Yo estaba hace unos días en la Fnac con mi hijo de cinco años cuando
de repente alargó la mano y cogió un libro al azar. "Toma, te lo
regalo", dijo. Era Cómo vivir. Una vida con Montaigne, de Sarah
Bakewell (Ariel). Yo no sabía nada de este libro, aunque sí había leído
algunos ensayos del filósofo francés, en torno a los cuales Bakewell
construye su peculiar biografía. Lo compro y lo leo subrayando frases
como "nada en la vida debe ser tomado en serio" o "abandona el control".
En casa compagino esta lectura con los cuentos de Jack London
(Alianza), que suelen tratar sobre hombres solos avanzando agónicamente
por el paisaje helado. En Amor a la vida el protagonista salva la suya in extremis
matando y comiéndose al lobo que le persiguió durante días. Pero no
todos los personajes de London tienen tanta suerte como este.
También entré en una tienda en la que me topé con el último libro de David Grossman, Más allá del tiempo,
que devoro en el camino de vuelta a casa, completamente rendido a su
extraordinaria y onírica combinación de poesía y teatro acerca de la
pérdida y los caminos de la mente.
Entonces me doy cuenta que todos estos libros tratan sobre lo mismo: la supervivencia. Y para ese fin, completo los días viendo Louie, la serie del cómico neoyorquino Louis C.K., que es casi mejor que Montaigne.
El Pais
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