Título: Melmoth th wanderer
Autor: Charles R. Maturin
Traductor: Francisco Torres Oliver
Editorial: Destino
Año de publicación:1820
Año de edición :2012
Número de páginas:568
Genero: Ficción, Novela, Clásico, Literatura, Gótica, Horror, Fantasía
«La incertidumbre es el único mal contra el que no se puede establecer una defensa»
Maturin era un dublinés protestante y sacerdote excéntrico, tendencioso a sermonear y aficionado al baile. En 1820, escribió a su amigo el autor Walter Scott, para detallarle que estaba orquestando en una novela tan aterradora que gozaría de éxito igual a las escritas por autores de la escuela alemana como Schiller, Hoffmann, Goethe, los cuales gozaban de popularidad en ese momento.
Este clásico victoriano ha sido arquetipo para otras obras clásicas como El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y la novela Melmoth de Sarah Perry. Un texto que a la medida que penetramos en el misterio, comienza a desarrollarse una historia intrincada y escalofriante.Durante los últimos doscientos años, el maldito Melmoth ha estado buscando desesperadamente un escape del trato infernal que una vez hizo. Melmoth ha atravesado el mundo dejando destrucción y miseria a su paso, desde la España de la era de la Inquisición hasta una remota isla en el Océano Índico, y ha habido avistamientos recientes de él en el condado de Wicklow, donde nuestro narrador todavía está uniendo la historia.
La noche después de la muerte del tío de John hay una tormenta. John observa con horror desde la casa cómo un velero español se estrella contra las rocas. Mira a través de los acantilados y ve a un extraño riéndose maníacamente mientras los restos se estrellan contra las rocas. A la mañana siguiente, uno de los sobrevivientes del naufragio, un marinero español, se sienta con John y le cuenta su historia. Explica, ha sido visitado por un extraño mientras estaba detenido por la Inquisición española en Madrid. Después de escapar, se encuentra con un manuscrito que detalla el asesinato de una mujer en la misma ciudad. En ese manuscrito, el padre de la mujer conoce a un extraño en una posada, que le cuenta la historia de un hombre hambriento a punto de asesinar a su familia. El hombre hambriento recibe la visita de otro extraño, que le ofrece comida y salvación, por un precio. Historias, dentro de las historias, dentro de las historias. «La tarde era muy oscura; espesas nubes, avanzando como fuerzas de un ejército hostil, oscurecían el horizonte de este a oeste. Encima se extendía un azul brillante, aunque lívido, como el del ojo de un moribundo, donde se reúnen las últimas energías de la vida, mientras sus fuerzas abandonan a toda prisa el armazón y siente éste que no tardará en expirar».
Melmoth, como bien la describen, se parece a una muñeca matrioska gótica de ficciones una dentro de otra, teniendo como el hilo conductor al Errante, que se va moviendo por todos los niveles, nunca presente, pero siempre allí, del que se habla en susurros y rumores. Es aterrador en su ausencia, pasando por una pesadilla daedeliana que se entrelazan entre sí. La novela no es lineal, como "perlas en una cuerda" (una analogía que toma prestada de Aristóteles), sino que, como el Errante, salta hacia adelante y hacia atrás, diabólicamente fuera del tiempo.
Mas allá de las posibles debilidades que muchos ven el texto, donde apuestan a contradicciones, que bien no pudieran ser intencionada por el autor, como el caso de que ningún personaje tranzara su alma por los placeres mundanos, sin embargo Melmoth lo acepta poniendo en tela de juicio la moral, creo verle pinta al texto. Antes de Goethe, la historia de Fausto tenía una moral clara y simple: mientras Maturín pretende hacer lo mismo, claramente no lo hace, sea que esa fuera o no su intención todo el tiempo. Parece más probable que, al escribir su propia versión del personaje de Fausto, Maturin creara un personaje que asumió su propia personalidad distinta, fuera de los límites del control del autor. Esto muy bien puede haber sido lo que llevó a Balzac a decir que Melmoth fue uno de los mayores marginados sociales de la literatura, junto con Manfred de Byron y Fausto de Goethe.
Que me queda de este texto, unos excelentes diálogos, como olvidar el capitulo 22 que trata sobre que es el amor, donde Melmoth le cuestiona a Isidora. Así como el graneo de otras tantas reflexiones dispersas en todo el texto.
«Sí, me río de toda la humanidad, y de la impostura que se atreven a representar cuando hablan de sus corazones. Me río de las pasiones y los cuidados humanos: el vicio y la virtud, la religión y la impiedad; todo son consecuencia de minúsculos regionalismos y situaciones artificiales. Una necesidad física, una severa e imprevista lección de los pálidos y marchitos labios de la necesidad, valen por toda la lógica de esos vacuos desventurados que se han jactado de dominarla, desde Zenón a Burgersdyck. ¡Ah!, ella hace enmudecer en un instante toda la absurda sofistería de la vida convencional y la pasión transitoria»
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