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Lo heroico y mesianico del amor

Hoy, mientras el sol arrastra su mirada, hago izar mi imaginación con el fin de dejar leves destellos de tintas sobre este blog, para hacer saber lo heroico y mesiánico del amor. Lo heroico y mesiánico del amor, no nos puede resultar extraño, sino un parche que a diario llevamos pegados, pero que muchas veces nos creemos totalmente ajeno a lo que nos bordea, tanto así, que nos hacemos intransigentes a nuestro yo que esta a nuestro lado, pues al ser una extensión en nuestra carne nos creemos que toda la maquinaria del mundo se detiene frente a nuestra vista, pero como afirmó Publio Terencio "SOY HOMBRE, NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO”.



Con gran emoción, haciendo énfasis a lo heroico y mesiánico del amor, recuerdo algunos libros que leí con esmero por lo que encierran cada uno de sus personajes, un ejemplo de esto es la Divina Comedia, también conocida como La comedia de Dante Alighieri , una de las obras cumbres de la literatura clásica y de la cual muchos escritores contemporáneos siguen bebiendo de esta obra, donde hace un profundo análisis al modo vivendis del siglo XIV utilizando como recurso el poema teológico y dividiendo el libro en tres grandes renglones: Infierno, Purgatorio y Paraíso.

Cuando Dante se somete al viaje de ultratumba, cual si fuese un niño tomado de las manos por el poeta Virgilio, le hace ver que el amor esta rodeado de sufrimiento, acaecimientos, de desafíos con seres, que en algunos casos, nos hacen hilvanar acciones, con el fin de hacernos retroceder en nuestro camino.

Dante es capaz de emplazarse en un mundo culminado por simbolismo, donde desparrama una carretada de imaginación y forja una aptitud ético-estético del mundo. Dante es un todo, es un espejo que refleja las aristas incuestionables del ser humano. Ahora, el motivo que hace a Dante pulular por esos mundos, es el palpitar de su corazón por lo heroico y mesiánico de su amor hacia Beatriz, quien es la razón primaria de sus periplos por estos círculos, donde Virgilio le advierte que hay dolor, pero no-destrucción. Uncido por la llama del amor, lo heroico y mesiánico de Dante ha dejado caer gotas inmemorables en nuestros días. No solo el hecho de presentarnos a dos personajes que se aman, sino el lenguaje que comunica al ser humano, un lenguaje copioso de acción, de un provocamiento que nos hace saltar los bordes del puente para dar ese paso que nos encamina hacia el reconocimiento de si mismo como seres emotivos, como entidades que se dejan arrastrar por el viento de la benevolencia.


La historia, siendo madre de nuestro presente nos encauza por otros eventos pletóricos de lo heroico y mesiánico del amor. Casos como los de Píramo y Tisbe, siendo dos jóvenes babilónicos enamorados, usurparon la osadía de encarnar lo épico de su amor a través de las encubiertas relaciones hacia sus padres, arrebatando como escenario de un requerimiento de amor el sepulcro de Nino. Tisbe se apersona primero, tras huir de un león, donde el cual pierde su velo manchado de sangre. Mas luego hace presencia Píramo, quien creyéndola muerta se hace atravesar una espada, y mas luego, al presentarse Tisbe y viendo la herida de muerte, se suicida ella también con la misma espada.

Lo heroico y mesiánico de su amor estuvo en su anegada profundización del quebrantamiento de una relacion no aceptada, donde pudo más el énfasis de la extensión del tiempo que las negativas de sus padres, de un entregarse a un ser total, de un sentimiento que vas mas allá de la voluntad, que de por si, es el cimiento que mantiene en órbita las aproximaciones axiológicas de los hombres. No basto la mancha de sangre en el velo para hacer uso del desesperado no-estar de su amada, aunque recurre a una herramienta no aceptada por un tercero que con toda certeza le hubiese aconsejado no llegar a ese apto, pues siempre hay un tercero que no quiere la desgracia por la presencia de un ser amado ausente, siempre procura hacernos ver que al cruzar la calle hay mas días que recorrer.

Historia como las de Abelardo y Eloisa, siendo personajes reales, y no de condiciones mitológicas, tuvieron como escenario la Francia medieval de los siglos XI y XII. Cuando comencé a leer el Libro Eloisa y Abelardo por Regine Perdnoud, publicado por Espasa-Carpe ,1973, sabía que tenía de frente a uno de los grandes exponentes de la dialéctica, una de las figuras más conflictivas del Medievo, un expositor de las ideas, un caballero de la dialéctica que al final tuvo que resignarse aquietar los fuegos entre dialécticos y antidialécticos de momento. Fulberto, siendo canónigo de la Catedral de París y tío de Eloisa, confía la educación de esta a Abelardo, pero al transcurrir el tiempo se produce un chispazo de lo heroico del amor en ambos, que tuvieron que mantener en secreto durante los años 1117-19. Pero al ser el amor una pequeña llama en la oscuridad, donde nada permanece encubierto, todo queda al desvelo por la espera de un niño, y más luego tiene que producirse una fuga hacia Bretaña, donde fueron mas luego apresados. Abelardo fue confinado a la castración por orden de Fulberto y Eloisa incluida en la nomina del monasterio de Argenteuil. Estos dos personajes aplicaron lo heroico de amor, a pesar los conflictos que acarrearían su relación, que sin importar los tropiezos por parte de Fulberto, se comunicaban a través de cartas con palabras de un ardiente amor:

“... Dudo que alguien pueda leer o escuchar tu historia sin que las lágrimas afloren a sus ojos. Ella han renovado mis dolores, y exactitud de cada uno de los detalles que aportas les devuelve toda su violencia pasada”,

“Prefiero estar confinada por la amenaza de la muerte que vivir privada de la dulce alegría de verte”

«...A pesar de que a veces estuviéramos separados, podríamos por la correspondencia, estar presentes el uno en el otro. Además, las palabras que se escriben suelen ser más ardientes que las que se pronuncian por la boca. El júbilo de nuestras conversaciones no conocería interrupción...»

Eloísa incorpora la grandeza “divina” del amor por encima de las imposiciones patriarcalitas y de todas las leyes eclesiales que pululan en nuestro medio. Abelardo y Eloisa son entidades que lo permean todo, que han legado el dulce consuelo mesiánico del amor arrastrarse por la historia mostrando como hacen cada día los visitantes a su tumba dejando cartas para atraerse sus favores en asuntos amatorios.

Lo heroico y mesiánico del amor esta convidado por la historia de grandes personajes que mencionar Agustín y Floria, Calixto y Melibea, Don Quijote y Dulcinea, Tristan e Isolda, Diarmuid y Grania, Cupido y Psique, entre otras tanta historia donde se produce una perfecta conjugación de lo divino del amor, resultaría pecaminoso el no mencionar.

Lo heroico y mesiánico del amor debemos verlo, no solo en dos que se profesan eterno amor, sino en una expresión viva hacia la extensión de nuestro yo, que es nuestro ser más cercano. Cuando el amor se hace heroico, produce las quebraduras de las indiferencias sociales, deja de un lado la coraza de un inmediatismo encopetado por nuestras posiciones ideológicas. Lo heroico y mesiánico de amor con un velo en sus ojos no se distrae como marioneta de quien debe tener y a quien deben acicalársele las alas.

Lo heroico y mesiánico de amor siempre esta al doblar de la esquina, esperando que un pasajero sea asiento a través de la historia.


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