Autor: Mircea Cărtărescu
Traducción: Marian Ochoa de Eribe
Editorial: Impedimenta
Año de publicación: 1990
Año de edición : 2015
Número de página: 240
Genero: Poesía, Epopeya, Experimental
A raíz del derrocamiento y ajusticiamiento del ex presidente de Rumania, Nicolae Ceaucescu, de 71 años y su esposa, así como algunos de sus allegados mas cercanos, por las atrocidades de gran magnitud, cuando las fuerzas de seguridad habían causado entre 60,000 y 80,000 victimas, según las ultimas estimaciones oficiales, esto dio al traste de que Ceaucescu, Elena, su mujer, vicepresidenta del Gobierno y presidenta de la Comisión de Control del partido fueran sentenciado condenatoriamente por delitos de genocidio, demolición del Estado y acciones armadas contra el Estado y el pueblo, destrucción de bienes materiales y espirituales, destrucción de la economía nacional y evasión de mil millones de dólares hacia banco extranjeros.
Lo antes mencionado es el punto de partida, cuando Mircea Carterescu por los años 1987 escribió El Levante, Para ese entonces profesor de un instituto en la Bucarest, con un pequeño apartamento sin calefacción, un hijo recién nacido y su esposa. Con pocas cosas para poner de manifiesto sus potencialidades creativas, entorno a la ficción. Con este panorama, pero especialmente con lo que se venia dando a exterior con la muerte del Nicolae y Elena Ceausescu, y mas luego ver estas dantesca imágenes, dio a lugar al puro escapismo como reacción a la realidad de la pobreza que lo acompañaba.
En El Levante todo es opulencia, un lenguaje que no elude los lugares comunes del folletín decimonónico, la caracterización de los personajes, sus acciones. El poeta Manoil se alía al pirata Yogurta el Tuerto y a su hijo, al que conoce de Cambridge (¡!), al espía Languedoc Brillant y al inventor Leónidas Antropófago para derrocar la tiranía en Rumania. En un folletín (evidentemente) la lucha tendría un final feliz, pero El Levante no es exactamente un folletín, sino más bien una reescritura del género presidida por la ironía posmoderna cuyo modelo es el
capítulo ‘Los bueyes del sol’ de Ulises. “Me he propuesto escribir una epopeya y crear una flor a partir de unas hojas muertas y olvidadas”, dice su autor, pero El Levante no es exactamente una epopeya tampoco, sino más bien un largo poema cómico en prosa sin demasiada comicidad en el que el narrador interviene en el relato, apela a su lector, llama la atención sobre sus anacronismos (el napalm, el maíz, las figuras de Ernesto Guevara y George Steiner), incluye poemas y juegos tipográficos y no es nada austero a la hora de concebir prodigios: de una gota de sangre surge un niño que recita poemas nacionalistas; en otro pasaje brotan azucenas de unos botones de oro; el ojo del narrador aparece en el cielo provocando el terror de sus personajes; al voltear el catalejo con el que se los observa, los barcos quedan boca abajo y se hunden en el mar, etcétera.Este libro es toda una sorpresa, una epopeya con tonos clásicos, con una buena construcción de la sátira posmodena, donde no deja fuera los anacronismos, siempre poniendo a alcance la historia de la libertad y como lograrla esta. Es libro plagado de poesías, pero sin dejar a un lado la prosa. Esta es la variabilidad de la literatura, experimental, de ir por lindero al cual los escritores no están dado a transitar, es un excelente propuesta.
En sus manos
Comentarios