Ir al contenido principal

Terence Fisher

Vinculado a la ya legendaria productora Hammer Films, para la que dirigió sus mejores películas, Terence Fisher fue un cineasta despreciado en su momento hasta que, en las últimas décadas, su obra se ha visto notablemente revalorizada y situada en el exacto lugar que merece. El cine de Fisher va mucho más allá de su aparente marco genérico. Sus ambivalentes imágenes y los vericuetos de su guión ocultan una serie de líneas temáticas que van desde la reflexión social hasta la psicológica, pasando por un tratamiento del miedo y el sexo que llegó a revolucionar el cine de terror en su momento imponiendo unas constantes de las que, a día de hoy, todavía se sirve el género. Esta mono­grafía, la primera publicada en castellano sobre Terence Fisher, explora toda su filmografía, prestando especial atención a su primera etapa como director y analizando minuciosamente cada una de sus películas.  

Terence Fisher, autor  
     En una entrevista realizada en París en abril de 1973, Terence Fisher reconocía ser un «prisionero de su éxito en el género fantástico», lo cual le impedía llevar a cabo un proyecto tan sencillo como, en el fondo, complejo, habida cuenta de su situación: una historia de amor. Esto nos debería conducir a una reflexión muy concreta: si su magisterio dentro del género de terror no era, en el fondo, más que el fruto de una profunda frustración como cineasta, al no poder realizar algunos de los proyectos que le resultaran más estimulantes o, incluso, personales. Cabe decir que Fisher jamás demostró un especial interés hacia el género que revolucionó, aspecto este que, quizá, fuera el detonante de que, durante décadas, únicamente se le considerara un mero artesano al servicio de las exigencias comerciales de una productora. Aunque el tiempo ha revelado que sus maneras fílmicas nada tienen que ver con las de un aplicado «asalariado», no es menos cierto que la especialización del cineasta en el marco del fantástico se debe a que este y no otro fue el camino adoptado por la Hammer a partir de un determinado momento.
     Sin embargo, más allá de estos aspectos, si se observa con atención y detalle la filmografía de Fisher (sobre todo, a partir de La maldición de Frankenstein [The Curse of Frankenstein, 1957]) podemos ver claramente que su prisma sobre el cine de terror se concibe siempre desde una perspectiva profundamente personal. Quizá, excesivamente personal para ser asimilada en un primer vistazo. Por ello, la obra de Terence Fisher no toma una única dirección que transite ni por las convenciones del género, ni por las exigencias del público, ni mucho menos por las imposiciones de los estudios. Es cierto que estos tres elementos no son obviados en su filmografía. Pero también lo es el hecho de que el cineasta siempre los concibe desde la superficie. Una superficie que integra un conjunto de inmensa complejidad donde (ahora sí) Fisher podía dar rienda suelta a todos sus deseos como creador e integrar (dentro de los cauces del fantastique) el tipo de historias que deseaba narrar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter