En Europa, la emancipación espiritual con respecto a la iglesia tuvo como consecuencia el redescubrimiento de los autores antiguos, que se volvieron paradigmáticos para una cultura profundamente aristocrática.
La situación se transformó con el romanticismo, a partir de 1770. Los ciudadanos, que deliraban con la igualdad y la democracia, no podían admitir que la posición social estipulase las formas literarias consonante a este lema: verso y destino homérico para los nobles, prosa y situación hilarantes para el pueblo llano.
Por consecuencia se acentó como norma la literatura clásica y de concebir la literatura como imitación de la vida, algo que tuvo importantes consecuencias.
- El escritor dejo de ser un artesano que consumaba su labor siguiendo unas reglas preestablecida y se convirtió en un creador. De tal modo paso a ser un hermano pequeño de Dios y al igual de El, el escritor se creó mundos y personajes nuevos, pues su hermano mayor le había facilitado parte de ese don divino. A esta capacidad creadora y su portador recibieron el nombre de “genio”: una especie de sensibilidad suprasensorial que manoseaba la locura y que condenaba a sus portadores.
- Como ya la literatura no imitaba ni la realidad ni a los autores antiguos, se volvió original. Con su originalidad, ahora el escritor se acreditaba como creador. Encaminándose a entender a la literatura no como un hecho relatado con las mismas historias típicas, planteando que la experiencia de los autores antiguos ya no servían: el presente era siempre disímil y reivindicaba obras literarias nuevas, convirtiendo la literatura en expresar de forma distinta el espíritu de la época. La literatura tramitaba a los hombres las formas de reelaborar sus experiencias, convirtiéndolo en la historia de la experiencia de la humanidad.
En conclusión
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