Para conocer al hombre hay que dejarlo libre. La libertad que presupone al hombre lo hace emplazarse o verse en la revelación tal como es, funcionando como principio hermenéutico de la verdad que convive en su existencia, en su mundanidad. Esa libertad que prorrumpe y articula en el ser, recrea un círculo del lenguaje, donde el proceso real, es a la vez, fuerza de comprender su hábitat, su accionar como grano de arena o parte fundamental del ajedrez social. "Dime con quien andas y te diré quien eres". La concepción teológica de la libertad en el devenir del tiempo, ha sido espina de espacios ocupados por las concepciones filosóficas, donde ven la facultad intrínseca del ser humano a decidir llevar o no determinada acción, atendiendo a su inteligencia o voluntad. Los pensadores marxistas sentado en la bancada izquierda no están de todo acuerdo
sobre el lugar que hay que acordarle dentro del marxismo , a la libertad. El intelectual y sociólogo francés, Pierre Naville, quien pertenciera al Partido Comunista Francés, en su libro: Psychologie, marxisme, matérialisme; 1948, acciona en el escenario con la sujeción absoluta del hombre al juego de la causalidad mecánica; mientras que, el filosofo, intelectual y crítico literario, con su accionar de sociólogo marxista francés, Henri Lefebvre, trata en su Marx, de probar que el marxismo es una verdadera filosofía de la libertad, que solo rechazaría la concepción burgueza e individualista de la libertad. Lo propuesto por Henri Lefebvre es una concepción determinista económica.

Los filósofos han hecho grandes intentos de demostrar la libertad del hombre mediante especulaciones sobre el libre albedrío y deducciones a priori. Según el postulado admitido, se llegaba siempre a afirmar o rechazar en bloque la libertad humana. "Nosotros no queremos buscar las pruebas de nuestras libertad en la (naturaleza) del hombre, veremos que el hombre no es libre más que en la medida en que no es su (naturaleza), sino en su acción. ¿Qué nos dice la experiencia interior o exterior sobre el obrar humano? ¿Es libre o determinado?". Las distinciones aristotélicas sobre la libertad, son bien conocidas entre los actos del hombre y los actos humanos. Las intenciones del estómagos al momento de recibir el aroma de un buen menú, los impulsos realizados por nuestros corazón, ya sea que lo provoque el amor o el miedo y otros tantos órganos, apenas tienen la pura motivación de la voluntad y se hacen funcionar automáticamente. Cuando nos embarcamos en un proyecto, donde el uso frecuente de nuestro intelecto es la materia prima, es porque hemos concebido un proyecto el cual nos ha movido una intención. Ese proyecto e intención pueden ser más o menos explícitos, pero no son obstante ellos los que dan el ser al acto humano. Colocar a un ser desprovisto de libertad no podría tener ninguna acción intencional, solo sería un distribuidor automático de actos: su palabra no sería mas expresiva que la del papagayo, ni su trabajo más creador que los movimientos mecánicos de la máquina.
La libertad es en el hombre poder creador, materialización y actualización de ideas y hechos que se van tejiendo, formando redes ilimitadas en su estado existencial, donde la comprensión de lo posible se transforma en un presupuesto de la congenialidad o afinidad. Todo acto creador le proporciona una prueba exterior de su libertad y de la libertad de los demás, y esa prueba le

"En las montañas vive la libertad - exclamó Hans Castorp cantando frívolamente-. Define la libertad- continuó diciendo-. Naphta y Settembrini han discutido hace un momento y no han podido entenderse. "La libertad es la ley del amor de los hombres", ha dicho Settembrini..." La Montaña Mágica de Thomas Mann. y recondando en mis lecturas a Don Quijote de la Mancha de Cervantes: ..."La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres." Jean Paul Sarte:..."El hombre está condenado a ser libre".
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