movimientos diferenciados con la esencia de lo que fue ese signo interpretativo, de formalización interior, de buscar la depuración y purificación de un siglo cargado de una religiosidad materialista.

Como es de interesar, vale la pena entonces entender la historizacion como formalización significante e ideológica que traduzcan en comportamiento la iglesia actuante. Es una iglesia , que en oposición a expresión-contendido expone obstrucción, se resiste a la textualidad del contendido primitivo, es una iglesia que en su contenido tácito vive, vegeta con la teatralidad de un discurso macondiano. Destacar esa visión anacrónica, nos retrae al punto de partida de que no es lo mismo-ni-es-igual. La exacerbada emotividad, como ejemplo de trabajo interior de la modernidad en la iglesia, es una expresión de lo sujeto como algo cambiante. Ese intento de fraguar una realidad imaginaria distinta de la mundanidad real, le confiere en intensidad cualidades sociales, mas no idealización primitiva. La iglesia actuante pilotea entre el espiritualismo y el socialismo. Cambiemos el mundo, pero con la impulsa de mezclarnos con el mundo, que al parece, una vez mas la Hidra en lo esencial recrea la confusión primitiva de su dictado hiperbólico. ¿Ahora, no debe apostar la iglesia actuante en mezcolanza con el mundo, para asumir su rol como ancla expresiva de ese mensaje primitivo?. Debemos buscar un hecho de forma mas no de fondo, lo segundo viene dado en el mensaje, la forma es lo que le da vigencia a la Hidra en su legado imaginativo, pero esa forma estallo con el siglo XVII desautorizando el marco histórico del mensaje e hizo embrionar lo mítico. Cada cabeza tiene su propia expresión ajustada a una misma línea, pero con apreciaciones diferentes, dejando el manejo técnico del lenguaje al servicio del yoismo religioso, estimulando al sin-sentido de la disolución de su singularidad e insuflando un amiguismo con la sombra el mensaje primitivo.

El fundamento de una critica elaborada en el marco eclesial-social, promueve abarcantes de líneas, estructuras de conjunciones ideológicas, de trazar una producción delimitada por nuestro espacio-tiempo, que nos intima a arrebatar como marco referencial el maniobrar de la Hidra de Lerna moderna, y el cual con un mismo propósito incurrir en gestar con un lenguaje lirico-espiritual, en menor casos, suplantar la realización de un recurso donde se perciba sus objetivos para con el hombre-moderno. La iglesia actuante es un santuario económico-social, es una apropiación de un lenguaje mal imitado sus particularidades. La indiferencia y el dogmatismo ha limitado bastante el conocimiento de esas zonas, que en transcurso se torna contradictorias, débiles y discutibles en relación a su mensaje.

De una Hidra, a lo camaleónico de la iglesia, o al menos, tomara prestado lo imaginativo de Kafka, para asumir a un mas la postura de Samsiana.

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