Como esta anécdota, hay cientos de historias que recorren el mundo creativo, esa directriz que asume su autor a la hora de concebir su gran obra, que no solo pisa el plano de los libros, sino que extiende sus manos a las pinturas, a las películas, donde mayormente predomina la usurpación sustancial de la obra en cuestión, y donde el gran sello imborrable es la propia del falsificador. ¿Qué impulsa a los falsificadores del mundo, tanto actual como antiguo a perpetrar dicho engaño? Este tema no ha pasado desapercibido en los diferentes círculos de discusión, pues se ha extendido por todo la historia, por lo general, todos si están de acuerdo que siempre permea el lucro en dicha actividad, como principal motivo. Por ejemplo, en la antigüedad cuando las grandes ciudades comenzaron a replegar las bibliotecas por todos sus dominios y los reyes en franco enfrentamiento pusieron en marcha sus competencias entre sí por hacerse de las mejores colecciones, no se disgrego a este impuso, aquellos que tenían como fin último lucrarse de ese deseo desenfrenado de los reyes.
En una ocasión, especialmente, durante el siglo II D.C. el famoso medico griego, Galeno, el cual siendo un prolífico autor, y menos esperar el repunte que gozaron sus libros, los cuales eran best-seller mercantil para aquello días. Mientras caminaba por las calles empedradas de Roma, se encontró en unos escaparates que se estaba vendiendo un libro de su autoría, en ese mismo instante, habiendo dos que fraguaban el mercado de la oferta y demando con respecto al libro, uno de ellos establecía que dicho libro era un fraude, porque no tenía el estilo característico que imprime el escritor en sus libros. El resultado de esta conversación escuchada por propio Galeno le hizo concebir un nuevo libro denominado Sobre mis propios libros, donde promueve las pautas para la identificación cuál libro es o no de Galeno.
Ahora, había falsificaciones o plagios intencionados, que incrustaban rencor y animosidad hacia otro escritor o personaje en su momento. Un caso histórico de este rencor es del Anaximenes, que en su odio se propuso a falsificar las cartas con el nombre y estilo de su enemigo, el historiador Teopompo, donde los improperios contra las más importantes ciudades griegas fueron enviados para que vieran que tipo de historiador abrigaban. Su fin era declararlo una persona no grata en dichas ciudades, y asi ganar el terreno que tenía en sus manos Teopompo.
Donde haya lucro, no solo en el ámbito de la creación literaria, sino también cualquier otra rama de la creatividad, siempre habrán aquellos que verán con buenos ojos llenar sus bolsillos a expensa de aquellos que dieron a la luz su gran tiempo creativo. Hoy esto es una oración del diario vivir. Nadie ha podido detener este oficio, que deja grandes beneficios a pequeños como a quienes los mandas.
Déjame ir a la esquina vi una copia-piratiada del Ulises de James Joyce, me gusta. A pero el tipo vende hasta música y película barata.
A correr fanático.
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