Sally Rooney ha anunciado este martes que no cederá los derechos de traducción de su última novela, Dónde estás, mundo bello, a una editorial israelí en protesta por la política de Israel en Palestina.
La autora, de 30 años, ha recordado en un comunicado que dos recientes informes de organizaciones humanitarias han calificado la situación en Palestina de "apartheid", por lo que ha decido apoyar un boicot impulsado por el movimiento Boicot, desinversiones y sanciones(BDS, sus siglas en inglés), informa Efe.
Rooney ha afirmado que sería "un honor" que su novela pueda ser traducida y leída en hebreo, pero que prefiere no hacerlo con una editorial israelí. Sus dos anteriores libros, Gente normal y Conversaciones entre amigas, fueron traducidos al hebreo por Katyah Benovits y publicados en Israel por el sello Modan y todavía pueden comprarse.
"Entiendo que no todo el mundo estará de acuerdo con mi decisión, pero creo que no estaría bien bajo las actuales circunstancias aceptar un nuevo contrato con una compañía israelí que no se distancia públicamente del apartheid ni apoya los derechos del pueblo israelí estipulados por Naciones Unidas", ha afirmado. La escritora ha explicado que su decisión es una respuesta a la llamada de la sociedad civil palestina en su búsqueda de "libertad, justicia e igualdad".
La decisión de Rooney llega después de dos informes muy críticos con Israel publicadaos este año, uno de Humans Right Watch y otro de B'Tselem, una de las organizaciones de derechos humanos más importantes de Israel. En mayo, Rooney ya firmó una carta junto a miles de artistas en la que se pedía el aislamiento internacional de Israel. Se da la casualidad además de que Rooney es originaria del condado de Mayo, en Irlanda, donde en el siglo XVIII se originó el concepto de boicot después de que campesinos irlandeses se negaran a trabajar con el terrateniente inglés Charles Cunningham Boycott por las condiciones extremadamente duras que imponía.
La noticia llega un mes después de que Rooney haya publicado su tercera novela, en España editada por Literatura Random House y resulta especialmente relevante porque la escritora se ha consagrado con ella como todo un fenómeno global que ha sacudido el mundo del libro. Y es que no todos los días sucede lo que ha pasado con la aparición de Dónde estás, mundo bello: nervios, colas, hiperventilación tuitera, reventa de galeradas a 200 dólares (más que las de Franzen, a 165) y una excitación de niño en noche de Reyes más propia de una nueva entrega de Harry Potter. ¿Es realmente para tanto? Lo cierto es que Rooney nunca ha escondido sus intereses políticos: es famosa por mezclar hábilmente muy adicticos romances y largas disquisiciones sobre el marxismo en sus novelas y la última no es una excepción.
Dónde estás, mundo bello gira entorno a cuatro jóvenes: dos amigas, Alice y Eileen, que se acercan a la treintena, y sus respectivas parejas Guadiana, Felix y Simon. Todos navegan de manera más o menos infructuosa hacia la edad adulta sin llegar a sentir que están haciendo algo de provecho con sus vidas. Alice es una escritora de éxito, ahora millonaria, que conoce por Tinder a Félix. Félix es bisexual, trabaja como reponedor en un almacén y acaba de perder a su madre. Eileen pasa sus días sin blanca, moderadamente insatisfecha como redactora en una revista literaria sin mucho futuro. Aunque acaba de dejarlo con su novio de los últimos años, no le echa de menos y la superficialidad de su propia tristeza le asusta: cree que nunca logrará ser del todo feliz. Simon es el que tiene una vida más parecida a la de un adulto: trabaja como lobista para una organización que defiende a los inmigrantes y vivió un tiempo en París. Es católico practicante y tiende a salir con chicas bastante más jóvenes que él.
Como sucede en las novelas de Rooney, todos los personajes tienen algún tipo de tara emocional que les impide escucharse a sí mismos y establecer una relación medianamente sana con los demás. Tanto la trama (chica-conoce-chico) como los temas son los de siempre: la tensión entre clases sociales, la precariedad millennial y el papel de la literatura, las ideas y lo bello en un mundo profundamente marcado por lo transaccional, y cómo todo ello afecta a la intimidad y las relaciones.
Alice, en la que muchos han visto un trasunto de la propia Rooney, se autofustiga porque el éxito le ha abierto las puertas al gueto literario, un ecosistema que desprecia pero no evita. No lleva nada bien la sobreexposición mediática. "No me puedo creer que tenga que soportar estas cosas: que se escriban artículos sobre mí, ver fotografías mías en internet, leer comentarios sobre mí misma", confiesa. "No dejo de topar con esa persona, que soy yo misma, y la odio con todas mis fuerzas. Odio su manera de expresarse, odio su aspecto, y odio sus opiniones acerca de todo. Y, sin embargo, cuando otras personas leen sobre ella, creen que ella soy yo. Enfrentarme a este hecho hace que sienta que ya estoy muerta", escribe en uno de los muchos correos electrónicos que le envía a Eileen.
Las comparaciones son inevitables, sobre todo desde que Rooney, a la que han intentado etiquetar algo patosamente como "la Salinger de la generación Snapchat", haya limitado drásticamente sus apariciones públicas. La transformación del libro en un bien de consumo, una mercancía que sirve para alcanzar un estatus social pero con escaso margen para cambiar las cosas realmente es uno de los temas que preocupan no sólo a Alice, sino a la propia Rooney, que en más de una ocasión se ha definido como marxista.
Eileen y Alice sienten que "el mundo dejó de ser hermoso tras la caída de la Unión Soviética", una fecha que coincide con su año de nacimiento. Ambas son conscientes de los peligros de la nostalgia y sus derivas reaccionarias, pero sienten que todo lo que les rodea, tanto la naturaleza como el mundo de las ideas, se ha malogrado y es feo. "La novela contemporánea es (con contadísimas excepciones) irrelevante; el cine comercial es una pesadilla pornográfica para toda la familia financiada por del Departamento de Defesa estadounidense, y el arte visual es casi todo él un mercado de materias primas para oligarcas", opina Eileen.
"Creo que Rooney conecta de una forma muy honesta y sin artificios con preocupaciones personales que, por mi experiencia, no se restringen únicamente a la generación millennial", opina su traductora al castellano, Inga Pellisa. "Sé que a mucha gente le genera cierta frustración que se empeñe en cierto modo en presentar a sus personajes sin juzgar, sin posicionarse claramente, y que se niegue a concluir y poner un cierre tranquilizador en las historias, pero yo personalmente creo que eso ayuda a darle más vuelo y, a la vista está, a hacerla más adictiva y generar debate alrededor".
Pellisa fue también la traductora de Gente normal y opina que ambos libros se mueven en un universo muy concreto y similar que Rooney está explorando todavía. "De hecho, sus personajes podrían cruzarse en algún momento. Podrían ser compañeros de carrera o de trabajo. Lo que cambia es el lugar en el que ha decidido poner la lupa, pero traduciendo he sentido que retomábamos una conversación a medias", reflexiona.
Gente normal fue la novela con la que Rooney se convirtió en una estrella literaria: vendió un millón de copias en todo el mundo y HBO rodó una serie que popularizó la figura del "coordinador de intimidad", un experto cuya misión en los rodajes es hacer que las escenas de sexo sean lo más cómodas posibles. En las novelas de Rooney, y en Dónde estás, mundo bello, vuelve a ocurrir, hay bastante sexo. ¿Conlleva un reto extra su traducción? "En los diálogos y las escenas de sexo, el texto fluye de una forma muy natural, nada se encalla, ahí, y es interesante detectar los matices, a veces muy tácitos, encerrados en pausas y silencios y sutiles elecciones lingüísticas", explica Pellisa. "Es algo que me parece dificilísimo en cualquier disciplina. El peligro de caer en lo grotesco, en lo cursi o en lo ridículo al sacar de su contexto algo que, en sus libros, tiene un carácter tan íntimo, acecha en todo momento. Así que sin duda, conseguir como consigue ella mantener todo eso a raya y que la escena te absorba -y, de hecho, te excite- es un reto particular que me motiva bastante", concluye.
Fuente: Elmundo.es
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