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Caos entre los intelectuales

Fernando Savater publica 'Los invitados de la princesa', una novela sobre un desastroso congreso cultural que condensa sus filias y fobias y con la que ganó el Premio Primavera.

Hace dos años, cuando la erupción de "aquel volcán islandés de nombre impronunciable" colapsó el espacio aéreo de toda Europa, Fernando Savater se encontraba en Milán participando en un congreso de escritores y quedó atrapado varios días en el lugar hasta que logró encontrar disponible un coche de alquiler para regresar a España junto a otros asistentes. Aquello fue la semilla del libro que poco después empezaría a escribir, y que bajo el título Los invitados de la princesa (Espasa) obtuvo en febrero el Premio Primavera de Novela. En la estela de la "venerable tradición de Chaucer y Boccaccio", maestros de esos relatos en los que por una causa externa y fortuita un variopinto grupo de personas se ve obligado a convivir y esperar cruzando historias y debates, Savater ha escrito una obra de espíritu lúdico donde condensa sus mayores placeres y preocupaciones intelectuales, desde la hípica, la teología y la filosofía al nacionalismo, el terrorismo y el secuestro de la política por parte de la estupidez populista.

La excusa argumental que le permite tal recorrido es el Festín de la Cultura que organiza la presidenta de una república insular del Atlántico, un magno encuentro de escritores y artistas con el que la mandataria, amén de rendirse homenaje a sí misma, pretende poner a su pequeño país (imaginario) en el mapa turístico. "Y llegan los invitados y ocurre que un volcán de la isla entra en erupción y se quedan atrapados en la isla durante una semana", explica Savater, que estructura la novela en dos planos: por un lado, el narrador, un joven periodista vasco, levanta acta de ese caos creciente, en el que se revelan las perplejidades de la cultura contemporánea; y por el otro, siete personajes cuentan sendas historias, "todas con un punto fantástico y en una línea de humor", con las que el autor donostiarra se entrega a los géneros populares que tanto le apasionan: ciencia-ficción, terror, misterio, policiaco...

"He intentado contar siete historias con siete voces diferentes; no yo contando siete historias, sino siete miradas sobre las cosas", explica Savater, que también ha querido recrear "el ambiente de burbuja y enclaustramiento, de pequeños narcicismos y rencillas" que suele propiciar esa clase de congresos, y que él tanto ha "padecido... o disfrutado". En ellos ha podido constatar también la tendencia del poder a rebajar la cultura a un mero espectáculo, o a usarla como un adorno prestigioso. "Esas cosas están pensadas normalmente de de un modo folclórico, como apoyo a los gobernantes o para ensalzar un nacionalismo barato y cosas por el estilo. Siempre se va con el sueño de que desde dentro se van a poder cambiar muchas cosas. Vas con buena voluntad, piensas que dirás lo que quieres decir, que vas a ser crítico, ¡un revulsivo! Pero efectivamente ésta es una cuestión siempre polémica, porque los organizadores lo que quieren es que tú vayas a ensalzarlos y ya está".

A pesar de la gran variedad de temas que desfilan por sus páginas, "no es un libro de tesis", aclara. "Me he pasado la vida escribiendo libros de tesis y la gente estará ya un poco harta de leérmelos y yo desde luego de escribirlos. Ya he escrito demasiados libros didácticos y ahora, cuando hago literatura, quiero hacer disfrutar al lector. Lo que pasa es que a mí sólo me hacen disfrutar las cosas que tienen una cierta dimensión de inteligencia y reflexión. Nunca he entendido a esa gente que dice: esto es una tontería pero es muy divertido. ¡Si mi mayor reproche a los tontos es que son aburridísimos! Yo quisiera hacer un libro divertido, que haga disfrutar, pero de un modo inteligente y reflexivo, que no humille la inteligencia del lector, sino que la aumente. Ése es el propósito...". Savater confiesa además que después de 40 años enseñando filosofía en la universidad, y divulgándola para el gran público en ensayos de notable éxito, aspira ahora a "hacer otras cosas". "En una segunda parte de mi vida que preveo bastante más corta, quiero cumplir un poco ese sueño juvenil de ser literato".

Por ingenuos o por maliciosos e interesados, algunos de los personajes que aparecen en Los invitados de la princesa invitan a pensar en el destino del intelectual en el mundo actual, en el sentido y la vigencia que hoy tiene (o no) el término. "La cultura está bastante mal", sostiene el autor, que observa una "falta de espacios para hacer oír voces", tendencia que la crisis ha agravado hasta convertir el debate público riguroso en un "erial". Y además hay algo que a Savater le parece "curioso": "Últimamente hemos oído muchas voces críticas, lo que desgraciadamente no ha pasado en los últimos años. En ciento y pico días de Gobierno del Partido Popular estamos oyendo más voces críticas sobre la situación de las que oímos durante los ocho años anteriores, en los que estuvimos descendiendo por la pendiente que nos ha llevado adonde estamos ahora".

El escritor, que tanto -y tan directo- ha escrito sobre ETA y la compleja relación de la sociedad vasca con aquélla, cree que "se está haciendo demasiado caso" a ETA en estos momentos, aunque no por ello deja de albergar "muchas esperanzas". En cualquier caso no ha desaprovechado la ocasión, y no es la primera, de incluir en el desarrollo de su novela a un grupo terrorista integrado por bobos de solemnidad. "Eso lo tengo muy claro. Si los saco en el terreno de la ficción, lo hago para reírme de ellos. Ya sé que tienen un lado truculento y trágico y todo eso, pero yo no voy a darles el gusto de sacarlos para que den miedo, yo lo que quiero es que causen risa".

diariodesevilla.es

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