Cuando el desenfreno deseo del escribir se aposenta en un escritor, que no deja espacio a eso que llamamos descanso, la imaginación es un claro reflejo que de esa pluma saldrán palabras inimaginables para el lector, surgirán narraciones, que como en mucho de los casos sería placentero no buscarle una interpretación, sino dejar que fluya ese rio de página que intenta decirnos algo. Este cuento de Benito Pérez Galdós, el cual lamentablemente no llegó a concluir, por su corte brusco al final, es uno de eso cuento que uno lo comienza, queriendo ir amarrando cabos, pero solo te quedas con el como puede ser.
Publicado en El Imparcial de 1892 nos narra la incertidumbre de un erudito en la ciencia de la aritmética filosófica social, el cual al despertase se sorprende que en su cuerpo le falta la cabeza. Algo horripilante, pero a la vez, algo que nos mueve en el transcurso del relato a preguntarnos, y como diablo, estando vivo se da cuenta que le falta la cabeza, pero más aun, comienza la peor investigación, saber donde rayos había dejado la cabeza. Oír y ver dos funciones esenciales que tiene todo cuerpo, pero este cuerpo estaba sin cabeza donde se reúnen el oír y el ver. Un acontecimiento tratado por un medico como una patología en su total normalidad.
Lo demás se lo dejo a ustedes para que lo lean. Es un relato corto, que de principio te dará mucha curiosidad, aunque al final queden piezas por resolver
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