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Los Cristianismos Derrotados

La penetración de Jesucristo en el entorno social de la humanidad durante los primeros años de actividad evangelística, acarreo de acuerdo a los relatores de los cuatros evangelios una gran fama entorno a su persona. Ya desde antes de su nacimiento, los círculos proféticos judaicos estaban a la espera de ese gran Mesías que haría renacer la justicia, la cual estaba siendo pisoteada por el imperio romano y sus reyes títeres en todo el dominio romano. La forma en que narran los evangelistas su nacimiento, su desarrollo intelectual a corta edad, las señales de ser el hijo escogido de Dios para la salvación durante el bautismo presente a Juan el Bautista, así como las demás señales que lo acicalaron como el mensajero de salvación enviado por Dios, dieron lugar a sobre saltar la figura de Jesús.

Al dejar el escenario huérfano de sus hazañas, tras ser crucificado junto a dos ladrones, el deseo y fin de Jesús subsisto en reguardo en las manos de sus discípulos, los cuales fueron escogidos durante su ministerio. Durante su estadía en ningún momento Jesús dejado en claro la conformación de una nueva religión como hoy nos acostumbramos a llamar cristianismo, cuando hacemos referencia a una de las grandes religiones del hemisferio occidental. Julius Wellhausen: “Jesús fue un judío, no un cristiano” es de sobrada la afirmación en las investigaciones histórica de Jesús, que éste en ningún momento estuvo en su intención el fundar la nueva religión que conocemos hoy, sino que lo que asumimos como cristianismo es una interpretación Jesús, de su doctrina y figura “Jesús era el predicador de la inminente vendida del Reino de Dios; por lo contrario, en el cristianismo, la figura de Jesús y no el Reino, pasa a ocupar el puesto principal”. Es decir, Jesús pasa de ser el pregonador del Reino de Dios a ser el objeto de la proclamación cristiana. El escenario que se encuentra después de la muerte de éste, dio lugar al movimiento cristiano, a la teología cristiana, en suma al cristianismo mismo como entidad homogénea en su sociedad subyugada.

El naciente cristianismo de hombres rurales, grupos que en la medida fueron transformando la cosmovisión de una sociedad anclada en las enseñanzas que los fariseos, saduceos y otras captas que circundaban en Israel y su contorno, dieron al traste que en su interior conglomeraran dos grupos desiguales en ideología: los hebreos, judíos cristianos que habían asumido el mensaje y que desde principio habían participado de las enseñanzas de Jesús con las diversificaciones de la gracia contrapuesto a los referentes de la ley, y teniendo como lengua materna el arameo , y los helenistas, judíos cristianos, que por lo general, habían nacido fuera de Israel, aunque la designación de helenista, se haya utilizado para las personas que, aunque no tuvieran sangre griega seguían y tomaban la cultura y lengua griega, por tal razón a los judíos que vivían en Egipto, Cirene y Siria que asumieron el griego como modo de comunicación se le señalaba judíos helenistas, el apóstol Pablo escribió al respecto según Los Hechos de los Apóstoles 6:1 y 11:20. Esta desigualdad social del cristianismo ideológico hizo radiar una teología orlada a lo ortodoxo, donde regia el total apego a no variación de lo transmitido y un grupo que proponía una nueva interpretación de lo recibido.

Este libro del cual estoy ya haciendo una recomendación: Los cristianismos derrotados ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos heréticos y heterodoxos? del escritor Antonio Piñero, nacido en Chipiona, una localidad de la provincia de Cádiz, en Andalucía (España) fue premiado el 29 de octubre del 2007 con el I Premio de Ensayo Heterodoxo FINIS TERRAE , viene a proponernos una síntesis bien estructurada de la variedad plurarística del cristianismo emergente de los primeros siglos y el desarrollo de la fe cristiana dentro de una notable diversidad. De cómo la Gran Iglesia, como le denomina, le hizo frente a pequeños grupos que quisieron imponer sus criterios teológicos con el fin de acusar el seguimiento heterodoxo y herético de las enseñanzas de sus líderes, que en todo el libro hace una breve descripción de cada uno de ellos.

A fin de cuenta el libro nos desarrolla dentro de la diversidad del cristianismo el enfoque cristológico de la religión. Ebionitas y Nazarenos que negaban que Jesús fuera Dios. Cristianos que negaban a Pablo de Tarso y su doctrina, al que denominaban falso profeta y traidor a Jesús y a la ley de Moisés. Cristianismos proféticos en los que la comunidad era regida no por obispo y presbíteros, sino por profetas, que eran representados por los montanistas y gnósticos del siglo II. De igual modo, el libro desarrolla otros grupos y personas del quehacer teológico que influyeron en la formación y estructura de la Gran Iglesia.

En la introducción el autor reconoce la deuda que tiene con la obra de Bart E. Erhman: Cristianismo Perdidos, el cual fue publicado en español en el 2003, pero Antonio Piñero estable que su libro fue una concepción en síntesis antes de aparecer la obra de Erhman y tiene una estructura y orientación distinta. Gracias al escrito de Erhman pudo delimitar la estructura de la obra. Creo que resultan sobradas las palabras antes emitidas.

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