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“La historia es la gran ficción del ser humano”

Manuel Vilas está convencido de que la inmortalidad es un logro social, y la mortalidad una lacra. Vivimos en una sociedad obsesionada por sobrevivir: a las enfermedades, a la sociedad, a la familia, a las costumbres sociales. Sobrevivir a la vejez y a los desastres naturales. Este filólogo, poeta satírico, escritor del siglo XXI y sociólogo por placer, ha conseguido que tan solo dos meses después de la publicación de su novela, Los inmortales (Alfaguara), se haya traducido al francés bajo el título de On air. En ella hace una caricatura de nuestro tiempo a través de una serie de personajes imperecederos, que viven de incógnito en un mundo finito. “Estos inmortales son cómicos. Así pinto nuestro tiempo y buceo en las alienaciones de nuestro presente”. Dice que no le obsesiona la muerte, sino saber qué es la vida. “Lo único que me preocupa es el hecho de que se desvanezca el gozo de estar vivo”.

En las redes sociales y blogs, a Manuel Vilas (Huesca, 1962) se le conoce como “el escritor de la buena gente”. Una veintena de personajes surrealistas entran y salen de las páginas de esta novela irreverente, que satiriza todos los aspectos de nuestra sociedad: desde Ponti (Juan Pablo II), que es un inmortal que lleva 200 años casado con Mother T (María Teresa de Calcuta), y son una especie de superhéroes del futuro, pasando por un Stalin “muy pop”, Pablo y Vin (Picasso y Van Gogh), hasta un Juan Carlos I que parece, en palabras del propio autor, “un personaje de Reservoir Dogs”. “En todo lo serio de la vida, siempre hay un trasfondo que resulta cómico, y la historia de la humanidad es la gran ficción del ser humano”, explica Vilas, que dice que no le interesa lo irracional ni lo absurdo, y siempre intenta que todo tenga una explicación.

Como en sus obras anteriores, en Los inmortales hay un personaje que se llama Manuel Vilas. Tiene la capacidad de burlarse de sí mismo. “Se trata de un tema de identidad. Yo quiero entrar en las historias que escribo. Es una forma de participar en la ficción de mi persona. Es la única manera de cumplir todos mis deseos, porque en la ficción no hay límites”, argumenta para justificar su presencia entre los personajes de la novela.

El amor es, sin ser la temática explícita de la novela, el eje sobre el que gira el comportamiento de los personajes. “Los inmortales está estructurada en parejas: es un homenaje a Cervantes, fue él quien inventó la vida en pareja, el rompimiento de la soledad”. Vilas define su novela como una traslación posmoderna del Quijote, en la que sus personajes no distinguen de sexos y todos acaban enamorándose. “El amor es el único sentimiento que puede dar al hombre la plenitud”, sentencia.

El humor es el arma que emplea para iluminar las costumbres del siglo XXI: “Es una crítica a las nuevas alienaciones del poscapitalismo que vivimos, claro que no basta con decirlas, hay que hacerlas ficción y darles un relieve narrativo”. A pesar del baño de fantasía que, en muchos casos, puede llevar al lector a pensar que el autor ha llegado a un punto de enajenación mental, Vilas insiste en que la realidad siempre supera la ficción: “El mundo está loco, y por mucha imaginación que un escritor tenga, la realidad acaba dejándole corto. El mundo es imprevisible porque los que lo habitamos somos frikis. Unos frikis muy ordenados, pero somos frikis. Mi invención no lo es tanto al fin y al cabo, simplemente convierto la realidad en situaciones cómicas. Mis personajes no reconocen orden social ni político, son muy punkis… o muy tarantinianos. Pero en el libro no juzgo a nadie, juego con la ambigüedad de lo políticamente correcto o de la moral. Es un tema cervantino”.

Los inmortales está llena de guiños culturales en forma de comedia. Vilas es un fanático del humor: “La comedia siempre critica a la autoridad, la desautoriza y hace que pierda fuerza”.

El País

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