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Las desdichas, con letra entran

Los desvelos contemporáneos del mundo viven un momento especial estos días en Cartagena de Indias. Como un oleaje sereno, van y vienen en las charlas de la calle y en los conversatorios en los que participan casi cien autores de diferentes disciplinas en la séptima edición del Hay Festival Cartagena de Indias. Un evento cultural nómada que este 2012 cumple 25 años, desde que nació en la galesa Hay-on-Wye, y cuyo primer festejo tiene como escenario a la ciudad colombiana con invitados como Carlos Fuentes, padrino de la elección de esta ciudad hace varios años, Nélida Piñón, Michael Nyman, Ben Okri, Carlinhos Brown, Francisco Goldman, Joumana Haddad, Juan Gabriel Vásquez, Edmundo Paz Soldán, Santiago Gamboa, Claudia Piñeiro y Jonathan Franzen, uno de los más esperados y que hoy tendrá su encuentro con el público. Esta tarde, la nueva web de cultura de EL PAÍS publicará un vídeo-chat donde el novelista estadounidense responde a los lectores.

Pero no todo es perfecto en esta histórica y heroica ciudad amurallada en la costa colombiana. Los autores se muestran hechizados por la ciudad, sí, pero una vez empiezan sus conferencias o sus charlas con la gente en los hoteles o en la calle, la realidad del presente los envuelve como un ventarrón caribeño. Por la estructura de este certamen, y en especial en esta ocasión, no sólo son importantes las reflexiones de los autores invitados, sino, y sobre todo, las de las casi 35.000 personas que se espera que asistan a los 66 eventos previstos hasta mañana.

Los desvelos los igualan a todos. "Es una virtud del Hay, es un sello y una marca su sencillez y la manera como se interactúa con el público", destaca el escritor chileno Alejandro Zambra que asiste a su tercer Hay, tras los de Zacatecas (México) y Segovia.

En Cartagena de Indias todo se desacraliza. Es legendario… Hogueras para inquisiciones y fiestas; camándula para rezos y farras; mientras los cartageneros nunca han dejado de otear el resto del mundo desde su orilla del mar por donde entró y sigue entrando gran parte de la cultura de su país. La gente respeta, valora y aprecia a los autores más conocidos e importantes del Hay, de la misma manera que esperan con ilusión conocer nombres nuevos, charlar con ellos, saber qué piensan. Intercambiar opiniones e ideas. No importa que haya que madrugar para comprar una entrada y poder escucharlos. Incluso la boletería de algunos eventos se agotó rápido por la venta en Internet, cuentan Cristina Fuentes La Roche, directora del Hay Cartagena, y Diana Gedeón, directora de Logística y Producción. "La gente siente verdadero entusiasmo por la cultura y aún se respeta a los creadores y se esperan sus palabras. Consagrados o no".

"Me gusta mucho Fuentes. Lo he leído desde La región más transparente, pero también me muero de curiosidad por saber qué están haciendo los nuevos escritores. Saber qué piensan ellos", reconoce Catalina del Mar Tinocco. La misma experiencia que viven y esperan autores prestigiosos como la brasileña Nélida Piñón y el mexicano Fuentes: "Leer a los nuevos nos permite ver la continuidad de la creación. Que ninguna obra está acabada, que nadie ha dicho la última palabra".

Todo eso se refleja en los seis escenarios del Hay cartagenero. Así, entre los labios apretados y la sonrisa ante la cultura, viven estos días más que nunca los lugareños y un buen número de visitantes del resto del país.

Indignación es la palabra más comprendida aquí, ¿y crisis? un poco menos. "Aunque son palabras y conceptos hermanos. Nosotros siempre hemos vivido rodeados de indignación, de injusticias y agravios por todas partes, es nuestro pan de cada día. En cuanto a la crisis mundial, bueno, pues, es nuestro estado natural. Vivimos en el rebusque", reflexiona el joven periodista colombiano Hernando Flórez.

La primavera árabe también se ha abordado con la libanesa Joumana Haddad y el egipcio Khaled al-Berry. Sobre si ha sido flor de una temporada, la autora de Yo maté a Sherezade, dice: "El optimismo es un lujo que ahora no nos podemos permitir. Hay que seguir trabajando. Necesitamos más egoísmo en el sentido de que nosotras también tenemos derechos: tenemos un papel en la sociedad y necesitamos hacer algo para que ese papel sea respetado. Nos hace falta más indignación".

Todo tiene que reorganizarse y aprender de los errores, afirma Carlinhos Brown. El artista brasileño duda de que sea así, aunque conserva la esperanza. Él, que ha llevado una vida paralela y complementaria entre lo artístico y lo social, invita a que su presidenta Dilma Rousseff haga algo parecido ahora que Brasil es boyante: "Debería llevar a sus grupos y bandas de artistas por el mundo enseñando y transmitiendo un mensaje de ayuda y paz. Debería crear proyectos para sacar a la gente de la pobreza y no despilfarrar todo".

Es el Hay de los creadores y el bafle de las incertidumbres y miedos, y propuestas. Entre hoy y mañana habrá una sesión titulada: Ideas para el futuro. En ella varios de los autores invitados hablarán y el público complementará. Una momento donde la vida está cruzando sus caminos, de rutas pasadas que se juntan para buscar otros caminos. Una de las claves de este momento y de la propia vida la dio el jueves, primer día del Hay, el catedrático de Matemáticas de Oxford, Marcus du Sautoy, cuando en su conversatorio hablaba de La Alhambra y citó un texto japonés del siglo XIV: "En todo, la uniformidad es indeseable. Dejar algo incompleto lo hace interesante, como si hubiera espacio para que siga creciendo".

El País

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