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Hasta donde llega la religión

Hace varios días en unos de los diarios de mayor circulación de España, me hice eco de un evento suscitado en Jerusalén, entre monjes ortodoxos griegos y armenios, donde se enredaron entre puñetazos, dentro de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, zona que ha sido considerado, el lugar de sacrificio y sepultara de Jesús, antes de resucitar, según la tradición cristiana. Dicho suceso dejo como consecuencia cuatro monjes detenidos por la policía israelí, pero observando un video, fueron tantos los golpes que se descargaron ambos grupos, que fue tan grande la vergüenza que me embargó, que no desvarío en pensar, a esta altura aun el hombre sigue retrepado en la religión, si es a que eso se llama religión, a este desabruto de estos religiosos. Toda la trifulca se originó, porque los griegos ortodoxos no fueron invitados al acto de conmemoración del descubrimiento en el siglo IV de la cruz en la que murió Jesús, por esta no invitación, los griegos se amotinaron entorno a la iglesia y dio inicio al enfrentamiento entre ambos grupos.

La historia esta plagada de este tipo de acontecimiento, donde “religiosos”, con el supuesto lábaro del cristianismo o amen creencias, manipulan los medios para justificar sus actos. Estos hechos son una clara advertencia de que la historia, en su referente religioso, es un círculo embriagador, donde el hombre que hace fila en la religión no termina de entender, que aunque crea en Jesús o cualquier otra personalidad, hay en su ser, en su interior un hombre que se llama orgullo, rencor, envidia, ira, avaricia, soberbia. Que esa ira, transformada en pasión arrebatadora, esa furia que de vez en cuando nos arrebata, nos convierte en verdaderas fieras. Ambos grupos enfrentados en apariencia se hacen notar como los demás, pero ante el más pequeño punzón o provocación reaccionan y muestran que son en realidad. No importando el tiempo que tenga en las filas del cristianismo, no te da la certificación de que eres mas papista que papa, que aunque seas el mas grande anacoreta de todos los tiempos no demuestra que tiene comprado el cielo, que el mejor acto de religión es reconocer primero que eres humano, ante todo, y no esconderte detrás de un hábito, de una Biblia haciéndote creer que eres el mas santo de todos. Cuan bella sería la vida sin dejamos a un lado las denominaciones religiosas y unifiquamos esfuerzo por transformar la humanidad a través de la enseñanza, de esa historia que a diario nos enseña algo nuevo, que “Lo peor fue que, esta guerra, las armas que habían sido tomadas en defensa de la religión aniquilaban toda religión” Castelnau, Memorias. Que nuestra religión se apropie en la búsqueda de la verdad, si es que esta existe.

Este enfrentamiento me recordó en algo a Jesús, cuando en el Templo convertido en mercado municipal, arrebató a los mercaderes sus mercancías, mostrando su naturaleza humana. Estos monjes expusieron el lado “oscuro” de su vida, claro, si es que es oscura esa pasión del alma que causa indignación y enfado. Si por no ser invitado a una conmemoración, imagínense estos grupos religiosos en una guerra religiosa, y no hablaremos de las grandes guerras religiosas que han parido la iglesia o cualquier otra institución con fines religiosos, pues lo cansaría, hablando de las cruzadas, de las guerras judaicas asociadas a la religión, de las luchas internas entre Papas, de los conflictos eclesiásticos que devastan la Europa del siglo XVI, de los enfrentamientos entres musulmanes y cristianos, de judíos y árabes.

Qué le parece, es necesario llegar a ese término en la actualidad, de que dos grupos que creyendo ser unísonos en la creencia de Dios, se estén enfrentando. Vaya, cuanto hemos avanzado….

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