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El mayordomo es el asesino y otros mitos del crimen literario de la A a la Z

Londres, 9 mar (EFE).- El mayordomo que asesina, la biblioteca victoriana y el detective con gabardina marcan la historia de la literatura policíaca, que triunfó como pasatiempo en los largos viajes en tren en la Inglaterra del siglo XIX.

"Asesinato en la biblioteca: de la A a la Z en la ficción de detectives" expone hasta el 12 mayo en la Biblioteca Británica cincuenta novelas de los últimos dos siglos que convirtieron en icónicos a personajes, situaciones e incluso diálogos.

El "elemental, querido Watson", el Orient Express, la lupa, el servicio bajo sospecha, la institutriz misteriosa y muchas razones para acabar con la vida de alguien son elementos que se popularizaron en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

"Con el uso popular del ferrocarril en Inglaterra, las novelas de misterio se popularizaron y llegaron al gran público, que necesitaba entretenerse con algo. Antes se tardaba horas en recorrer lo que hoy nos supone 20 minutos", explicó a Efe Kathryn Johnson, comisaria de la exposición.

Desde entonces, este género ha crecido hasta constituir en la actualidad un tercio de las novelas en lengua inglesa que se publican, lo que obligó a la Biblioteca Británica a devanarse los sesos para escoger las piezas a mostrar, en muchos casos primeras ediciones.

El resultado es una distribución alfabética que comienza, como no podía ser de otra manera, con la A de Ágatha Christie, creadora del estoico detective belga Hércules Poirot, al que la considerada "reina del crimen" describió como un "asqueroso egoísta".

La escritora inglesa (1890-1976), que aseguró haber redactado su primera novela "El misterioso caso de Styles" (1920) en solo dos semanas, era mucho más benévola con su otro gran personaje, Miss Marple, basado en su madre y nacido en 1927, como puede verse en la exposición.

Christie es casi el único nombre propio destacado entre el resto de letras, que se centran más bien en personajes, como Sherlock Holmes, y en aspectos del género como Pistas, Eclesiástico, Forense, Xenofobia o Zodíaco.

Para poner constantes retos al lector, nada mejor que las pistas, que vivieron su mayor auge en los años 20 y 30, con obras como "Asesinato en Miami" (1930), de Dennis Wheatley (1897-1977), que incluía colillas, pelo humano y declaraciones ficticias de testigos para que el lector se convirtiera en detective.

"No creo que sea una coincidencia que estos puzzles y otros sistemas como los crucigramas aparecieran a la vez", señala Johnson, para quien el clima social en el periodo de entreguerras fue la "edad dorada" del misterio y aportó novedades, como la posibilidad de que el lector resolviese el enredo.

Como cualquiera puede atreverse a proponer un misterio -en la muestra puede verse hasta una novela del exjugador de fútbol Pelé, "El asesinato del Mundial" (1988)-, el recorrido ofrece consejos para redactar una buena historia policiaca.

El decálogo está elaborado por Roland Knox (1888-1957), un literato inglés que recomienda no incluir en la historia más de un pasadizo secreto, que el lector sea ajeno a los pensamientos del asesino o que se evite la aparición de gemelos en la trama.

"Siempre se debe empezar con un asesinato, ésa es la regla indispensable", apunta la comisaria, para quien el resto puede sufrir variaciones.

Como el investigador. No tiene por qué ser siempre un detective: puede ser un monje ("El nombre de la rosa" 1980, de Umberto Eco) o una dama ("La detective femenina" 1864, de Andrew Forrester, en la que aparecía la primera mujer que resolvió un crimen).

A veces se recurre a un crimen real como en "El asesinato de Road Hill" (2008), que reconstruye el asesinato de Road House en la Inglaterra victoriana, o "The Franchise Affair" (1948), que la escocesa Josephine Tey redactó utilizando el caso de Elizabeth Canning.

Pero todos coinciden en que el investigador debe trabajar de forma independiente a la policía, a menudo relegada a la categoría de "bufón".

"Es un valor seguro para los británicos saber que, si las autoridades fallan, nosotros podemos solucionar el problema", aseguró la comisaria de la muestra.
Por Cynthia de Benito.

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