Ir al contenido principal

Un libro reúne los aforismos de Carlos Monsiváis

México, 14 ago (EFE).- El escritor mexicano Carlos Monsiváis, genio de la crónica y figura de la cultura popular, fue además un "aforista consumado" que escribió estas sentencias en toda su obra pero nunca llegó a reunirlas porque la muerte lo sorprendió, declaró hoy a Efe Francisco León.

Cuentista, novelista, autor dramático y filólogo, León acaba de publicar en México "Aforismos de Carlos Monsiváis. Autoayúdate que Dios te autoayudará" (Seix Barral, 2011), una recopilación de estas proposiciones fragmentarias que el escritor mexicano dominaba como nadie.

Los aforismos son sentencias doctrinarias, con capacidad de definición, que condensan en una construcción brevísima juicios y reflexiones morales, resúmenes de experiencias, asertos que conciernen a un saber específico, sea filosófico, político, médico o de otro tipo.

Los primeros los escribió Heráclito de Éfeso y posteriormente esas sentencias se infiltraron "en todas las épocas" a través de autores muy diversos, explica León.

"Hoy el aforismo es de una actualidad vibrante, ubicado en las cálidas tierras de las letras latinoamericanas, donde encuentra su propio caudal", en escritores como el colombiano Nicolás Gómez Dávila, el mexicano Carlos Díaz Dufoo, o el argentino Antonio Porchia, explica León en el prólogo de su obra dedicada a Monsiváis (1938-2010).

"América Latina carece de poderes retentivos"; "Todo lo intenso debe ser efímero"; "El destino de la mujer es el sometimiento"; "Nos convertimos en lo que contemplamos" o "La inestabilidad es la norma", son algunos de los aforismos rescatados por León que estaban contenidos en la obra de Monsiváis.

Hay otros con una ironía que atormentará a cualquier lector: "La estabilidad es la frivolidad"; "La flojera del mexicano más bien se llama desempleo"; "El signo de la normalidad es la pobreza"; "Todo cambia, todo se transforma, todo sigue igual"; o "Solo se admiten preguntas que cambien la vida".

"Le gustaba mucho el género", explica León en una entrevista con Efe a propósito del lanzamiento de la recopilación.

Explica que un buen aforismo introduce la ironía o el sarcasmo, maneja conceptos opuestos, y encierra siempre "una dosis de buen humor siempre", todo lo cual está presente en los de Monsiváis.

"Él quiso sentarse a hacer un libro de aforismos. Nunca lo hizo. No tuvo tiempo de hacerlo. Por eso la propuesta fue sacarlos", señaló León, apoyado en este proyecto literario por el editor Braulio Peralta.

Fue Peralta quien le propuso a Francisco León tomar once libros de Monsiváis y siete textos independientes del cronista mexicano y tratar de encontrar allí los aforismos que estaban encerrados.

"Creo que los hacía de una manera deliberada y consciente iba regando aforismos por todas las páginas para jugar con el lector, 'a ver, descúbrelos', como una apuesta de él", explica el compilador.

Un filón de los mismos hay en la obra "Los rituales del caos" (1995) pero también en otros de sus libros.

"Son tantos aforismos y tan bien hechos, es tanta la calidad aforística, que esto me lleva a sospechar que él apuntaba los aforismos de manera consciente, deliberada, y los iba soltando. Es un aforista consumado aunque estén dispersos en toda su prosa", asegura León.

Según el autor mexicano, que conoció a Monsiváis en los años ochenta y conversó con él sobre aforismos en varias ocasiones, los del fallecido cronista encierran una "lucidez espeluznante".

"Hay aforismos donde habla del metro, de lo 'naco' (de mal gusto o inculto) en México, la clase media, las aspiraciones de los nuevos ricos, la ropa de marca... Es un crítico feroz de todo lo que es México, sus usos y costumbres", apunta.

Aparte del libro sobre los de Monsiváis, el autor cuenta con otros tres dedicados a este tipo de sentencias titulados "El gesto de la angustia" (1986), "Destellos" (1989) y "Pensamientos de Gog" (2002), que contienen en total unos 3.000 aforismos.

Actualmente ya no escribe este tipo de construcciones literarias breves pero en 2012 planea lanzar una antología de aforismos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter