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El fabuloso mundo de Juan Marsé

El escritor prepara un libro de relatos y toma notas para su próxima novela

Juan Marsé pasa bastantes horas en un abigarrado despacho de su cómodo y tranquilo piso del Ensanche de Barcelona. Está bastante ordenado y tiene los libros por orden alfabético. "Me ayudó a poner orden una bibliotecaria". Justo al lado, la biblioteca, con libros desde el suelo hasta el techo. "Tengo el índice en el ordenador, unos 3.500 libros". Ese afán de organizar le ha llevado, tras la publicación de Caligrafía de los sueños (Lumen), a revisar las carpetas en las que acumula notas y apuntes para novelas. "Saco algo en claro o se va todo a la papelera". Prepara la publicación de un libro con tres relatos que tenía "esbozados desde hace tiempo". "Tengo también una novela en la cabeza y ya he empezado a tomar notas". Probablemente, los adictos a Marsé tendrán que esperar. Afortunadamente, no es un escritor con prisas. Caligrafía de los sueños se ha publicado este año, seis después de su anterior novela, Lolita's Club. ¿Qué siente tras la publicación de un libro en el que ha invertido años? "Mientras escribo soy un escritor. Cuando lo acabo soy un señor, bueno, un señor no, un individuo que anda por las calles preguntándose si será capaz de escribir otra novela". En su mesa de trabajo se acumulan libretas, libretitas, potes y tazas con lápices, bolígrafos, carpetas, cajas, cajitas. "Me gusta mucho escribir a mano y así empiezo siempre. Escribo el primer capítulo a mano y luego lo paso al ordenador y voy corrigiendo". Admite que Joaquina, su mujer, se desespera, porque él nunca tira nada, ni un lapicito aunque apenas tenga punta. En las estanterías, su fabuloso mundo: imágenes y objetos de la muy sexi Betty Boop, personaje de dibujos animados que apareció en los años treinta del siglo XX. Fotografías de Ava Gardner y Rita Hayworth, jovencísimas. Varios barcos, un envase de linimiento Sloan, una pequeña palmera. Fotos de sus amigos, Jaime Gil de Biedma, Vázquez Montalbán... Pero lo que predomina son dibujos absolutamente irreverentes de curas y obispos, incluido el Papa, que le regalan quienes saben cómo piensa.

Libros de cine ocupan buena parte de las estanterías. Ahora ya no le interesa tanto. "El cine que me gusta se acabó. Eran películas de los años treinta, cuarenta y cincuenta, de aventuras, wésterns, melodramas. Me da la impresión que ahora se hace cine para adolescentes, con muchos vampiros y efectos especiales. No me interesa". Marsé, que se sorprende y horroriza al pensar que en unos días cumplirá 79 años, se ha dejado una sugerente perilla. "Explico que lo he hecho para ver si mis nietos me respetan más, pero afeitarse cada día es una lata, ahora me ocupa menos.

El País

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