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En 2005, el novelista y periodista Francisco Goldman se casó con una radiante y joven promesa de las letras mexicanas: Aura Estrada. Poco antes de su segundo aniversario de bodas, Aura sufrió un terrible accidente nadando en las playas de Oaxaca y murió en un hospital de la Ciudad de México. Devastado por la pérdida, y culpado por la familia de Aura de su muerte, Goldman se sumergió en una espiral de dolor, entre los remordimientos por lo que fue y el anhelo de lo que ya no sería. Di su nombre -elegido de manera unánime entre los mejores libros del ano por The Guardian, The New York Times, y varias publicaciones más- es tanto una larga carta de amor como un intento desesperado por conservar cada detalle de Aura a través de la pasión compartida de ambos: la literatura.

Francisco Goldman reconstruye en esta novela su historia de amor trunca, donde el amor más profundo y el dolor que ocasiona su pérdida confluyen en una excepcional síntesis, que ha conmovido a los miles de lectores que se han adentrado en el mundo compartido con tanta intensidad por estos dos personajes, que parecieran extraídos de una hermosa tragedia clásica.

«Este libro contiene una escritura hermosa; descripciones hermosas y perceptivas de lugares, embates bellamente narrados contra la ciudadela de la pérdida, contra el firmamento del amor y la pasión, atisbos indelebles del yo como alboroto. Y demos gracias de que así sea, pues es una historia tan triste que únicamente la belleza puede redimirla». Richard Ford

«Una bellísima historia de amor y una extraordinaria historia de pérdida». Colm Tóibín  

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Aura murió el 25 de julio de 2007. Volví a México para el primer aniversario porque quería estar donde todo había ocurrido, en esa playa del Pacífico. Por segunda vez en el mismo año, volvería a casa, a Brooklyn, sin ella.

Tres meses antes de su muerte, el 24 de abril, Aura cumplió treinta años. Sólo faltaban veintiséis días para celebrar los dos años de casados.

La madre y el tío de Aura me acusaron de ser el culpable de su muerte. Y no es que me considere inocente. Si hubiera estado en el lugar de Juanita, yo también habría deseado que me condenaran a mí a vivir entre rejas, pero no por las razones que ella y su hermano dieron.

«De ahora en adelante, si tienes algo que decirme, que sea por escrito», eso me dijo por teléfono Leopoldo, el tío de Aura, cuando me comunicó que actuaría como abogado de la madre de Aura en el proceso en mi contra. Desde entonces no hemos hablado. 

Aura
Aura y yo
Aura y su madre
Su madre y yo
Un triángulo de amor-odio o qué sé yo
Mi amor, ¿de verdad está pasando esto?
Où sont les axolotls? 

Cada vez que Aura se despedía de su madre, fuera en el aeropuerto de la Ciudad de México o tan sólo para salir del apartamento por la noche o, incluso, al separarse después de haber comido juntas en un restaurante, su madre levantaba la mano y hacía la señal de la cruz para bendecirla mientras susurraba una breve plegaria pidiendo a la Virgen de Guadalupe que protegiera a su hija.  

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