La vigilancia de las fronteras se ha convertido,
en los últimos años, en un gran negocio. A partir de la década de 1990,
las empresas privadas de seguridad y la industria del armamento han
descubierto que el control de los inmigrantes puede ser una gran fuente
de ganancias. La mayor empresa de seguridad, G4S (que dedica una
INTRODUCCIÓN
El
germen de este libro surgió a partir de una constatación y de un
interrogante. Los últimos veinte años del pasado siglo y los que van del
presente han sido testigos de la progresiva conversión de la
inmigración en un tema polémico que rara vez abandona la primera línea
de actualidad. Es cierto que, desde la década de 1960, el número de
migraciones se ha triplicado a lo largo y ancho del planeta. Pero esta
evolución cuantitativa podría considerarse como fruto del orden
establecido: después de todo, la mayoría de las recientes oleadas de
desplazamientos de poblaciones han sido y continúan siendo previsibles
para todo aquel que sepa observar la marcha del mundo. Cuando la
coalición internacional tomó la decisión de derrocar al régimen de
Muamar Gadafi en marzo de 2011, ¿acaso no podía imaginar que una de las
primeras consecuencias de su intervención militar sería la de provocar
el éxodo de un gran número de extranjeros que se encontraban en Libia en
ese momento? Este número ha sido estimado en un millón y medio. Por el
contrario, todo ha tenido lugar como si se tratase de fenómenos si no
inexplicables, al menos imposibles de prever. Y por si fuera poco,
existe por parte de aquellos que se encuentran a cargo de la «gestión de
los flujos migratorios » una sorprendente tendencia a presentarlos como
una amenaza, así como a prometer reiteradamente la instauración de
enérgicas medidas para controlarlos, sin dar nunca la impresión de
conseguirlo.
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