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Me hace correr: Inventario de una vida


"La unica posiblidad de descubrir los limites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible"
  
Reinó por un instante el silencio, el olor de la humedad y la tenue luz de certeza que asecha a la habitación, fueron tan solo motivos que tomaron por sorpresa al pequeño niño, quien hace poco tenía su mirada muy distante del plano físico, como si estuviese tejiendo historietas de un mundo desconocido, se veía enloquecido por los placeres que solo otorga la niñez, su inocencia.


Papa...prorrumpió el hijo- con la capacidad que tiene el ser humano de exteriorizar y hacer parir una pregunta que trascienda los límites de quietud que rodea la atmósfera. En cuanto hubo un completo silencio, hablo con una voz muy clara y lenta, como si estuviese dictando sus memorias: ¿Es evidente, que durante un tiempo te he contemplado, pero hay algo que no logro entender a mi corta edad y las preguntas me danzan buscando un aire de respuesta, a esta loca pasión o profesión que ha sido de tu vida: Correr, qué es? 


El padre lo miro fijamente en medio de todas esas meditaciones que eran de las más sensatas. En aquel momento el murmullo de los pájaros se interponía abrumadamente entre ambos haciendo denotar que el astro se iba imponiendo en el día. Hijo, puedo exponértelas en muy pocas palabras, aunque hay cosas que resultan tan dolorosas como difíciles de decir y por eso no profundizaré más de lo necesario, el correr se trata de una operación del alma, es tan inevitable, cuando estamos así, tan situado en el ecuador del sol, cuando sentimos la pasión del amor, a sabiendas de que  la naturaleza continua su progreso y operación, así como nosotros los seres humanos dependemos de las leyes generales de la materia, así es este sentimiento intenso que domina la voluntad, y que de algún modo perturba la razón, como el amor, el odio, los celos y la ira. Correr ha sido la materia prima de la historia, ha sido el momento decisivo de las grandes decisiones de las naciones. De manera, hijo, eso que te sorprende, es mi vida.


De vez en cuando la miraba del hijo transitaba de una lado a otro, sentado con una de las manos en la rodilla, como el que espera ser arrollado por una continua ráfagas de respuestas, mientras su padre se ataviaba con una camiseta de franela color verde para emprender con pasos firmes una vez más el camino que por año ha sido su vida y la cual ha sido el paso anticipado del definitivo regreso del humo en el camino de la libertad, en busca de ese continuo acto poético entre los pies y las huellas que deja el tiempo .


Hijo, en una ocasión un filósofo expreso: Un hombre sabio adecua su creencia a la evidencia. No tengo la idea de presentarme, por lo pronto como el más probado corredor, y es lo que me interesa aclarar en estos rasgos de contraposiciones que pudiese surgir de esta conversación, pero nosotros somos seres que a diario buscamos, vemos los resultados del correr o de cualquier otra actividad física y nos embarcamos en proponer razonamientos contrario a la experiencia sensible de otros. Saber y conocer, entrenar y echarse al ruedo son elementos tan naturales y fundamentales en el sentido lato, que es lo que nos lleva a formalizar la certidumbre por auto-convicción que detrás del corre, más que dejar soltar las piernas, hay salud, alivio en los niveles de estrés, siendo este ultimo un dolor de cabeza para el hombre.


El hijo, con esa fe del hombre que piensa, en la medida que su padre iba deshilando cada una de sus respuestas, solo podía apreciarse el tono afirmativo que no podía ocultarse ante la inflexión objetiva de sus planteamientos, una fe solo en su lado objetivo, que se transforma en una fe de puro contenido real, es el panorama que ahora se dibuja con palabras entre ambos.


Hijo, ningún testimonio, al parecer, es suficiente para establece el milagro del correr, a no ser que tal milagro sea un conducto de falsedad, de dolor de un hecho que intentamos mostrar. Como todo en la vida de algún modo tiene su pizca de dolor, de escoger o dejar, pues ya desde del veinte, tu madre venía arrastrando el dolor para traerte al exterior, así mismo es esta profesión, sentirá sensaciones aflictivas de una parte del cuerpo, pero este no será obstáculo para continua demostrando a tus más cercanos, que si se puede llegar a la meta con una sonrisa, que si se puede expulsar el gozo interno a la exterioridad y crear conciencia que hay que hacerlo-cierto y entendible, que el correr es pura emoción sin importar que estemos solo o en grupo.


Ya el sol podía apreciarse en el horizonte, esa aprehensibilidad se notaba a medida que iba izándose ante lo que era-siendo la penumbra de la mañana, para dar aviso que el tiempo apremia para correr en este mundo-circundante en el cual vivimos. Ahora no eran dos, sino tres, como un triángulo que conversaban: el hijo, el padre y el mundo exterior que gritaba: Ya es tiempo.


Hay algo más que ser en el mundo, más que la mera realidad entre las cosas, aunque percibimos aquello que luego decimos con los instrumentos que disponemos, que ni nuestro ser ni el ser mismo por mas teorías creadas en el laboratorio mental, llegara a una respuesta, aun mas abarcador, que la operación trascendental que solo experimentan los que se hacen corredores-prácticos. En lo práctico entendemos no poder tener todo, pero si podemos decidir tomar esto o esto otro, y esto otro supera nuestras expectativas que no es imposible de completar.


Ya con la firme convicción de entender la saludable enfermedad de su padre, todo aquello transcurrió en un te agradezco que haya sido mi despertador desde tempranas horas de la mañana, cada uno de nosotros es lo que es, no serás un héroe para otros, pero lo eres para mi, desde hoy he sido contagiado por con tu pasión


Vamos a correr, papá


Alberony Martinez
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