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De El Alamein a Zem Zem

REINO DE REDONDA


El 9 de junio de 1944, a los tres días de haber desembarcado con su regimiento en las playas de Normandía, Keith Castellain Douglas caía en Tilly-sur-Seulles, cerca de Bayeux. Sólo tenía veinticuatro años, pero ya había escrito los mejores poemas bélicos de su generación -‌admirados por T S Eliot y por Ted Hughes-, además del muy notable De El Alamein a Zem Zem, en el que narra sus experiencias durante la campaña aliada en el Norte de África. 

Nacido en 1920 en Tunbridge Wells (Kent), Douglas era un hombre complejo, un individualista de personalidad algo anárquica y displicente, siempre dispuesto a obrar por cuenta propia y a enfrentarse a la autoridad cuando le parecía preciso, lo que le valió no pocos problemas a lo largo de su vida. 

Cuando estalló la guerra, Douglas se alistó de inmediato, pero no fue enviado a Oriente Medio hasta julio de 1941. Como dice en su libro, «pensaba que la experiencia del combate era algo que debía adquirir. Con independencia de los  cambios que se puedan producir en la naturaleza misma de la guerra, el campo de batalla es el sencillo escenario principal de la misma: es en él donde ocurren las cosas interesantes». 

La guerra del desierto ocupa un lugar aparte en la historia de la Segunda Guerra Mundial, por lo particular del lugar en que se desarrolló y por las connotaciones románticas que, a diferencia de la mayoría de las campañas del conflicto, indudablemente posee: el espíritu de Lawrence de Arabia no es ajeno a las aventuras de las «ratas del desierto» del VIII Ejército británico. No deja por eso de ser una guerra, con su acostumbrado séquito de muerte y devastación, y en De El Alamein a Zem Zem Dou­glas consigue retratar con brillantez tanto la extrañeza del marco geográfico, en el que el hombre parece estar de prestado, como el horror de los hechos que en él transcurren.

De la Nota sobre el autor de Antonio Iriarte 

Un tipo raro que iba a morir

(Prólogo)
La noche del 23 de octubre de 1942, una barrera de casi mil cañones del Octavo Ejercito británico, al mando del general Montgomery, descargaba una tormenta de fuego sobre las posiciones del Africa Korps, con la intención de castigarlas duramente, ablandarlas lo más posible y abrir una brecha para un posterior ataque con infantería y blindados. Comenzaba la primera fase (Operación Lightfoot) de la que iba a ser una de las batallas más importantes y míticas de la Segunda Guerra Mundial: El Alamein.

     Ocho días después, Keith Douglas, un jovencísimo teniente -veintidós años-, desertaba de su puesto en la retaguardia para incorporarse a su regimiento de blindados (los Sherwood Rangers), en esos momentos en primera línea de fuego. Estudiante de Literatura e Historia en Oxford, Keith Douglas ya había escrito y publicado varios poemas, alguno de ellos tan premonitorio como el titulado «Simplify me when I'm dead».

      En su macuto, además de mudas y utensilios de aseo, llevaba una orden de incorporación a su regimiento falsificada por él mismo, un ejemplar de los sonetos de Shakespeare en la edición de Penguin, y recado de escribir. Por fin, después de dos años de destinos burocráticos, iba a tener la posiblidad de combatir. «Había cambiado -nos dice- una existencia imprecisa y general por otra simple y particular... y acaso corta.»

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