Las posibilidades de las redes sociales son infinitas, incluso pueden rehacer vidas, cuando esta, la Vida, te pega un buen mazazo. Es lo que le ocurre a la protagonista de La vida era eso, la novela de la periodista y escritora Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969) que ayer se impuso en la 70ª edición del Premio Nadal que la editorial Destino concede, de forma tradicional en la noche del día 6 de enero, desde el año 1944.
En la novela de Amoraga, la pérdida, tras una larga enfermedad del marido, deja sola a una mujer en la madurez de los cuarenta. Sola no. Con dos hijas pequeñas y con todas las personas con las que su esposo se relacionaba en las redes sociales a las que era aficionado.
Del rechazo inicial, la protagonista pasa a establecer relaciones con todos ellos, consiguiendo superar la terrible pérdida e incluso rehacer su vida. Se trata, a juicio del jurado, de un libro que ha conjugado “con oído finísimo el lenguaje de hoy”, que “aborda las nuevas formas de comunicarse y la relación con los demás a través de las redes sociales” y que, además, es capaz de “tratar con humor un tema tan duro como es la pérdida de un ser querido”.
Amoraga, licenciada en Ciencias de la Información, columnista y colaboradora en tertulias de radio y televisión (durante el acto lució una enorme chapa en la solapa donde se podía leer “Canal 9 no se cierra"), se ha impuesto en el premio tras quedar finalista en 2007 con Algo tan parecido al amor y, quedar segunda en 2010 en el premio Planeta con El tiempo mientras tanto. Su última novela publicada es El rayo dormido(Destino, 2012).
El otro premio de la noche, el Josep Pla, fue para Els ambaixadors (Los embajadores), del archivero y arqueólogo Albert Villaró (La Seu d’Urgell, Lleida, 1964): una especulación histórica (género denominado por los anglosajones como What if) que teoriza sobre qué habría pasado si Francisco Franco, y no los generales Sanjurjo y Mola, hubiera muerto en un accidente de aviación. Una novela con una trama de plena actualidad en la que la Generalitat de Cataluña aprovecha la coyuntura para proclamar la independencia y en la que su protagonista trabaja de espía para el gobierno catalán. Villaró, director del Departamento de Cultura y Turismo del gobierno de Andorra, es autor sobre todo de novela negra, como su último título: L’escala del dolor (Columna, 2012), protagonizado por un agente de policía. En 2006 obtuvo el Premi Carlemany con la novela negra ambientada en el Pirineo Blau de Prússia, con la que se llevó los 36.000 euros con los que estaba dotado el premio entonces.
Los dos premiados fueron los protagonistas de la noche junto a la veterana escritora Ana María Matute, que entregó el Premio Nadal en representación de todos los premiados anteriores —ella lo recibió en 1959— en esta edición tan especial del 70º aniversario. “Muchas gracias por animarnos a escribir. Nunca imaginé que recibiría un premio de manos de Ana María Matute”, dijo emocionada Amoraga que dedicó el premio a “su profesor de literatura del Instituto y a todos los profesores que viven estos momentos tan difíciles”.
El Nadal y el Pla, convocados por Ediciones Destino, sin ser los premios mejor dotados de la literatura en lengua española y catalana (18.000 y 6.000 euros, respectivamente), han acabado siendo dos de los más prestigiosos en sus respectivas lenguas. Sin embargo, el número de obras originales presentadas en relación con años anteriores ha descendido año tras año. En esta edición se han presentado 231 originales presentados representan (un 27% menos que en 2012). En el caso del premio Josep Pla las obras candidatas en esta 46ª edición eran 23, frente a las 27 del año anterior.
La historia del Nadal está llena de nombres consagrados dentro de la literatura en lengua española. La primera convocatoria de 1944, se falló en el Café suizo de Barcelona y la ganó una desconocida Carmen Laforet con Nada. A ella le han seguido nombres como Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite y Rafael Sánchez Ferlosio.
Ayer, además de las cábalas de quién serían los galardonados, entre los temas de conversación de libreros y editores estuvo la crisis del sector, que en los últimos tres años ha representado un descenso del mercado del 34%. Sin embargo, la campaña de Navidad les ha aportado un respiro y todos aseguraban que las ventas habían aumentando un 3%, informaIgnacio Vidal-Folch.
El Pais
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