Ir al contenido principal

A un amigo perdido en "apostasía"

El hombre es una huella errante, va sobre su propia huellas, pisando las huellas de su pasado, lo cual no lo hace diferente, sino un animal que pisa sobre huellas que se van afirmando con el tiempo y dejando rastro, como gusano sobre tierra, los mismos errores. En ese dinamismo en procura de lenificar cada pisada recrea un círculo donde lo vicioso de su lenguaje no modifica su ambigüedad de su discurso. La verdadera realidad con la que se enfrenta, es con su modificado fracaso, con la esencialidad del tiempo que se diluye en cada palabra pronunciada, en su imagen paradójica que altera su testimonio, en el cual los límites de su mundo son los de su lenguaje.

Esa fisura radical, alucinatoria, mística, y en cierto sentido, modelo de purificación, constituye el mayor significante de su discurso. El embellece su lenguaje, lo instrumentaliza, pone en juego un estado lúdico de ascesis radical del signo y arrebatamiento espiritual, dejando escabullir la sonoridad interior de sus huellas, empobreciendo así su posibilidad de lo imaginario, lanzando sus sueños en infinitos suspiros de cambio. Es un puro dibujo del apostata, donde reniega y abjura la fe de su interrogación existencial, es un lapsi de la modernidad bajo la presión social de sus dificultades en crear mundos posibles y fantásticos. La salida y abandono de sus derrotas humorizan sus ilusiones, humedecen su humanidad.

De todo modo, esto significa que lo imaginario de ese apostata, le propina un estatuto, que no se ciñe en sus deseos y aspiraciones, sino en sus angustias y temores. Dibuja en lienzo su timidez o audacia, hace notar que tiene un derecho a la libertad de conciencia. Su esfuerzo de aventurarse en otras posibilidades, le muestra que otras huellas son tan atractivas que las huellas que dejo atrás, y le otorgan la formula anticipada de una abanico, donde las aspas dimensionan lo incomprendido del discurso. La singularidad con que asume su papel frente a sus adversarios de huellas, le muestra la realidad como fundamente de su lenguaje.

El hombre, el apostata, lapsi, son todos fragmentos de un discurso acondicionado a la temporalidad. Dimensionado por el acontecer degastado de la palabra, con la que aspiran los que pisaron y dejaron sus huellas que se borran por sus errores. Te es mejor guardar silencio, sin accesorios retóricos y cambiar la lógica verbal de tu discurso, identificándote contigo mismo, asignándole alquimia a tus acciones, expulsando tus emociones metafóricas, con el fin de buscar un lenguaje tan absoluto que se pueda identificar con tu silencio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter