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Potencial cinematográfico del Quijote

Potencial cinematográfico del Quijote analizó Villanueva en la RAE

El filólogo español Darío Villanueva (Villalba, Lugo, 1950) demostró el pasado 8 de junio, en su discurso de ingreso a la Real Academia Española (RAE), “el gran potencial cinematográfico” que encierra el Quijote, ese clásico entre los clásicos por su forma de reflejar la condición humana y que constituye “una auténtica apoteosis de los sentidos”.

El tema elegido por Villanueva supone toda una novedad en la innumerable bibliografía del Quijote, dado que el carácter precinematográfico de la novela de Cervantes no había sido estudiado hasta ahora, a diferencia de lo que ocurre con escritores anteriores a la invención del cine, como Virgilio o como Shakespeare, definido como un verdadero “precursor del cinema”.

El experto en teoría de la literatura rindió así homenaje a Cervantes con su discurso titulado “El Quijote antes del cinema”, y lo equiparaba al genial dramaturgo inglés en un largo discurso de 180 páginas (de las cuales leyó un resumen de unas 20), en el que además elogió varias veces a Francisco Ayala, pionero en España del ensayo cinematográfico con Indagación del cinema, publicado en 1929, y uno de los académicos que propusieron su candidatura junto con Luis Goytisolo y Guillermo Rojo.

En la ceremonia, presidido por el ministro español de Cultura, César Antonio Molina, también estuvieron presentes la consejera de Educación y Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia, Laura Elena Sánchez de Piñón; el secretario general del Gobierno gallego, Gumersindo Guinarte; el consejero mayor de Cuentas de la Xunta, Antonio López Díaz; el secretario general de Análisis y Protección, José Rivera Otero; el secretario de la Real Academia Gallega, Manuel González, y Gerardo Criado, alcalde de Villalba, la localidad natal del nuevo académico.

A las siete en punto, Villanueva hizo su entrada en el salón de actos de la Academia, elegantemente vestido de frac y flanqueado por los dos últimos académicos en incorporarse al órgano: el gramático Salvador Gutiérrez y el escritor Javier Marías. En la mesa presidencial le esperaban el ministro Molina, el director de la RAE, Víctor García de la Concha; el vicedirector, José Antonio Pascual; el secretario, José Manuel Blecua, y el censor, Luis Goytisolo.

Villanueva recordó la figura de su antecesor en el sillón “D”, Alonso Zamora Vicente, “filólogo de una pieza” y “humanista”, quien también cultivó lo que los franceses llaman el “precinema”, dado que tiene “apuntes” sobre el cinematografismo de Tirso de Molina.

El Quijote, recordó, ha sido adaptado unas 150 veces al cine y la televisión, y, desde su publicación generó innumerables ilustraciones y formó parte del imaginario popular. Pero “la primera novela moderna es toda una enciclopedia narrativa genuinamente precinematográfica”, aseguraba Villanueva.

El diálogo es esencial en el séptimo arte, y el carácter dialogante del Quijote ha sido estudiado por numerosos autores, entre otros por Ortega y Gasset y por el prestigioso crítico Harold Bloom, que hermana a Shakespeare y a Cervantes y atribuye a ambos “la supremacía entre todos los escritores occidentales desde el Renacimiento hasta ahora”.

José Manuel Blecua, secretario de la RAE, ya demostró en un estudio que, después de la palabra “es”, las dos formas verbales que más se repiten en el Quijote son “dijo” y “respondió”. “Pero no menor es la importancia que la visión tiene” en esa gran novela, en la que abundan también los verbos “ver” y “mirar”, señaló Villanueva.

“El Quijote consiste fundamentalmente en una auténtica apoteosis de lo sensitivo, en la que no faltan a la cita referencias extremadamente significativas al olfato, al gusto y al tacto, pero en la que la parte del león les corresponde a la vista y las miradas, al oído y las voces, a las perspectivas y los diálogos”, subrayó.

En sus andanzas, el Caballero de la Triste Figura “ve una realidad que el resto de los personajes no comparten. Don Quijote transforma lo real en sus quimeras desquiciadas”, y esto confiere a la novela “una gran visualidad”.

“En última instancia, el significado del Quijote nace de la contraposición entre las imágenes de dos realidades: la que ven Sancho y los demás personajes, y la que el protagonista altera, mixtifica y distorsiona por influjo de una mediatización constante, la de los libros de caballería”, decía Villanueva.

Al caballero andante las ventas le parecían castillos, las mozas, “hermosas doncellas”, y el ventero “alcaide de la fortaleza”, recordaba Villanueva, para citar a renglón seguido el episodio de los rebaños de ovejas que don Quijote creía “ejércitos” y que Cervantes resuelve con “una notoria estrategia precinematográfica”: el protagonista y Sancho se desplazan “hasta una loma, desde la cual se vieran bien las dos manadas que a don Quijote se le hicieron ejército”, y así “la descripción del caballero se resuelve como una verdadera panorámica”.

“Después de la panorámica, vienen sucesivos planos en movimiento para narrar el ataque de don Quijote y su derribo a pedradas por parte de los pastores. Y no terminará el capítulo sin sendos primeros planos correspondientes al doble vómito, del amo y del escudero”, afirmaba el filólogo gallego.

Tras detenerse en “el potencial cinematográfico intenso” que encierran otros capítulos, Villanueva subrayó la abundancia de gags que hay en la novela, como, por ejemplo, cuando don Quijote “descabalga dando con sus huesos en el suelo porque Sancho no ha acudido a sostenerle el estribo por habérsele atorado el pie en una soga de la albarda”.

También, la alternancia del relato y el simultaneísmo demuestran que el Quijote “aporta un repertorio insuperable de atisbos y soluciones precinematográficas”.

“Cervantes narra siempre con una marcada concepción visual, rítmica, escenográfica y espectacular de las situaciones, como si pretendiera poner en palabras escuetas lo que sobre la pantalla se resolvería en la secuencia de unas imágenes que hablasen por sí mismas”, concluyó Villanueva.

Al terminar su discurso, seguido de un fuerte aplauso, Pere Gimferrer pronunció unas palabras de bienvenida y repasó parte de la trayectoria del nuevo académico. Villanueva recibió la medalla y el diploma que lo acreditan como académico de la Lengua y fue a sentarse entre sus compañeros, entre ellos Gregorio Salvador, Arturo Pérez-Reverte, Emilio Lledó, Ignacio Bosque, Luis Mateo Díez, Carmen Iglesias, Luis María Anson, José Manuel Sánchez Ron y Margarita Salas.

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