Ir al contenido principal

El farsante feliz. Un cuento de hadas para hombres cansados

Lord George Hell, mujeriego y jugador, cae perdidamente enamorado de una joven e inocente bailarina llamada Jenny Mere, a quien inmediatamente propone matrimonio. Ella le rechaza, alegando que sólo se casará con un hombre que tenga cara de santo. Así que él, desesperado, busca una máscara que llevará siempre puesta para engañarla hasta que finalmente ella cede. A partir de entonces, el poder de la máscara sorprenderá al propio George. El hábito, ¿hace al monje?
"Beerbohm escribió relatos, teatro, una novela, cuentos, conferencias y resulta que su obra es numerosa y breve porque solía publicar todo por separado, en ediciones bonitas, aunque terminara juntando los cuentos... Además fue un exquisito y refinado caricaturista y sus dibujos no se cotizan menos que sus escritos. Por ejemplo, el librito (más fábula que cuento) que acaba de publicar Acantilado, El farsante feliz. Un cuento de hadas para hombres cansados se publicó como The Happy Hypocrite en Londres, en 1897, pero más tarde se reeditó en su colección de cuentos Seven Men (1919), donde está sin duda lo mejor de su obra, por ejemplo el relato Enoch Soames, que tradujeron Borges y Bioy para su Antología de la Literatura Fantástica... Esa colección de cuentos y la frívola y refinada novela Zuleika Dobson (1911) es lo mejor de la escritura refinada, casi algo rococó a veces, de Beerbohm".
Luis Antonio de Villena,
El Mundo 



  I

Se cuenta que de todos los que alguna vez formaron parte de la festiva corte del Regente ninguno fue tan perverso como Lord George Hell. No merece la pena incomodar a los pequeños lectores con una lista completa de sus perversiones. Basta que sepan que era voraz, destructivo y rebelde. Me temo que es completamente cierto que se quedaba en la Casa Carlton hasta altas horas de la noche, entretenido en juegos de azar, y comiendo y bebiendo más de la cuenta. Su debilidad por la ropa elegante era tal que entre semana iba tan atildado como los parroquianos el domingo. Tenía treinta y cinco años y sus padres se avergonzaban de él.
Pero quizá lo peor de todo era el mal ejemplo que daba a los demás. Nunca, nunca se preocupó por disimular su perfidia, de modo que al cabo del tiempo todo el mundo supo lo monstruoso que era. Es más, creo que se enorgullecía de su monstruosidad. En su notable Contemporary Bucks [Personajes contemporáneos], el Capitán Tarleton sugiere que el innegable candor de Lord George, tomado como virtud, debería bastarnos para perdonar, si no todas, algunas de sus abominaciones. Sin embargo, por mucho que lamente contradecir a un autor fallecido, sostengo que el candor es encomiable sólo cuando revela acciones o sentimientos buenos, y despreciable en cambio cuando revela perfidia.

Boomerang

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...

Cine siglo XXI. Directores y direcciones

Además de explorar lo que en estos momentos se está produciendo en el ámbito cinematográfico en los cinco continentes, el objetivo principal de "Cine XXI. Directores y direcciones" es plantear cuáles son las obras pasadas que todavía mantienen su actualidad y ver de qué manera el pasado y el presente trazan un posible mapa del cine en el futuro. El criterio de partida ha consistido en incluir a los creadores en activo después del año 2000 (incluso cuando la mayor parte de su obra se realizara durante el siglo pasado), con la única premisa de que tuviesen detrás una obra importante, vigente o prometedora. También se ha procurado que cubrieran los diferentes formatos, contextos e impulsos en los que circulan hoy en día las imágenes en movimiento, desde las salas convencionales hasta los museos, desde el universo analógico hasta el digital... Para ello, se han tenido en cuenta los caprichos y limitaciones del medio, en busca de una nómina de directo...