Desde muy atrás, los libros se realizaban a través de las copias que estaba a mano de escribas profesionales y no, y que no fue algo ajeno a los libros del Nuevo Testamento, por tal razón, a la hora de los críticos textuales realizar su labor han de tomar esas copias, que mas bien, son copias de copias. Ahí esta el gran dolor de cabeza de la crítica textual de reconstruir el Nuevo Testamento a partir de copias de copias, de copias de copias, muchas de ellas con elementos que trae grandes dificultades, como: letras confusas, manuscritos deteriorados entre otros elementos. Los críticos textuales tienen diversos principios metodológicos para llegarse al mejor manuscrito según el criterio: el criterio de antigüedad, preferencia de lectura más difícil, preferencia por la lectura más breve, atestación múltiple, preferencia de la lección no armonizante entre otros criterios.
Mi objetivo por ahora no es hablar sobre crítica textual, sino del libro: Jesús no dijo eso de Bart D. Ehrman. “Aprender griego fue una experiencia sumamente emocionante. Los principios básicos del idioma se me dieron bastante bien y siempre estaba ansioso por saber más. No obstante, en un nivel mas profundo, el estudio de esta lengua fue también una experiencia perturbadora, tanto en términos personales como para mi concepción de las Sagradas Escrituras”. Siendo este uno de los principales impuso que tuvo el escritor para escribir este libro, no es de menos mencionar, las variantes de experiencia que tuvo entorno a sus años en el cristianismo. Nace en una época conservadora a mediado de los 50. De familia que iba a la iglesia episcopal de Lawrence, Kansas, todos los domingos. Su madre era quien inculcaba las enseñanzas de la Biblia. “La Biblia tenía un lugar muy especial en casa, sobre todo mi madre, que ocasionalmente nos leía pasajes y se preocupaba por verificar que hubiéramos entendido sus historias y sus enseñanzas éticas (aunque no tanto sus doctrinas)”
Acercándonos un poco mas al texto, el libro “Jesús no dijo eso” esta compuesto por siete capítulos, que van desde los comienzos de la escrituras, pasando por los copistas de los primeros escritos cristianos, los textos del Nuevo Testamento: Ediciones, manuscritos y diferencias. Búsqueda de los orígenes: Método y descubrimientos. Originales que importan. Alteraciones del texto por motivos teológicos. Los mundos sociales del texto. Conclusión: cambiar las Escrituras. Escribas, autores y lectores.
De acuerdo a mi apreciación, el autor no me ofrece nada nuevo. Las informaciones que sustentan sus críticas las encontramos en otros textos que han servido de soporte para su presentación. Ahora, hay algunas informaciones que se deben considerar, no todo el libro es información sobre información. Este escritor nos proporciona algunos ejemplos sobre algunos pasajes de la Biblia, donde nos muestra los motivos que llevaron a los copistas a realizar dichas alteraciones, motivos que van desde la formación teológica de los copistas y su contexto histórica, desde la mala formación de ser un escriba no profesional, hasta las influencias de algunos copistas por los constantes debates y controversias durante los siglos II y III “ en el sentido de que podemos dar por sentado que la mayoría de los escribas que modificaron sus copias lo hicieron de forma semiconsciente o con buena intención. Lo cierto, no obstante, es que una vez que alteraron sus textos, las palabras de éstos se convirtieron, literalmente, en otras palabras, y estas palabras alteradas, como era inevitable, incidieron en la interpretación de los lectores posteriores.” Entre otros factores menos relacionado a las controversias teológicas, como: el papel que desempeñaban las mujeres en las primeras iglesias cristianas, la oposición a los judíos y la defensa del cristianismo contra sus adversarios paganos
“como señalé al comienzo de este libro, empecé a ver el Nuevo Testamente como un libro muy humano. El Nuevo Testamento, tal y como lo conocemos, entendí, era el producto de manos humanas, de las manos de los copistas que se habían encargado de trasmitirlo” “Mi opinión personal al respecto es que ello seria ir demasiado lejos. No significa que niegue que existan dificultades para la reconstrucción de unos originales que puedan revelarse insuperables. Un ejemplo simple de ello: si Pablo dictó su Epístola a los Gálatas y el escriba que tenía como secretario oyó mal una palabra porque alguien en la habitación tosió, la copia (original) ya contenía un error. Cosas mas extrañas se han visto. Con todo más allá de los imponderables, el hecho es que tenemos manuscritos de cada uno de los libros del Nuevo Testamento, todos ellos son copias de manuscritos anteriores que eran a su vez copias de copias; y la cadena de trasmisión tiene que terminar en algún punto, en ultima instancia, en un manuscrito obra de un autor o de un secretario del autor…. Por tanto, al menos en este sentido, no es absurdo continuar hablando de un texto original”.
Comentarios
Aquí puedes conseguir el artículo que mencioné. Se titula «La invención de las Escrituras:
La formación del Nuevo Testamento proto-ortodoxo», que va en la línea del tema de la proortodoxia, que conversan. Es el capítulo 11 íntegro de Cristianismos perdidos.