Ir al contenido principal

Mi genio es un enano llamado Walter Ego

Claudia Hammerschmidt basa su estudio sobre Guillermo Cabrera Infante en la simultaneidad de vaciamiento y remotivación de la lengua; en la de la pérdida y recuperación del control sobre las fuerzas que operan en todo acto de habla; en la de la carencia de poder autorial y la reapropiación retrospectiva del propio texto. De esta manera, desvela una técnica consistente en una constante reescritura, por la cual todos los textos del autor cubano se convierten en un pasaje permanente que permite (y exige) la reinscripción y la reafirmación retrospectiva del mismo autor. Así, la escritura de Cabrera se instala en su propia hibridez de una pretensión de poder autorial sobre las palabras y en un exhibicionismo radical del fracaso de cada intento de expresión para poner en escena una poética de eterno recomienzo que hace renacer al autor como el ave fénix de entre las cenizas.  
Prólogo
Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza
aquí, mi desesperación de escritor [...]. Quizás los dioses
no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente,
pero este informe quedaría contaminado de literaturas,
de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble:
la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infi
nito [...]. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que
transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin
embargo, recogeré.
                                              Jorge Luis Borges,"El Aleph"
Una de las características de la llamada modernidad literaria es la discusión, inmanente a los textos, de las posibilidades miméticas de la escritura.1 Hacia 1900 la práctica de una escritura que refl eje la teoría lingüística, la autorrefl exión como apriorismo de cualquier texto, la discusión sobre lo insostenible de un discurso referencial o de la dimensión mimética de un texto no se limitaba al lenguaje de la literatura, y en especial al de la novela, sino que el lenguaje en sí se descubrió como incapaz de representar la ‘realidad'; hasta la ‘realidad extratextual', el llamado mundo real, fue considerado como producto del lenguaje.  
La insistencia estructuralista en la arbitrariedad de la relación signo-mundo, así como la saussuriana diferenciación entre significado y significante, son el reflejo de un planteamiento filosófico y teórico que se desvió de la concepción tradicional sobre la posibilidad de descubrir ‘la' verdad, y que (re)conoció todo enunciado definitivo sobre la realidad como inevitablemente provisional, inadecuado y falso. De este modo, por una parte, la realidad como tal empieza a ponerse en tela de juicio, y por otra el nietzscheano carácter engañoso del lenguaje va pasando al centro de mira. El lenguaje es siempre ‘mentira', de modo que acostumbrarse al carácter metafórico del lenguaje hace que la metáfora retórica misma parezca verdad.
     Esta aporía lingüístico-filosófica se intensifi cará aún más en el proceso literario mediante una consciencia formal del lenguaje que, sobre todo en el género narrativo, descubre como aporía el utópico intento de la representación mimética en el "discours du récit" mismo. La ‘forma' lingüística tampoco está sujeta a la voluntad de un sujeto autónomo que la represente: el lenguaje se escapa al control de su autor, de manera que el texto no es fruto de la voluntad autorial, sino que el propio autor se convierte en víctima de su lenguaje. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Carta de Manuela Sáenz a James Thorne, su primer marido

No, no y no, por el amor de Dios, basta. ¿Por qué te empeñas en que cambie de resolución. ¡Mil veces, no! Señor mío, eres excelente, eres inimitable. Pero, mi amigo, no eres grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar; dejar a un marido sin tus méritos no seria nada. ¿Crees por un momento que, después de ser amada por este general durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? Sé muy bien que no puedo unirme a él por las leyes del honor, como tú las llamas, pero ¿crees que me siento menos honrada porque sea mi amante y no mi marido? No vivo para los prejuicios de la sociedad, que sólo fueron inventados para que nos atormentemos el uno al otro. Déjame en paz, mi querido inglés. Déjame en paz. Hagamos en cambio otra cosa. Nos casaremos cuando estemos en el cielo, pero en esta tierra ¡no! ¿Crees que la solución es mala? En nuestro hogar celestial, nuestr

La extraña muerte de Fray Pedro

En 1913, el nicarag ü ense Ruben Dario presenta este cuento, el cual relata la historia de un fraile que muere en nombre de la ciencia. Un ser pertubado por el maligno espiritu que infunde la ciencia, el cual fragmentaba sus horas coventuales entre ciencia y oracion, las disciplinas y el laboratorio que le era permitido. Con este texto, Ruben Dario, deja en claro que la fe es un acto de fidelidad, que se sobreentiende en el corazón sin pasar por la cabeza. “No pudo desde ese instante estar tranquilo, pues algo que era una ansia de su querer de creyente, aunque no viese lo sacrilegio que en ello se contenia, punzaba sus anhelos” Toda la historia tiene lugar en el cementerio de un convento, cuya visita va dirigida por un religioso. la guia advierte a sus seguidores sobre la lapida de Fray Pedro, personaje central del cuento. Un personaje “flaco, anguloso, palido” e incluso de espiritu perturbado cuya desgracia se veia venir con su sed de conocimiento. El fraile persuade a

Donna Tartt, el vuelo entre la alta y la baja literatura

Por su primer título,  El secreto  (1992), Donna Tartt  (Greenwood, Misisipí 1963) recibió un adelanto de 450.000 dólares (el equivalente sería hoy una cifra muy superior), caso insólito en alguien que no había publicado aún nada. Antes de salir el libro, un  extenso perfil aparecido en  Vanity Fair  predijo la fama de la autora, anunciando la irrupción en el panorama de las letras norteamericanas de una figura que supuestamente borraba la distancia entre la alta y la baja literatura. Confirmando las esperanzas puestas en ella por sus editores, “El secreto” vendió cinco millones de ejemplares en una treintena de idiomas. Las críticas fueron abrumadoramente favorables, aunque no hubo unanimidad con respecto al diagnóstico de  Vanity Fair.  La primera novela de Donna Tartt es un thriller  gótico que lleva a cabo con singular habilidad el desvelamiento de un misterioso asesinato perpetrado en el departamento de lenguas clásicas de Hampden College, institución universitaria de carácter