Ir al contenido principal

Chindasvinto: Córteselo (cástrenlos), pero a la iglesia no. upsss

Cuando, a veces, escucho esta palabra: castrar o eunuco, siempre me llega a la mente mi infancia. Donde pernotaba cuando pequeño había una granja de cerdos y siempre escuchaba a los dueños: Julián, hay que castrar esos cerdos. La crueldad con que hacían tal procedimiento, era para no volver por esos predios. A pesar de la terrible brutalidad, ferocidad con que ejecutaban dicho evento contra esos animales, era para escandalizar y trastornar todos mis sentidos.

La castración como medio de extracción de los órganos sexuales en los animales domésticos, era lo que veía en esos momentos de infancias, algo cruel, sin sentido, atroz, sin corazón, desprovisto de toda piedad, pero al pasar el tiempo me fui dando cuenta que la castración en los animales, no era propia de aquellos indefensos, sino que dicha práctica era llevada hasta la misma humanidad del hombre.

La historia está plagada de hechos de castración de tiempos inmemorables, que por lo general, eran producto de asuntos religiosos o morales. A los vendedores de esclavos africanos los castraban para incrementar su valor comercial. Era común en Europa la castración de niños cantores, con el fin de que no perdieran la calidad de sus voces en la pubertad, por eso el termino castrati para referirse a los niños del coro de la capilla. Después de una guerra, los vencedores castraban a sus prisioneros, como símbolo de victoria y poder. Hemos escuchado de los llamados eunucos, que estaban al servicio del emperador o emperatriz, eran los guardianes de las zonas de privilegios y cuidados. Ni hablar las prácticas llevadas a cabo por los nazis en los campos de concentración.

Grandes eunucos o castrados de la historia: Ganimedes, asesor de Cleopatra VII, Potino, regente de Ptolomeo XII, Aspamistres, guardaespalda de Jerjes I, el eunuco, funcionario de Candace, que conversa con Felipe, en Hechos 8.26, Cai Lun, a quien se le atribuye la invención del papel, Orígenes, el famoso teólogo de la iglesia primitiva, quien leyó literalmente a Mateo 19.12, se hizo eunuco. Entre otros personajes, no solo antiguos, sino actuales, que es mejor no toca esa tecla, porque hasta presidentes tocas. Je je

Cuenta la historia que el rey visigodo Chindasvinto, siglo VII, usurpó el trono de Tulga, gracias una conjura, por su valentía y energía. En el desarrollo de su dominio decreto la castración de todos los que fueran sorprendió practicando sodomía, pero ni tonto, ni perezoso, esta orden no alcanzaba al clero, pues si eran sorprendido los sodomitas del clero eran perdonados. Algo interesante en esta historia era que la iglesia lo consideraba un gran benefactor, gracias a sus contribuciones y privilegios otorgados a la iglesia, por eso es recordado como el castrado con miedo a la iglesia.

Hay ñeñe, así quien no.

A correr fanático.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Grandes esperanzas (Fragmentos)

«En el primer momento no me fijé en todo esto, pero vi más de lo que podía suponer, y observé que todo aquello, que en otro tiempo debió de ser blanco, se veía amarillento. Observé que la novia que llevaba aquel traje se había marchitado como las flores y la misma ropa, y no le quedaba más brillo que el de sus ojos hundidos. Imaginé que en otro tiempo aquel vestido debió de ceñir el talle esbelto de una mujer joven, y que la figura sobre la que colgaba ahora había quedado reducida a piel y huesos. [...] ―¿Quién es? ―preguntó la dama que estaba sentada junto a la mesa. ―Pip, señora. ―¿Pip? ―El muchacho que ha traído hasta aquí Mr. Pumblechook, señora. He venido a jugar... ―Acércate más, muchacho. Deja que te vea bien. Al encontrarme delante de ella, rehuyendo su mirada, observé con detalle los objetos que nos rodeaban, y reparé en que tanto el reloj que había encima de la mesa como el de la pared estaban parados a las nueves menos veinte. ―Mírame ―me dijo miss