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Azúa cree que "la democracia total ha acabado con la poesía y la novela literaria"

Madrid, 22 may (EFE).- El pensador, novelista, poeta y ensayista Félix de Azúa, que ya escribió su autobiografía en torno al mundo del arte, publica ahora "Autobiografía de papel", un recorrido por la historia de la escritura de los autores de su generación en la que confirma que hoy "la poesía y la novela literaria han muerto".

"La democracia total o totalitaria tiene que igualar todo, no por maldad, ni por mediocridad -que va a producir mucha- sino por su necesidad de igualación, no se pueden producir excepciones", argumenta hoy a Efe Félix de Azúa, para explicar que la democracia total ha contribuido a esta mutación o transformación en la cultura Occidental.

"Se ha pasado de un sistema de élites y oligarquías del siglo XX a la actual democracia total. Algo así como el paso del Antiguo Régimen a las democracias burguesas del ochocientos, sólo que en esa actividad bifronte que es la escritura y la lectura", escribe De Azúa (Barcelona, 1944) en "Autobiografía de papel" (Mondadori).

"Hoy está claro que la novela se está acabando. No se ve a ningún Faulkner por ningún lado, ni a Viriginia Woolf, lo que más se parece a eso es un sudafricano: Coetzee, de otra tradición, o David Foster Walace, ya muerto, o algún Houellebecq", precisa De Azúa, que narra en este libro de forma muy poética y literaria su experiencia por los géneros que ha transitado: la poesía, la novela y el ensayo.

Sin ningún tipo de desilusión anímica o nostalgia, con ironía y fina lucidez, repasa la historia de la gran literatura del siglo XX, a través de su grupo generacional, pero no solo la historia de España sino también la de fuera, la de Europa y América.

Y todo empieza cuando en los setenta, un Azúa jovencito se fue a Francia a fregar platos y allí brillaban, por ejemplo, Jean Cocteau, Aragón, Bretón, René Char, Camus, y en España todavía estaban vivos Gerardo Diego, Vicente Aleixandre o Jorge Guillén.

Un arco de tiempo que termina hoy con un espacio que el autor dedica al periodismo, un sector fundamental, en su opinión, para que esta democracia total ejerza el control y el nivel de igualación.
"Ahora no importa ni la obra ni la cosa, solo el espectáculo". Ni lo críticos, los libros se sitúan en el mercado gracias a la publicidad", subraya.

A Azúa, que vive en Madrid, "por no aguantar la situación política de Cataluña", se le sitúa en la generación de los Novísimos, junto con Pere Gimferrer, Leopoldo Panero, Vicente Molina Foix, Ana María Moix o Guillermo Carnero, entre otros, una generación que amaba la poesía. "Fue lo más, todo, la piedra de toque de todo el siglo XX, pero hoy no", recalca.

"Hoy es otra cosa y la mitad de la poesía que se hace ahora es periodismo, pero de un periodismo distinto, del mundo nuevo, porque estamos en un momento bisagra; aún quedan cosas del mundo antiguo pero están agonizando", dice.

"Se escribe -continúa- sobre cosas actuales y las novelas que se escriben no son arte, son productos artesanos en su mayoría para entretener, como por ejemplo las últimas novelas de (Mario) Vargas Llosa, muy buenas, pero pura artesanía, no arte".

Y en relación con los ensayos, asegura que no son tampoco como los de Foucault o los sesudos de Lévi-Strauss.

"La generación de Benet (uno de los pilares para Azúa, al igual que Ferlosio) tenían a Ortega o Unamuno, y ahora está José Antonio Marina, o Punset, o a un nivel un poco mas superior Sloterdijk o Zizek. Este nivel los ha igualado la democracia total, que no es una democracia de competencia sino de igualización", añade.

Pero en este libro, intenso y ligero a la vez, el autor de "Historia de un idiota contada por él mismo" no añora ningún tiempo pasado.

"Soy enemigo de cualquier melancolía o nostalgia, el mundo es siempre el mismo. Tengo una cría de un año y cuatro meses (a la que dedica el volumen) y le digo: este es el mundo en el que vas a vivir, ni mejor ni peor que el mío, ni que el de mis abuelos. El mundo es aquello con lo que uno se encuentra y tiene que formarse. Lo que sí procuro es ser lúcido y este es un libro descriptivo, no es un libro de juicios", concluye.

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