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J.K. Rowling, asediada por la cultura woke tras la celebración del 20 aniversario de Harry Potter

Lo políticamente correcto llevado al límite vuelve a cebarse  con la autora de 'Harry Potter', que denuncia "suficientes amenazas de muerte como para empapelar" su casa.

J.K. Rowling, Ricky Gervais y los supervivientes de los Monty Python Michael Palin y John Cleese tienen algo común: a todos les ha llegado la onda expansiva de la cultura woke,versión siglo XXI de lo que en los años 80 conocíamos como lo políticamente correcto, amplificado por el ojo vigilante de las redes y por una conciencia social llevada al extremo en temas como el racismo o la identidad de género.

JK Rowling, sin ir más lejos, ha sido la gran ausente en las recientes celebraciones del 20 aniversario de las películas Harry Potter y ha recibido las críticas furibundas de los actores y de miles de fans por sus comentarios sobre las personas transgénero. La escritora, tildada de "feminista radical transexcluyente" (TERF, por sus siglas en inglés), asegura haber recibido "suficientes amenazas de muerte para empapelar" su casa en Escocia.

Rowling tuvo la osadía de criticar en Twitter el uso de la expresión "personas menstruantes" en junio del 2020. Desde entonces, y en plena pandemia, todo ha sido una carrera de obstáculos contra la autora de Harry Potterasediada en las redes al menor comentario sobre la identidad de género. Medio centenar de figuras de la cultura británica, como Ian McEwan y Tom Stoppard, salieron en su defensa en una carta abierta en The Sunday Times en la que la consideran víctima de "una tendencia insidiosa, autoritaria y misógina".

El actor Ricky Gervais, presentador de los Globos de Oro, sigue perseguido por su fama de "transfóbico" en las redes por sus frecuentes bromas, rubricadas hace un par de años con sus comentarios serios: "Necesitamos proteger los derechos de las mujeres, y no erosionarlos porque algunos hombres han encontrado una nueva y astuta manera de dominar a todo un sexo".

Gervais acaba de expresar su deseo de "vivir lo suficiente para sobrevivir a la generación woke" y asistir a un cambio de mentalidad en su país y en el resto del mundo: "No te pueden censurar lo dicho hace 10 años porque no sabes lo que va a pasar dentro de otros 10".

Michael Palin y John Cleese encajaron entre tanto con aspavientos las críticas del ya ex director de comedias de la BBC Shane Allen, que insinuó que los Monty Python no tendrían hoy por hoy sitio en la televisión pública británica "porque serían percibidos como seis tipos blancos y privilegiados de Oxbridge".

Michael Palin, coautor de gran parte de las bromas surrealistas del legendario Flying Circus, rechazó los comentarios de Allen como "estúpidos" y recordó el papel del grupo en la historia de la comedia televisiva. "La nueva ola de lo políticamente correcto está teniendo un efecto de máxima rigidez en la creatividad", denunció por su parte John Cleese. "No podemos organizar la sociedad para complacer a los más susceptibles, porque entonces tendríamos una sociedad neurótica".

Cleese, el mismo que solía repetir la cantinela de "Y ahora algo completamente diferente", decidió suspender de hecho una aparición en la Universidad de Cambridge por las escrupulosas reglas wokedel sindicato de estudiantes y por el temor a que le pasaran factura por sus lejanas imitaciones de Hitler (y también por el famoso sketch del loro muerto).

Rizando el rizo, Cleese considera que es literalmente imposible "hacer una broma woke ("woke joke", en inglés), por más que la BBC se empeñe en dar nueva vida a la comedia con Unsafe Space en su canal radiofónico, abierto a humoristas de todo el espectro político: de Tony Law a Nick Dixon, pasando por Andrew Doyle o George Zach.

"Los británicos hemos perdido el sentido de humor, y no es una cosa para reírse", advierte el locutor de la BBC 4 John Humphrys. "La autocensura se está convirtiendo en un acto reflejo. Estamos entrando en la era de la prohibición de las bromas. La libertad de expresión es lo que mantiene a una cultura tolerante y viva. Esto empieza a parecerse al Ministerio de la Verdad de Orwell: controlando lo que decimos acaban controlando lo que pensamos".

"Me temo que el arte de la comedia se está hundiendo", denunciaba por su parte la periodista y actriz Kate Copstick en el pograma radiofónico Taboo, consagrado a explorar los límites de lo permisible ante la también llamada "cultura de la cancelación".

"Aparentemente, la gente no mira más allá de sí misma y simplemente es incapaz de reír", aseguró Copstick. "Creo quela comedia está condenada a un futuro azucarado y con especias en el que todos tenemos que ser woke para no ofender".

El término woke fue incorporado por cierto en el 2017 al Oxford English Dictionary con el significado original de despiertobien informado o alerta ante cuestiones como el racismo, la desigualdad social o la discriminación de género. Con el tiempo ha ido adquiriendo un tono peyorativo, algo así como entendidillo, usado profusamente por los tabloides británicos con clara intencionalidad política para descalificar a la izquierda.

A Boris Johnson llegaron a preguntarle en su día si creía que el presidente Biden era woke, a lo que el premier respondió: "No hay nada malo en ser woke". Johnson ha sufrido también a su manera el impacto de la nueva ola de lo políticamente correcto.

Sus críticos no perdonan su viraje hacia el centro en temas sociales, por influencia de su esposa Carrie. Sus defensores confían en que sea capaz de recuperar su irreverente sentido del humor para aplastar a los snowflakes copos de nieve, otro término ofensivo usado para denigrar a los que se consideran despiertos

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