Ir al contenido principal

Se reedita el célebre ensayo de Peter Brook 'El espacio vacío'

“Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que necesita para realizar un acto teatral”. Con estas palabras arranca El espacio vacío de Peter Brook, un ensayo que desde su aparición en 1968 se convirtió en un texto fundamental sobre teatro moderno. Reeditado ahora por Península con un prólogo del crítico Marcos Ordóñez, el libro confirma cuatro décadas después no solo su lúcido ideario sino su enorme vigencia.

Nacido en Londres en 1925 en el seno de una familia de emigrantes rusos judíos, con 22 años Peter Brook dirigía la Royal Shakespeare Company. Cuando El espacio vacío salió a la cale su autor ya era un reconocido director embarcado en recuperar la pureza de los orígenes teatrales. Tres años después, en 1971, Brook funda en París el Centro Internacional para la Investigación Teatral, y poco después, en 1973 convierte un viejo teatro quemado del norte de la ciudad, Les Bouffes du Nord, en sede de sus trabajos. En una entrevista de aquellos años, Brook explicaba el fondo de su gesta: “La dificultad real y absoluta es como ser, a la vez, totalmente humano y totalmente anónimo. Porque lo anónimo no tiene el color de la humano, y todo lo humano aplasta la pureza de lo anónimo. La única cosa positiva frente a esta dificultad, que, durante un momento, parece reunirnos, es que eso que llamamos teatro es un campo de experiencia donde este enigma puede ser confrontado”.

Según Ordóñez, El espacio vacío es “uno de los más claros, sabios, y más influyentes libros de teatro que jamás se hayan escrito” pero “un incomprensible equívoco” persigue a este libro desde su nacimientos.“Pese a tratarse de una obra tan clara y profunda como entretenida, mucha gente todavía cree, a tenor de su título, que es un texto sobre esencialismos escenográficos o, peor todavía, un tratado abstruso y teórico sobre teatro experimental según el signo de los tiempos: el caótico pero vivísimo de la década de los 60”, añade.

Dividido en cuatro apartados (Teatro Mortal, Teatro Sagrado, Teatro Tosco y Teatro Inmediato), Brook nos acerca a Chejov, Beckett, Grotowski, Merce Cunningham o Shakespeare en un “cóctel” cuyas notas dominantes son “la pasión, la ausencia absoluta de pedantería, el cuestionamiento de toda idea recibida, un suave pero efectivísimo sentido del humor, y una sensatez a prueba de ismos en una época que brotaba uno cada semana”.

Brook, que lucha contra un teatro amortajado y defiende el teatro capaz de ser verdad sobre un escenario o en un granero, cree en la infinita capacidad regenerado del género, en su permanente movimiento, algo que le hace afirmar en la recta final de su libro: “Al tiempo que se lee este libro va quedando atrasado. Para mí es un ejercicio, ahora congelado en las páginas. Pero a diferencia de un libro, el teatro tiene una especial característica: siempre es posible comenzar de nuevo. En la vida eso es un mito: en nada podemos volver atrás. Las hojas nuevas no brotan de nuevo, los relojes no retroceden, nunca tenemos una segunda oportunidad. En el teatro, la pizarra se borra constantemente”.

El País

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Los primeros exámenes confirman que Pablo Neruda padecía un cáncer avanzado

La historia oficial señala que el premio Nobel de Literatura Pablo Neruda murió a las diez y media de la noche del 23 de septiembre de 1973 en la clínica Santa María, de Santiago de Chile, a causa de un cáncer de próstata. Sin embargo, Manuel del Carmen Araya Osorio, el chofer chileno que trabajó a su servicio durante sus últimos meses, declaró en 2011 que murió envenenado mediante una inyección letal que le aplicaron en el estómago durante su convalecencia en la clínica, 12 días después del golpe de Estado que perpetró Augusto Pinochet. Tras conocerse la declaración del chófer, el Partido Comunista de Chile presentó una querella para conocer la verdad sobre la muerte de quien tal vez fuera su militante más conocido. Finalmente, los restos del poeta fueron exhumados el lunes 8 de abril en el balneario de Isla Negra, a la orilla del Pacífico, a 100 kilómetros de Santiago de Chile. Ahora, los primeros exámenes radiológicos y de tejidos orgánicos entregados al juez Mar...

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...