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México llora la muerte de su gran cronista: Carlos Fuentes

La repentina muerte del gran cronista de México, el escritor Carlos Fuentes a los 83 años al mediodía de ayer en el Hospital Ángeles del Pedregal de la capital mexicana debida a una afección cardiaca, conmocionó profundamente al mundo de la cultura y a la sociedad de este país. La noticia del fallecimiento del autor de La región más transparente saltó en Twitter e inmediatamente corrió como la pólvora por las redacciones de los medios de comunicación y ocupó las pantallas de los canales de televisión, que interrumpieron su emisión con programas especiales.
El presidente Felipe Calderón se apresuró a expresar sus condolencias pocos minutos después de conocer la noticia en su cuenta de Twitter: “Lamento profundamente el fallecimiento de nuestro querido y admirado Carlos Fuentes, escritor y mexicano universal. Descanse en paz”.
El gigante de las letras mexicanas, autor de obras como La muerte de Artemio Cruz, Aura, Tierra Nostra o Gringo viejo, que recorren los avatares políticos y sociales de la segunda mitad del siglo XX de México, era un colaborador habitual de periódicos, entre ellos EL PAÍS. Ayer se publicó el que probablemente sea su último artículo, en el diario mexicano Reforma (con suscripción), dedicado a los retos del socialista François Hollande, nuevo presidente de Francia, un país que conocía bien tras haber sido embajador de México en París en los años setenta. Fuentes cerraba su artículo así: “Nota mexicana. Me preocupa e impacienta que estos grandes temas de la actualidad estén fuera del debate de los candidatos a la presidencia de México, dedicados a encontrarse defectos unos a otros y dejar de lado la agenda del porvenir".
El novelista se había manifestado en los últimos meses muy crítico con la falta de capacidad política e intelectual de los tres candidatos a la presidencia de México en las elecciones del próximo 1 de julio y decididamente contrario a la guerra frontal contra el narcotráfico lanzada hace seis años por el presidente Calderón, que ha causado más de 50.000 muertes. Pese a ello toda la clase política lamentó ayer de forma unánime su muerte.
El escritor Héctor Aguilar Camín comentó: “Es una muerte inesperada, estaba con las maletas hechas para emprender el siguiente viaje. Fue un personaje extraordinario, de vitalidad única en las letras hispanoamericanas, de gran riqueza mental, biográfica y literaria. Es una pérdida mayor. Muere en plenitud, en un momento de plena lucidez”.
Álvaro Mutis, el novelista colombiano residente en México, calificó el fallecimiento como “una catástrofe muy grande”. “Tenía un sentido crítico para todo el manejo de los problemas literarios en donde la ambición está siempre en primera fila”, añadió. Mutis conoció a Fuentes hace 50 años y juntos construyeron una amistad “muy cordial y muy sólida”. “Era magnífico para colocar a cada quien, a cada escritor en su lugar”, afirmó.
A Jorge Volpi, amigo de Fuentes desde hace 15 años, la mala noticia le sorprendió en Madrid. “Siempre es triste la muerte de un escritor, pero para mí la de Carlos es más cercana a una muerte en la familia. Ya antes de conocerle cambió mi vida. Quería estudiar filosofía pero leí Tierra Nostra y decidí convertirme en novelista. Carlos Fuentes convirtió México en su principal tema y como diplomático que era lo abrió al mundo. Como Balzac hizo de México una metáfora de la condición humana”.
El historiador Enrique Krauze, que mantuvo profundas desavenencias políticas con Fuentes en el pasado por la cercanía del escritor al expresidente Luis Echeverría, comentó ayer a EL PAÍS: “Fue un autor de novelas y cuentos perdurables, con una presencia política muy vigorosa. Creo que el centro de su creatividad fue el lenguaje, lo renovó y enriqueció de manera incesante y admirable”.
Por su parte, el escritor Xavier Velasco afirmó: “Fue mi maestro. Lamento no poder haber hablado con él pero nos queda su obra. Dentro de cien años nadie se acordará de los nombres de los miembros del Gobierno pero todo el mundo seguirá leyendo a Fuentes”.

El autor de La región más transparente fue el catalizador y arquitecto del boom latinoamericano de los años sesenta del pasado siglo. Tendió puentes entre las diversas generaciones literarias mexicanas, desde sus maestros hasta los más jóvenes. “Era muy generoso con los escritores que empezaban. Le mandaban su manuscrito y se lo leía”, comentó el escritor Jorge F. Hernández, colaborador de la revista Letras Libres. “El mejor homenaje que le podemos hacer es seguir leyéndole”, añadió.
Hijo de diplomático, siempre sintió la tentación de la política. En 1975 fue nombrado embajador de México en Francia y durante su gestión abrió las puertas de la legación a los refugiados políticos latinoamericanos y a los antifranquistas españoles. En 1977 renunció al cargo en protesta por el nombramiento del expresidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz, bajo cuyo mandato se produjo la matanza de estudiantes de Tatleloco en 1968, como primer embajador de México en España tras la muerte de Franco. El Gobierno federal prepara para el miércoles un homenaje nacional al escritor.

El País

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