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Dialogo con José Alcántara Almánzar y Andrés L. Mateo “La civilización del espectáculo”

Desde muchísimo antes de que ganara el Premio Nobel de Literatura, cualquier obra de Mario Vargas Llosa despierta gran interés. Sucedió con sus grandes novelas, como “La casa verde”, “Conversación en la catedral” o “La guerra del fin del mundo”; y con sus formidables ensayos, como “El viaje a la ficción” o “La orgía perpetua”.

 Su libro más reciente, “La civilización del espectáculo”, no ha sido excepción, y es leído con avidez por intelectuales, por sus seguidores y el público interesado en el tema de la cultura.

“La civilización del espectáculo”, título inspirado en el ensayo de Guy Debord, “La sociedad del espectáculo”, llama particularmente la atención porque propone una hipótesis provocadora: la desaparición de la cultura y su sustitución gradual por la diversión, a la que el autor le añade reiteradamente los apellidos banal y frívola.

En palabras del propio Vargas Llosa durante una entrevista en Madrid en el programa “La noche blanca” que produce y conduce el escritor y periodista español Fernando Sánchez Dragó, “el concepto de cultura, que era muy claro e identificable, ha ido  a lo largo de los últimos 30 o 40 años ensanchándose para abarcar y representar tantas cosas a la vez, que hoy prácticamente no quiere decir nada (...) Todo es cultura y nada es cultura, porque ésta ha pasado a ser una forma de entretenimiento”.

Por la indudable importancia de esta obra y el gran prestigio de quien la escribió, hicimos un acercamiento a la misma con la ayuda de dos grandes intelectuales dominicanos, cuyo trabajo creativo y crítico ha sido reconocido con el Premio Nacional de Literatura: José Alcántara Almánzar y Andrés L. Mateo. Alcántara está totalmente de acuerdo con el planteamiento de Vargas Llosa; Mateo, lo acepta con reservas.

JAA:  Yo estoy de acuerdo, estamos viviendo un momento de completa transformación, de metamorfosis, de lo que conocemos como cultura que, en su noción tradicional, está en completa decadencia.

Alcántara culpa de ese descalabro a la economía de mercado, manera elegante de llamar al capitalismo con sus aciertos y atrocidades.

El mercado, bueno porque satisface necesidades y malo porque las inventa hasta convertir al consumidor en un súbdito que vive casi exclusivamente para mantener funcionando el sistema, víctima de su eterna demanda de bienes que muchas veces no requiere, sería para Alcántara el banalizador por excelencia, en cuanto debe echar mano de la superficialidad, del facilismo, para poder llenar tanto deseo insatisfecho.

“Ese imperio que es el mercado, auxiliado por la publicidad, ha influido en la trivialización de la cultura; fijémonos, si no, en la televisión, cuya programación, en su generalidad, carece de buen contenido”.

Por su parte,  Andrés L. Mateo reconoce el proceso de banalización de la cultura que denuncia Vargas Llosa, pero advierte una exageración en su preocupación por este fenómeno.

ALM:  Lo que en realidad está desapareciendo es la concepción de la cultura proveniente de la modernidad, porque en las condiciones del mundo posmoderno, que es el que vivimos, la cultura no puede seguir siendo lo que era.

Mateo indica que la banalización de la cultura y los aspectos de la vida que envuelve habrían surgido con la expansión del aparato productivo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

“A la experiencia negativa que se vivió durante esa quiebra de la razón, le sobrevino un proceso de trivialización en el que lo importante para la gente era vivir, divertirse, gozar el espacio efímero de la existencia”.

La industria del entretenimiento, fortalecida por medios de comunicación cada vez más poderosos, fue convirtiendo esta fuga de la realidad en una manera de ser. Este fenómeno se repetiría con la guerra de Vietnam y se potenciaría, acaso como una estrategia, durante la de Irak y de otras colaterales.

¿Estaría, entonces, alentando la banalización que mortifica a Vargas Llosa el mismo sistema que él defiende a capa y espada? Irónico.

Una obra menor.  En La civilización del espectáculo, Vargas Llosa parece evidenciar una visión estática de la cultura. Aunque considera exagerada la tesis de T.S. Eliot contenida en su obra “Notas sobre la definición de la cultura” (1948), por momentos da la impresión de que suscribe sus postulados, como la necesidad de las élites y la idea de que la democratización de la cultura solo se logra con su empobrecimiento.

“La cultura debe ser de una minoría –dijo Vargas Llosa en la referida entrevista–. Es un ideal democrático muy generoso el que la cultura llegue a todos, pero la realidad es que no puede llegar de la misma manera a todo el mundo”.

Al respecto, Andrés L. Mateo sostiene que la cultura no es una esencia eternamente parecida a sí misma. “No puede serlo. Si uno concibe la noción de cultura como todo lo que vive, como todo lo que permite al ser humano transformar la naturaleza, entonces la cultura es siempre un siendo perpetuo. Y si bien es cierto que estamos ante una transformación profunda del concepto de cultura, ésta no apunta exclusivamente al proceso de banalización”.  José Alcántara, en cambio, no ve un anclaje decimonónico en la posición de Vargas Llosa, pues él revisa las teorías del siglo XX, desde Eliot hasta la “Cultura Mainstream” de Frederic Martel. “Lo que sí tiene es una visión pesimista, dolida, de lo que está sucediendo con la cultura en nuestro tiempo”.

En su primera obra después de haber obtenido el Nobel, Vargas Llosa aborda la situación actual de la cultura con la propiedad y la claridad expositiva que lo caracteriza, argumentando deliciosamente sobre temas como erotismo, espiritualidad,  política y comunicación. Uno echa de menos, sin embargo, el rigor académico y la riqueza de citas de sus otros ensayos, y nota que éste se trata de un largo discurso, interrumpido por artículos periodísticos que lo fueron prefigurando, sobre lo que se comenta acerca de la cultura en reuniones, aulas,  medios de comunicación. ¿Están  Alcántara y Mateo de acuerdo?

ALM:  Lo que ha hecho Vargas Llosa con la cultura es analizarla como una variable metafísica del mundo posmoderno, valorando únicamente el aspecto de la banalización que puede producirse a partir del uso segmentado de los medios de comunicación, pero no se puede hacer del debate de un proceso histórico en movimiento un análisis metafísico, porque entonces se privilegia un solo aspecto de un fenómeno que es mucho más complejo.

JAA:  Este es un libro de los que se hacen para descansar, porque no es lo mismo escribir una novela como “El sueño del celta”, que seguramente le exigió a Vargas Llosa una profunda investigación y un gran esfuerzo creativo, que escribir un ensayo como éste, que se deriva de cosas que él ha venido escribiendo y pensando desde hace tiempo. No está atiborrado de citas porque no es un libro académico, sino un libro de un gran pensador y escritor que viene a ser un grito de alerta sobre lo que está pasando con la cultura.

Las frases

José Alcántara Almánzar

Este es un grito de alerta de un escritor e intelectual que está viendo que lo que él hace está siendo desvalorizado cada vez más por la indiferencia y la apatía”

Andrés L. Mateo

En definitiva, no hay un valor absoluto que defina la banalización como único elemento característico de la posmodernidad”.

Periódico Hoy

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