Ir al contenido principal

Contra aquellos que nos gobiernan

El primer capítulo de este libro bien podría leerse como un cuento extraordinario, lo que nos recuerda que Lev Tolstói es uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Pero a partir de ese relato, nos propone un ensayo feroz, tal vez el más importante del autor, y en cualquier caso un hito y un referente en la historia del pensamiento político, la crítica económica y la insubordinación no violenta.
Contra aquellos que nos gobiernan es un texto escrito contra la clase política y sus abusos, por supuesto, pero también contra la clase financiera y sus expolios, y contra todos los intelectuales y economistas que actúan de forma cómplice con una maquinaria que perpetúa la explotación y la desigualdad. Este libro es, pues, una crítica absolutamente radical tanto del capitalismo (entendido como un sistema de explotación del hombre por el hombre) como del marxismo (entendido como un mero reformismo que mantiene la ideología utópica del progreso, el consumo y el crecimiento ilimitado). En este sentido, Tolstói se revela como un pensador tan lúcido como visionario: desentraña los vínculos estructurales entre las formas esclavistas del pasado y la servidumbre difusa, aunque igualmente opresiva, del capitalismo contemporáneo y futuro; prevé las crisis de deuda como única salida para un sistema que se protege tratando de extender el «confort» y el «lujo» para «todos»; y se anticipa a la hora de proponer tanto fórmulas vinculadas al decrecimiento y la economía sostenible como un modelo de resistencia no violenta que sirvió como inspiración fundamental e imprescindible para Mahatma Gandhi o Martin Luther King.
Escrito en 1900 y absolutamente vigente, este ensayo se ocupa ya de manera explícita de aquello que hoy nos preocupa a tantos: el retorno a la naturaleza, a la simplicidad, a la salud, a la libertad, a la dignidad moral, al trabajo enriquecedor y a un modelo de felicidad perfectamente practicable. Y propone cómo hacerlo.
I
     Un factor de la vía férrea Moscú-Kazan, encargado de pesar las mercancías en una estación de esa línea, me contó un día, durante una larga conversación, que los braceros que se ocupan de poner los bultos en la báscula trabajan treinta y seis horas seguidas sin descanso.
     Tenía confianza plena en mi interlocutor, pero me costó dar crédito a sus afirmaciones. Creí que se engañaba o exageraba, o que yo no comprendía el sentido exacto de sus palabras.
     Sin embargo, los detalles que me dio después acerca del modo en que trabajan aquellos desgraciados no me permitieron seguir dudando. Me aseguró que en la vía férrea Moscú-Kazan hay doscientos cincuenta braceros sometidos a tan terrible labor. Forman grupos de cinco hombres y se les paga a razón de un rublo o de un rublo y quince kopeks por mil puds de mercancías cargadas o descargadas.
     Llegan por la mañana, trabajan descargando durante todo el día y la noche siguiente, y luego, al salir el sol, van al muelle de carga y trabajan allí hasta la noche. Así, en el espacio de cuarenta y ocho horas, únicamente disponen de una noche para dormir.
     Su trabajo consiste en remover y desplazar bultos que pesan entre siete y diez puds cada uno. Dos hombres del grupo cargan los fardos sobre la espalda de los otros tres, que los transportan. Por ese trabajo cada uno gana algo menos de un rublo cada cuarenta y ocho horas. Trabajan sin descanso, los domingos y festivos igual que el resto de días.
     Como decía, aquella relación detallada no me permitía ya dudar. Pero deseando verificar todo esto por mí mismo, fui un día al muelle de carga y descarga. Allí encontré al factor, a quien declaré que quería comprobar la exactitud de sus palabras. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter