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El escritor discute con Lucifer acerca de la soberbia y la humildad

Satanás. Observo que el filosofo se aproxima a mi humilde morada.

El escritor. Algunas cosas son reales: el filosofo se aproxima, la morada puede ser humilde, o no, podemos discutirlo. Pero lo que está claro es que el habitante de la morada no tiene nada de humilde, más bien todo lo contrario. Yo diría que haces la soberbia tu razón de ser y existe, pese a que es algo que te ha costado caro.

Satanás. ¿Caro? Es a lo que uno se arriesga por decir cuadro verdades. Soberbio era mi jefe.

El escritor. De cualquier manera, yo supongo que debes de tener tu orgullo herido, porque hoy solamente eres para todos el Ángel Caído. El que desafió a Dios y fue derrotado, el que creyó que era más de lo que es.

Satanás. Creo que nuevamente tengo que poner las cosas en su lugar. Estas en presencia de alguien seguro de sí mismo, algo que muy pocos pueden decir. Porque con muchos como yo el mundo sería otro.

El escritor. Pero, hombre, si éste es el problema, que el mundo ésta lleno de individuos como tú. Y no quiero imaginarme que pasaría si hubiese muchos más. Tú eres un caso clásico, el de la criatura que no admite su condición de criatura y que trata de imponer su deseo frente a la divinidad. Pero la divinidad te marca los limites que debe tener tus deseos, y la soberbia te cuadra perfectamente. Nosotros, los humildes humanos, cuando mencionamos el termino nos imaginamos a Luis XV o Luis XIV en plena gloria. Pero tú sabes muy bien que la soberbia es cosa sencilla de todos los días. En tu afán de dividir y separar, te encanta que rija una desconsideración general hacia el otro.

Satanás. No me vengas con esa tonteria de la desvolorización. Lo que existe es la seleccion natural. Hay mejores y peores, y hay que ubicar a cada uno en su lugar.

El escritor. Ahi esta la cuestión. Con qué críterio, quién impone esa selección, quién decide lo que hay que seleccionar, frente a lo que no debe sr seleccionado, quiénes son los que deciden qué lugar le corresponde a cada uno. Nadie es mas frágil, más vulnerable y más inconsistente que un soberbio.

Satanás. Mi querido filósofo.... ¿Quieres decirme que, ademas de soberbio, soy debil? Tú tienes tus arranques de soberbia, ¿no?....

El escritor. Mea culpa, pero yo no creo que sea realmente soberbia; soy terco, discutidor y tengo una exagerada tendencia a querer tener razón. Pero no soy alguien que contradice a todo y a todos, como algunos que lo hacen para buscar notoriedad ya que de otro manera no lo conseguirían jamás.

Satanás. Sin embargo, tengo entendio que de niño ya era muy irrespectuoso...

El escritor. Yo, de niño, me preguntaba, y aún sigo haciéndolo, por qué razón debo callar la boca si tengo cosas sensatas que decir frente a algo que me parece una tonteria. Nunca sentí que fuera algo pecaminoso, pero debo reconocerte que uno de mis peores vicios ha sido el de querer tener siempre la razón. Mi madre era una polemista envidiable, y yo tampoco he sabido nunca quedarme callado, siempre he tenido una contestación.

Satanás. En eso te pareces mucho a mis amigos los gobernantes, de cualquier origen que sean. Pero debes reconocer que sin ellos el mundo andaría sin rumbo.

El escritor. Esos son los peores, y sobre todo aquellos que se esconden detrás de una máscar de humildad que es absolutamente ficticia. Esos politicos o generales o religiosos que no tienen ningún pudor en asegurar que no quieren cargos y que si los toman es por hacer un servicio público. Esos personajes son aquellos a quienes luego les quitas el cargo y no paran de conspirar contra el que los reemplazó. Nada es pero que la falsa humildad.

Satanás. En eso coincido plenamente contido. Yo no soporto ser humilde, ni falso, y mucho menos honesto.... digo hipócrita.

Voy a aprovechar para pensar en todo lo que tiene que agradecrme mi fecunda existencia a lo largo de la historia. Que es algo asi como una autocrítica, pero al revés.

Fragmento:
Los siete pecados capitales
Fernando Savater

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