
El acceder a un libro y su lectura es abrir las puertas de un pasado grafiado, donde el silencio del escritor se deja derretir en páginas totalmente dispuesta a enunciar una historia o hecho, que es su historia, la historia de otros en sí mismo. No podemos ver la lectura y el libro como algo inalcanzable, agobiante, bochornoso. Un libro implica un encuentro consigo mismo, la materialidad de quien lo tome y pueda ser tocado con sus letras. Los libros son pasajeros, reos que esperan ser liberados de los estantes de las librerías. “Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos” Jorge Luis Borges.
En la sala o habitación de un hogar, dos objetos se disputan la atracción de un visitante, ambos en las esquinas esperan el gran veredicto de quien visita. Una réplica del Carnaval de Arlequín de Miró en miniatura desprende grandes coloridos que a la distancia no dice nada, más en la otra esquina hay un libro, en sus extremos no hay una pisca de información, solo la iniciativa de ser palpado por el convidado. El cuadro podrá decirte mucho en el instante, pero el libro, que rezagado en el silencio, aguarda ser despertado a través de su solapa, podrá narrarte, novelar grandes historias. Sin duda la llegada de aquel producirá el despertar del libro que duerme bajo el polvo, acecha la materialización de su inmovilidad. “Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar” Harriet Beecher Stower.
Este libro espera la angustia de la espera. Sin duda ellos esperan el asecho de un lector comprometido con su causa, donde el letargo sea un promotor de la ignorancia. No me convenzo con la inapetencia de muchos, donde un libro no es más que un monto de páginas que crispan la universalidad del indeciso, bajo la doble metáfora: tiempo-no-ser-para-mi y nada-que-decir. La abertura de un libro, ese instante de palparlo, de olfatearlo es lo que lo hace placentero. “El libro es una criatura frágil. Sufre el paso del tiempo, el acoso de los roedores y las manos torpes, así que el bibliotecario protege los libros no solo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido” Umberto Eco.
Si siento alguna afinidad por mis libros, es porque en ellos puedo apreciar que son seres susceptibles capaces de devolverme algo de mi afección para con ellos. Los libros tiene un solo lugar para mí: mi interioridad. Mientras otros se afanan en dar a conocer sus escritos, yo me apresuro a leerlo. “La lectura de un buen libro es un dialogo incesante en que el libro habla y el alma contesta.” André Maurois
Recuerda, un libro está esperando: en la mesa de noche de la habitación, en la mesa de alguna sala, en los grandes libreros, en las bibliotecas, en las librerías y ahora en cualquier equipo electrónico. “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora” Proverbio Hindú
Comentarios
Te dejo un abrazo.
Humberto.
sigue adelante, lo único que podemos dejar después de partir de esta tierra son nuestros recuerdos y letras.
alberony