Cada sociedad al definirse promueve que las demás se definan así misma. Esa definición por ósmosis siempre forma una condenación, que a la larga y en virtud de la misma lógica estriba en anacronismos que trata de suprimir la conciencia individual, bifurcando una universalidad ortodoxa de apariencias antidemocráticas, de nupcias asimiles, de discusiones que succionan en ideologías acismásticas, de un neotomismo de consideraciones jerárquicas. El otro es un ser fuera de la ley, sin presagiar que la sociedad no es un conjunto de átomos de consideraciones individuales, sino una mezcolanza de acciones piramidal, que germina con la determinación de un ser que se entrecruza en el tiempo con la sombra de la historia.
En la antigüedad era el dilema dualista de la sociedad la común y determinante expresión de un conceptualismo arraigado en ponderaciones superfluas viéndola desde la esquina moderna, cayendo en la vació ahistórico: helenos/bárbaros. Este dualismo social deja sombra indestructible en la Edad Media como una reprobación de la misma antigüedad creadora: paganos/cristianos. Esta dicotomía social deja su estela en el siglo XVIII con propuestas modernas de consideraciones que rayan la asimetría conceptual: civilización/barbarie. En el siglo XVI se hace introducir por primera vez un concepto embrionario que daría una definición social con la disquisición que facilitaría Erasmo de Rótterdam en la tranquila atmósfera de Basilea, después de retirado antes los achaques persecutorios: civilización. En su civilité morum puerilium, donde aborda como deben ser educado los hijos de los nobles y cual debe ser su conducta en sociedad. Este texto tiene una propuesta símil a su libro: Educación del Príncipe cristiano. Según el escritor Norbert Elias se exteriorizó una civilité francesa, una civilitá italiana, una civility inglesa y hasta una Zivilität alemana, auque dicho escritor no menciona una civilidad española, teniendo en cuenta que ya el vocablo aparece en el diccionario de Antonio Martínez de Cala y Jarava, mejor conocido como Antonio Lebrija.
El vocablo civilidad no se entremezcló en la sociedad en nuestras periferias, por el cual no fue de uso común. El Diccionario de Autoridades señala la dicotomía de sentido del vocablo: sociabilidad, urbanidad, policía y miseria, mezquindad, ruindad. La ruindad vino a ser la más popular. El diccionario hace su aclaración que la voz civil hace uso del significado de urbano, cortés, político, pero a la vez pauta la dicotomía de desestimable, mezquino, ruin y de baja condición. Pero a la vez Joan Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, indica que la palabra civil se utilizo en el sentido opuesto caballero y designo a “gente menuda”, sin nobleza. De tal modo, la palabra civilidad, hasta el siglo XVIII, tanto España como los dominios de esta, tenía un sentido peyorativo contrario al resto de Europa.
Con tanto hincapiés hacemos alarde de si eres civilizado o no, pero miren cuan profunda son sus raíces. La sociedad se va definiendo en el transcurrir del tiempo, lo que hoy llamamos, sano, educado, responsable, amable, aceptable, era ayer en consideraciones oceánicas todo lo contrario.
“La civilidad es más alta cuando nuestro sentido moral es más profunda”
Ralph Waldo Emerson
En la antigüedad era el dilema dualista de la sociedad la común y determinante expresión de un conceptualismo arraigado en ponderaciones superfluas viéndola desde la esquina moderna, cayendo en la vació ahistórico: helenos/bárbaros. Este dualismo social deja sombra indestructible en la Edad Media como una reprobación de la misma antigüedad creadora: paganos/cristianos. Esta dicotomía social deja su estela en el siglo XVIII con propuestas modernas de consideraciones que rayan la asimetría conceptual: civilización/barbarie. En el siglo XVI se hace introducir por primera vez un concepto embrionario que daría una definición social con la disquisición que facilitaría Erasmo de Rótterdam en la tranquila atmósfera de Basilea, después de retirado antes los achaques persecutorios: civilización. En su civilité morum puerilium, donde aborda como deben ser educado los hijos de los nobles y cual debe ser su conducta en sociedad. Este texto tiene una propuesta símil a su libro: Educación del Príncipe cristiano. Según el escritor Norbert Elias se exteriorizó una civilité francesa, una civilitá italiana, una civility inglesa y hasta una Zivilität alemana, auque dicho escritor no menciona una civilidad española, teniendo en cuenta que ya el vocablo aparece en el diccionario de Antonio Martínez de Cala y Jarava, mejor conocido como Antonio Lebrija.
El vocablo civilidad no se entremezcló en la sociedad en nuestras periferias, por el cual no fue de uso común. El Diccionario de Autoridades señala la dicotomía de sentido del vocablo: sociabilidad, urbanidad, policía y miseria, mezquindad, ruindad. La ruindad vino a ser la más popular. El diccionario hace su aclaración que la voz civil hace uso del significado de urbano, cortés, político, pero a la vez pauta la dicotomía de desestimable, mezquino, ruin y de baja condición. Pero a la vez Joan Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, indica que la palabra civil se utilizo en el sentido opuesto caballero y designo a “gente menuda”, sin nobleza. De tal modo, la palabra civilidad, hasta el siglo XVIII, tanto España como los dominios de esta, tenía un sentido peyorativo contrario al resto de Europa.
Con tanto hincapiés hacemos alarde de si eres civilizado o no, pero miren cuan profunda son sus raíces. La sociedad se va definiendo en el transcurrir del tiempo, lo que hoy llamamos, sano, educado, responsable, amable, aceptable, era ayer en consideraciones oceánicas todo lo contrario.
“La civilidad es más alta cuando nuestro sentido moral es más profunda”
Ralph Waldo Emerson
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