Tomas Álvarez
Bogotá 30 jun (EFE).- En iberoamérica hay 34 millones de
analfabetos absolutos y 110 millones de analfabetos funcionales,
entre jóvenes y adultos. Mejorar los niveles de alfabetización y de
lectura son claves para incrementar los estándares de bienestar de
la población.
La II Acta Internacional de la Lengua Española, celebrada en
Bogotá, ha servido para poner de manifiesto la necesidad de luchar
contra la "brecha educativa" entre el espacio hispanoparlante y los
territorios más desarrollados del planeta, y para recalcar el papel
trascendental que puede desempeñar el sector editorial en ello.
La ciudad colombiana, Capital Mundial del Libro 2007, acogió
entre el 27 y el 29 de junio este importante encuentro internacional
sobre el español, organizado por el Ministerio de Cultura de España,
en colaboración con la Fundación Biblioteca de Literatura Universal
(BLU) y CajaSol.
Este encuentro, que reunió a expertos editoriales de ambos lados
del Atlántico, incidió en la importancia económica del idioma y del
fomento de la industria cultural y profundizó en distintos aspectos
claves para el éxito de una política del libro.
Las estadísticas de la Organización de Estados Iberoamericanos
indican que el 40 por ciento de la población de Iberoamérica está en
la lista de analfabetos funcionales, y la lucha contra esta tara
debe comenzar ya, porque en 2020, cuando en América Latina vivan 664
millones de personas, la tarea será aun más ardua, si perdura el
retraso.
Pero junto al progreso de la política cultural, también se
observa una deficiencia estructural. Las asociaciones de editores y
libreros están aún lejos de ser referencias efectivas para el
diálogo con los Estados. De hecho, los libreros acaban de llevar a
cabo su primera reunión conjunta, y el Grupo de Editores tiene una
historia aún breve.
En esta II Acta de Bogotá se han dado pasos adelante. Una de las
conclusiones más importantes del encuentro es la propuesta al Grupo
Iberoamericano de Editores (GIE) a asumir, frente a los gobiernos de
la región, el liderazgo de un proyecto que fomente la unidad
latinoamericana en la materia, controlando la libre circulación del
libro y demandando a IATA tarifas adecuadas para el flujo comercial.
Richard Uribe, directivo del Centro para el Fomento del Libro en
América Latina y el Caribe (CERLAC), afirmó, al término del
encuentro, que se había avanzado en el refuerzo estructural del
sector.
También se puso de manifiesto la necesidad de una política de
fomento de la lectura y de bibliotecas públicas, iniciativas que
generan un goteo permanente de nuevos lectores.
Se echa en falta, en las conclusiones, una referencia más
decidida al ámbito de las librerías. En algunos países, México es un
ejemplo, apenas existen y en otros se concentran en una reducida
área. En Chile, el 42 por ciento está en la zona de Santiago.
Richard Uribe señaló que apenas podía hablarse de un buen nivel
de librerías en Costa Rica, y eso de un par de años hacia acá, y
explicó que algún gobierno está creando una red propia de librerías,
algo que no deja de ser una medida imperfecta, un parche, porque una
red de este tipo no garantiza una real bibliodiversidad.
Para Uribe, la producción de libros de América Latina es de unos
70.000 títulos anuales, de ellos, unos 20.000, muy válidos para que
circulen por todo el territorio. De momento, el escaso flujo
interterritorial es también otra deficiencia.
El encuentro de Bogotá ha supuesto un avance importante respecto
al primero, celebrado el año pasado en San Millán de la Cogolla (La
Rioja, España), donde se reafirmó el valor económico de la lengua.
En este segundo, se han centrado desde el primer momento los
problemas del ámbito editorial y se han diseñados soluciones.
El tercero, que tendrá lugar en la ciudad española de Huelva el
próximo año, se desarrollará en torno a los ámbitos audiovisuales.
No hay duda de que la iniciativa llegará al ecuador de su
proyecto, con una excelente obra hecha. EFE
tad/rl
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