Ir al contenido principal

Polvo y silencio

Nuestra naturaleza es nómada y sin embargo el cambio nos aterra. Arraigados en cada momento de nuestras vidas, luchamos en vano contra la corriente. Queremos negar el paso del tiempo, que es nuestra única seguridad. Tratamos de aferrarnos al presente, quizás porque sabemos que no existe, que ya es pasado, que nada vuelve a ser, al menos no de manera idéntica. El lacónico héroe de la nueva novela de Tahar ben Jelloun es un solitario resistente, alguien que paradójicamente acepta el avance de los años pero no las transformaciones que los años traen. Mohamed Limmigri se resigna a la vejez, incluso la celebra, pero no las correspondientes consignas, cargos, deberes. Mientras sus colegas se alegran de ver venir el momento de la jubilación y abandonar el taller francés donde trabajan, Mohamed no quiere pensar en esa ruptura esperada por los otros como una liberación y por él como un castigo. Cuando se fue, hace cuarenta años ya, de su aldea natal para trabajar en esa Fransa casi mítica de tan lejana, el cambio fue brusco, terrible, y sólo con paciencia y concentrados esfuerzos logró hacerse a la nueva vida. Esa vida es ahora la suya, la rutina a la cual está habituado, y no quiere dejarla. La jubilación que le espera es para Mohamed un adelanto de la muerte.

Mohamed tiene, en la obra de Ben Jelloun, algo de universal, de alegórico; su apellido confirma, quizás un tanto estrepitosamente, su calidad de eterno exiliado. "El exilio", Ben Jelloun escribió en uno de sus anteriores libros, "es revelador de la complejidad del infortunio". Mohamed Limmigri, el inmigrante constante, el náufrago de la historia, encarna plenamente esta dolorosa complejidad. Musulmán fiel a las enseñanzas de su religión, opuesto a los excesos del radicalismo, Mohamed vive en una sociedad de racismo embozado, de muchedumbres que él teme y que lo ignoran. Hombre de pocos amigos, obrero que se pliega a las huelgas pero que no marcha en las manifestaciones, padre cuyos hijos se han alejado de él y de las enseñanzas islámicas, Mohamed es un solitario perdido en los vaivenes de nuestro tiempo. Su único compañero es un Corán, traído con él desde su aldea. "Lo envolvía en un paño blanco, un trocito del sudario con el que había enterrado a su padre. Ese libro era todo para él: su cultura, su identidad, su pasaporte, su orgullo, su secreto. Lo abría con delicadeza, lo estrechaba contra su corazón, se lo llevaba a los labios y lo besaba con pudor. Decía que todo estaba allí: los que saben leerlo hallan en él la filosofía del mundo, la explicación del universo". Pero Mohamed no sabe leerlo y el universo permanecerá cerrado para él. Ansioso de cumplir con sus deberes religiosos, Mohamed sueña con un peregrinaje en el que él será el único peregrino, como sueña con un mundo mejor en el que él podrá gozar de infinita y constante paz. De una manera terrible y cruel, su deseo se realizará.

El día tan temido de la jubilación, "el enemigo invisible", según Mohamed, "el enemigo turbio", por supuesto, llega, y Mohamed se ve obligado a partir. Ya en su aldea, consciente de que el destino le ha impuesto este regreso, Mohamed transformará este cambio en algo suyo, hará de esta imposición la realización de un viejo sueño. En un terreno cercano a la aldea, Mohamed construye la casa de sus sueños donde podrán venir a vivir sus hijos, donde todos serán felices. Acabada la casa, prepara una fiesta, invita a sus hijos y espera.

La literatura nos ha enseñado a descreer de felicidades anunciadas y el lector de El retorno sospecha que otros sufrimientos lo esperan. Los hijos nunca llegan, nadie viene a verlo, los días pasan en absoluta soledad. En este lugar del mundo, dice Mohamed, "no sucede nada, absolutamente nada". Lentamente, Mohamed se hace uno con la tierra que alguna vez dejó, se vuelve, como la tierra misma, polvo y silencio. Después, en la memoria de la gente, Mohamed "el inmigrante" adquirirá una estatura mística, sorprendente pero no inesperada. Como Bartleby, como Penélope, como Vladimir y Estragon, como tantos otros mansos rebeldes, Mohamed forma parte ahora de la hermandad de esperanzados resistentes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

El murmullo de las abejas

Título original:  El murmullo de las abejas         Autor:  Sofía Segovia Editorial: Lumen Año de publicación:2015 Año de edición :2016 Número de página:496 Genero: Ficción, Literatura, Realismo mágico, Histórica, Novela   El libro El murmullo de las abejas, como su escritora, Sofía Segovia, me llega por recomendación del algunos lectores, pues me habían hablado de lo maravilloso del texto. Una novela con un matiz tierno que expone por medio del realismo mágico la historia familiar anclada en los ojos de un  niño   en el discurrir de los inicios de la revolución de 1910 en México, pero con la salvedad de que en si la novela no es una novela historia, sino que pone pinceladas de los hechos históricos que salpicaron a la terrateniente familia de los Morales en Linares, Monterrey y Florida.   Leer el Murmullo de las abejas es posibilitarnos a creer, que aquellos que es inconcebible en la realidad, en la novela todo ocurre como algo nor...

Los primeros exámenes confirman que Pablo Neruda padecía un cáncer avanzado

La historia oficial señala que el premio Nobel de Literatura Pablo Neruda murió a las diez y media de la noche del 23 de septiembre de 1973 en la clínica Santa María, de Santiago de Chile, a causa de un cáncer de próstata. Sin embargo, Manuel del Carmen Araya Osorio, el chofer chileno que trabajó a su servicio durante sus últimos meses, declaró en 2011 que murió envenenado mediante una inyección letal que le aplicaron en el estómago durante su convalecencia en la clínica, 12 días después del golpe de Estado que perpetró Augusto Pinochet. Tras conocerse la declaración del chófer, el Partido Comunista de Chile presentó una querella para conocer la verdad sobre la muerte de quien tal vez fuera su militante más conocido. Finalmente, los restos del poeta fueron exhumados el lunes 8 de abril en el balneario de Isla Negra, a la orilla del Pacífico, a 100 kilómetros de Santiago de Chile. Ahora, los primeros exámenes radiológicos y de tejidos orgánicos entregados al juez Mar...