Parece que la crisis no ha saltado el charco, al menos para las
editoriales. A dos días de su conclusión, la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara (FIL) era este viernes un hormiguero de visitantes y
editores sonrientes por la buena cifra de negocio, según coinciden
todas las editoriales consultadas. La FIL no ha tenido este año la
efervescencia de otros. Pero el éxito de público y de ventas parecía
claro. “La feria este año tiene más vida, a la gente se la ve
entusiasmada y tengo esa misma sensación de las editoriales”, decía su
directora, Nubia Macías. Hasta el miércoles la habían visitado 250.000
personas pero las grandes aglomeraciones se producen sobre todo en los
últimos días, por lo que la organización confía en superar la cifra
récord de 659.898 de 2011.
Cifras y cultura
- La asistencia de público podría superar la cifra del año pasado de 659.898 personas.
- El aumento en las ventas de libros se cifra, según las editoriales, entre un 10 y un 15%, con respecto a 2011.
- La feria echa el cierre mañana. La jornada de hoy estará centrada en tres encuentros internacionales: Periodismo (con la presencia de autores como Martín Caparrós, Álex Grijelmo, Juan Villoro o Darío Jaramillo), Caricatura e historieta y un coloquio sobre Biodiversidad y recursos naturales.
La feria arrancaba con algunas dudas. Primero, por el premio a
Alfredo Bryce Echenique, que tuvo que entregarse a domicilio para evitar
una polémica mayor. Pero la sombra de ese escándalo se fue difuminando
según pasaban los días y salvo en contadas intervenciones, como la de
Elena Poniatowska, que proclamó que la cultura no puede ser ajena a la
ética, el tema apenas volvió a mencionarse. Los libros del escritor
peruano, por cierto, tuvieron una venta discreta en la feria, según las
fuentes consultadas por este periódico. Además, algunos editores dudaban
del tirón del país invitado, Chile, que repetía como protagonista
después de 13 años. Y por último no faltaban voces para recordar que en
esta edición no estaría presente ningún premio Nobel, frente a los dos
que intervinieron el año pasado, Mario Vargas Llosa y Herta Müller.
Pese a todo esto, con la FIL a punto de echar el cierre, las
editoriales participan del optimismo de la organización. Edgar Ángeles,
gerente comercial de Random House Mondadori, aseguraba el miércoles que
la venta iba “muy bien”. Según sus cifras, desde el sábado se había
vendido un 18% más que el año pasado, gracias sobre todo a tres libros: El manuscrito encontrado en Accra, de Paulo Coelho, las sagas de 50 sombras de Grey y Juego de tronos.
Carlos Ramírez, director general de PRISA Ediciones México, hablaba de
“muy buen año”. Hasta el miércoles el aumento de ventas era del 4%
respecto a 2011, que para ellos también ha sido positivo. Pero un día
después comentó que las ventas se habían acelerado mucho más. En su
caseta, el libro más vendido era El tango de la vieja guardia, de Arturo Pérez-Reverte.
Miguel Ángel Serrano, representante de Fondo de Cultura Económica,
coincidía en que la cosa va mejor que en 2011. Por lo menos, tan bien
como en 2010. Respecto a la edición anterior, sus ventas habían subido
entre el 12 y el 15% hasta el miércoles y esperaba terminar la feria un
5% por encima del excelente 2010, gracias sobre todo a Noticias del Imperio, de Fernando del Paso.
Las ventas de las distintas editoriales consultadas no muestran
tendencias temáticas claras. Pero más allá del aspecto comercial, lo que
la FIL 2012 ha mostrado, según diversos autores, es el vigor de la
narrativa latinoamericana. Tras un periodo en que los escritores
trataban de apagar la presencia de los padres del boom, la
literatura de la región presente en Guadalajara ha rescatado esos fuegos
y la explosión es ahora un verdadero bumerán. Aunque hay ensayistas y
poetas, la feria ha demostrado que la literatura en América Latina es
narrativa y muchos de sus representantes han presentado aquí sus nuevas
obras, desde la chilena Carla Guelfenbein, al peruano Alonso Cueto o al
mexicano Juan Villoro. Como si el continente se hubiera puesto a contar
lo que pasa con una sintaxis que arranca en Macondo y se prolonga hasta
la Sinaloa de Élmer Mendoza.
La sensación de los organizadores de la FIL es que también el mercado
de derechos literarios se había vigorizado. “Países como Chile, Perú o
Brasil, que nunca habían apostado a fondo en la feria, ya no solo
quieren vender libros, también abrir mercados”, asegura Macías. Según
sus datos, en el mercado de derechos participaron 122 empresas de 21
países distintos que tuvieron una media de 25 citas, 15 previamente
concertadas y otras diez que surgieron durante el evento. Más datos: el
número de profesionales creció el 14,4%, el número de editores el 31% y
el número de libreros el 22%. Y el negocio crece también fuera de
Latinoamérica: la FIL calcula que los editores chinos e indios que
vinieron a hacer negocios aumentaron en esta edición el 20%. Macías
encuentra parte de la explicación en la crisis que vive Europa: “Tal vez
la situación allá ha hecho que la gente mire más aquí”. Pero Carlos
Ramírez, director general de PRISA Ediciones de México, pide cautela con
ese argumento. “América Latina está creciendo económicamente y eso se
nota en un aumento sostenido en la venta de libros. Pero lo que
realmente impulsa el mercado editorial es la educación, y en eso, la
brecha entre Europa y esta región es aún enorme”.
¿Y qué dicen los escritores? Un veterano como Juan Villoro,
participante en 18 o 20 ediciones de la feria, dice que esta “ha sido la
mejor, por la implicación del público”. Entre los debutantes, la
argentina Betina González, que se alzó con el Premio Tusquets por Las poseídas,
asegura que “comparada con la de Buenos Aires, en Guadalajara hay más
relación entre la gente y los autores, aquella es más comercial, más
enfocada a vender libros”. Otro novato, también argentino, Eduardo
Sacheri, coincide: “La FIL es agotadora pero su atractivo es que hay un
montón de actividades entre nosotros y los lectores. Y eso es para mí es
lo más interesante. Fráncfort es un fiasco en ese sentido”.
El País
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