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Pedro Henríquez Ureña, Errancia y Creacción

En ciertas ocasiones me habían hablado de la persona de Pedro Henríquez Ureña, pero haciendo reversar mis recuerdos, tratando de anclar en las cosas que se me habían dicho, no pude retener muchas informaciones de este gran intelectual dominicano, no fue hasta que llegó a mis manos (lo compré) el libro de Andrés L. Mateo "Pedro Henríquez Ureña, Errancia y Creacción".

Andrés L. Mateo en este ensayo de la vida de Pedro Henríquez Ureña con una ecuesta investigación biográfica, hace trancurrir en cada unas de sus páginas las enseñanzas de este gran hombre de las letras a través de sus cartas la ruta de los periplos que hicieron crear en su vida una de las personalidades más acabada de las letras dominicanas, conjugandose en sí mismo el hombre humanista e investigador incansable. Como nos describe Andrés L. Mateo, su biografía esta impresa en sus libros, en sus aulas, en el trajinar de sus conferencias, en la formación humanísticas de sus alumnos, creandose así mismo leyenda, magisterio y paradigma del mundo americano.

Pedro Henríquez Ureña es en sí mismo una cartografía humana. Es un barco de vapor humano, el cual tiene una sola intensión en su vida, el dejar plasmado su cosmovisión, el dar a mostrar hasta donde es capaz el ser humano para desarrollarse culturalmente. En todos los lugares que visitó, preñó con su saber los grandes centros educativos, grupos culturales de la época. México, Cuba, Estados Unidos, España, Argentina, entre otros. Se puede hablar de República Dominicana entre los paises que admiró grandemente a Pedro Henríque Ureña, pero dada la situación que se venía dando en el país con el régimen trujillista, los sueños de Pedro se vieron emancipados, lo cual tuvo que retornar a la errancia, y en 1933 se marchó a París envuelto en un silencio que lo acompaño por el resto de su vida.

Enrique Krauze: "La contraparte de un destino errante es la intensidad. Si todo es frágil y provisional, hay que robar hora a la noche y días a la semana. No descansar nunca, no dejar nada al azar o al desorden, no diferir. Pedro Henríquez Ureña, Nunca desperdiciaba la ocasión de guiar, enseñar, aconsejar. Su vasto sacerdocio intelectual tuvo dos vertientes claras y complementario: el magisterio y la crítica".

Un ser que se nego a optar por la nacionalidad argentina, manteniendo su nacionalidad dominicana. Siempre vivió con la nostalgia entrañable de su isla lejana. Jorge Luis Borges nos dice: "que trasformó en una metófora de América para poder sobrevivir en su errancia infinita".

El 11 de mayo de 1946, cuando tomó el portafolio con las notas y se dirigió a la Editorial Losana, para luego irse a La Plata a impartir sus clases de literatura, ese signo errante se sellaba con el absoluto de la muerte, y se convertía en lo concavo del espacio y el tiempo, como diría Borges- en metáfora de sí mismo. Cargando el maletín con las notas del profesor abrumado, y los apuntes de clase de sus alumnos, que llevaba como siempre con un rigor y una observación personalizada. Como nos dice el profesor Augusto Cortina: "que a esos de las 12:15, Don Pedro llegó, como de costumbre, tomó asiento en el tren que nos trasportaría a La Plata. Se llevó él a la frente el dorso de la diestra semicerrada y se desplomó a mi lado. Lo miré sorprendido: pensaba que, como otras veces, se proponía dormir un rato. Advertí entonces su rostro ligeramente descompuesto. Después, por cortos momentos, un leve ronquido. Pedí que buscaran un médico, pero todo fue inútil. Nuestro amigo no dio ninguna señal de vida. El diagnóstico: síncope cardíaco".

"Vivio errante y murió errante, y todavia hoy, las relaciones de fuerza de su país natal, la República Dominicana, no ha sentido verguenza por ello. Aquel hombre sencillo, humilde, bondadoso y sabio, que moría aferrado al maletín de tareas, dajaba escapar en el símbolo de su muerte la metáfora de su propio trajinar en la vida. Y allí quedó. No era la muerte la que lo vencía, es que el tren nunca llegó a su destino"

Para conocer más de este gran hombre le recomiendo los cinco tomos: Pedro Henríquez Ureña, Obras completas: Tomo I Ficción, Tomo II Estudios literarios, Tomo III Estudios métricos, Tomo IV Estudios linguísticos y Filológicos, y Tomo V Escritos políticos, sociológicos y filosóficos.

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