Ir al contenido principal

Breve historia de los libros prohibidos

Ha habido, hay y habrá muchas razones para querer que ciertos libros desaparezcan de la faz de la Tierra: morales, políticas, religiosas... e incluso personales. Pero hasta ahora nadie había intentado recopilar y explicar los casos de censura y autocensura que se habían producido en la literatura. Por primera vez, Werner Fuld nos invita en esta documentada y amena obra a repasar la historia universal de los libros prohibidos, que se remonta a los autores de la Antigüedad clásica y llega hasta nuestros días: desde Ovidio hasta las obras actuales que son silenciadas en China y en países musulmanes; desde autores tan reputados como Flaubert, Baudelaire, Lorca, Joyce y Nabokov hasta oscuras novelas eróticas o los numerosos textos incluidos en las listas negras de los diferentes regímenes totalitarios modernos. Breve historia de los libros prohibidoses una obra ineludible para cualquier amante de la lectura interesado en conocer la cara oculta de la literatura.
Prólogo
Si verdaderamente los dictadores hubieran tenido el poder en que creían con tan terca obstinación, buena parte de la literatura universal no existiría. Que las obras hayan sobrevivido a pesar de todas las persecuciones y prohibiciones es tan notable como la convicción de los perseguidores -refutada una y otra vez durante siglos- de que con la muerte del autor se extinguen también sus ideas. Los gobernantes de todos los tiempos y culturas -desde el rey ilustrado hasta el jefe tribal primitivo y fundamentalista, desde Augusto hasta el secretario del Partido Comunista de China- han sido incapaces de comprender que las ideas tienen más fuerza que las leyes.
La historia de los libros prohibidos no habla solamente de una cadena de opresión, obras destruidas y autores asesinados: también ofrece la crónica de la victoria de la palabra sobre el poder. Con su inmenso arsenal de medios de control, las autoridades han dedicado ingentes e infatigables esfuerzos a la localización, persecución y eliminación de las obras proscritas, pero todo su empeño ha sido en balde: los manuscritos prohibidos se han seguido leyendo, los libros confiscados en un lugar se han podido adquirir en otro. Hoy, todo intento de encerrar dentro de las fronteras del propio país los sitios de Internet con contenidos incómodos está condenado al fracaso. Así pues, la historia de las prohibiciones es, fundamentalmente, la historia de la supervivencia de la memoria humana almacenada en los libros.
Para salvar de la destrucción un manuscrito y transmitirlo a la posteridad se requiere implicación personal y valor cívico. Desde el exilio de París, Heinrich Heine escribió en el epílogo de su Romanzero: «He entregado a las llamas con medroso afán los poemas que contenían la menor impertinencia contra el buen Dios. Más vale que ardan los versos que el versificador». Huelga decir que esto es tan exagerado como falso: Heine tenía suficiente conciencia de su propia valía para no censurarse y, además, la amenaza de las represalias físicas era cosa del pasado... o así se creía entonces: nadie contaba con que volviera a perseguirse a la gente por motivos políticos o religiosos. Sin embargo, en determinadas coyunturas históricas el verso más insignificante puede ser la chispa que encienda el fuego de la resistencia. El escritor argelino Boualem Sansal, distinguido con el Premio de la Paz de la Asociación de Libreros Alemanes en 2011, fue privado de sus derechos civiles por oponerse al cinismo de los poderosos con sus libros, prohibidos en su país. Si bien Sansal aún vive en Argelia, otros han muerto en circunstancias no aclaradas y muchos han huido de la dictadura del silencio. Por ello, queremos dedicar un recuerdo a los hombres y mujeres que, en situaciones críticas, han arriesgado la vida para salvar de la destrucción libros prohibidos. Debemos a su valentía algo más que simples libros.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss...

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr...

Cine siglo XXI. Directores y direcciones

Además de explorar lo que en estos momentos se está produciendo en el ámbito cinematográfico en los cinco continentes, el objetivo principal de "Cine XXI. Directores y direcciones" es plantear cuáles son las obras pasadas que todavía mantienen su actualidad y ver de qué manera el pasado y el presente trazan un posible mapa del cine en el futuro. El criterio de partida ha consistido en incluir a los creadores en activo después del año 2000 (incluso cuando la mayor parte de su obra se realizara durante el siglo pasado), con la única premisa de que tuviesen detrás una obra importante, vigente o prometedora. También se ha procurado que cubrieran los diferentes formatos, contextos e impulsos en los que circulan hoy en día las imágenes en movimiento, desde las salas convencionales hasta los museos, desde el universo analógico hasta el digital... Para ello, se han tenido en cuenta los caprichos y limitaciones del medio, en busca de una nómina de directo...