Ir al contenido principal

Mis memorias

Casi desde sus comienzos como cronista y novelista, Salgari obtuvo un notable éxito de público. En sus últimos años, era el escritor con mejores ventas de Europa: algunas de sus ochenta y cuatro novelas superaron la cota hasta entonces desconocida de los cien mil ejemplares y tuvo multitud de imitadores, como Luigi Motta o sus propios hijos. Sin embargo, Salgari vivía acosado por la penuria, trabajando como un forzado de la pluma para editores que le estafaban con impávida constancia [...] Un día se hartó, cogió uno de los yataganes modelo Sandokán que coleccionaba y se hizo el hara-kiri, no sin dejar una nota para sus verdugos: «A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, sólo os pido que en compensación de las ganancias que os he proporcionado os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma». Tenía cuarenta y nueve años.
Fernando Savater

PRIMERAS PÁGINAS

I
LA PRIMERA DE MIS ÚLTIMAS PÁGINAS

Escribir las propias memorias, cuando las luces de la esperanza van amortiguándose, cuando ya no se está en condiciones de desear nada en la vida, cuando se está cansado por el trabajo hecho a lo largo de los años y por las mil luchas soportadas, no es cosa fácil ni agradable.
Sin embargo, en mi caso, esta tarea no es sino una necesidad y un deber. Y yo no intento substraerme a la obligación, porque deseo que mis hijos y cuantos me amaron y me conocieron a través de mis libros, saquen, de la sincera narración de mi extraña vida de aventuras, aquellas enseñanzas y aquella áspera voluntad de batallar, aquel deseo de aventuras y de gloria que yo quisiera estuviesen infundidos en el alma de todos los jóvenes italianos. Mis memorias serán, por eso, el coronamiento de toda mi obra: la síntesis, el epílogo.
Escribo estas líneas en una melancólica mañana de enero, mientras el cielo está gris y todo es gris en torno mío. Pero la constancia, para llevar a término esta especie de testamento moral, no me faltará. Al menos así lo espero.

Boomerang

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Los primeros exámenes confirman que Pablo Neruda padecía un cáncer avanzado

La historia oficial señala que el premio Nobel de Literatura Pablo Neruda murió a las diez y media de la noche del 23 de septiembre de 1973 en la clínica Santa María, de Santiago de Chile, a causa de un cáncer de próstata. Sin embargo, Manuel del Carmen Araya Osorio, el chofer chileno que trabajó a su servicio durante sus últimos meses, declaró en 2011 que murió envenenado mediante una inyección letal que le aplicaron en el estómago durante su convalecencia en la clínica, 12 días después del golpe de Estado que perpetró Augusto Pinochet. Tras conocerse la declaración del chófer, el Partido Comunista de Chile presentó una querella para conocer la verdad sobre la muerte de quien tal vez fuera su militante más conocido. Finalmente, los restos del poeta fueron exhumados el lunes 8 de abril en el balneario de Isla Negra, a la orilla del Pacífico, a 100 kilómetros de Santiago de Chile. Ahora, los primeros exámenes radiológicos y de tejidos orgánicos entregados al juez Mar...

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...