La lección del maestro del escritor y critico literario neoyorkino Henry James, nos encausa por la componenda de tres personajes, que de algún modo compulsan y visualizan la ambigüedad humana de quien relata esta pequeña obra. Tres personajes que tienen algo en común: la literatura, pero que de algún modo deja en claro la decadencia de uno, el cual es la admiración de la juventud de los dos restantes. A esta corta novela le han hecho una aproximación meta-literario o meta-humano en relación con el autor, ejemplo sobretodo por el descolgado estilo que fue asumiendo en sus días finales, en un claro ejemplo de comparación con las producciones literarios posteriores, donde el escritor asumía las oraciones largas y los muy recabados paisajes, los cuales a la larga lo hicieron cambiar de estilo cuando comenzó a utilizar amanuense.
Es una novela de escasas imágenes descriptivas, obviando el primer capítulo, donde queda por exceptuado la oralidad de simbolismo. Esta referencia esta ligada al cambio de estilo que asume en sus días finales, pues consideraba que la literatura o la mera conversación entre dos personajes era mas bien el espacio confesional entre dos personas habituado de inteligencia. El texto nos habita, nos prepara a asumir lo breve que con insistencia el autor va relatando en todo el escrito. El escritor nos hace aventurar en la perdida de cualquier experiencia de descripciones, que sustituya lo imaginario, nos acomete, nos induce con el errante estilo de un lenguaje heredado por la brevedad de las oraciones.
El iniciado en los caminos de la literatura, el joven Paul Overt, quien ante la curiosidad de saber quiénes eran aquellos personajes que pierden toda identidad en la distancia, tiene solo un objetivo, conocer al consagrado y decadente escritor Saint George, a través de la encantadora joven, Founcourt. Saint George ve una promesa de las letras en el joven Paul Overt, donde el neófito en el transcurso de la novela se siente sorprendido de que Saint George haya leído su libro, busca posibles interrogantes para saber cuando este admirado escritor había leído su escrito, y donde cree encontrar las respuestas en las conversaciones sostenida entre Saint George y la joven Foucourt, de la cual sentía una traza mas allá de lo habitual.
La sala de fumar en Summersoft fue el escenario para la primera partida de otras tantas entre Saint George y Paul Overt , donde el impresionismo alborozado, como así lo expresa nuestro escritor, sobrecogió a Paul Overt. Las conversiones del Maestro y Overt dejan al descubierta la interioridad del primero, quien aconseja al neófito a renunciar al mundo y sus distracciones que es el mejor camino para lograr hacer una buena literatura, a no encausarse por la mediocridad de las producciones, por el inmediatismo que tienen muchos en querer colgar unas líneas donde deja en el vacío la esencia intelectual, la profunda reflexión y atrevimiento de no ser igual al monto. Estas privaciones o renuncias pueden apreciarse en el mismo coloquio, cuando el consagrado y modelo de Overt le dice: “Bueno, sabe usted, yo no fumo, mi mujer no me deja” aunque le da todo el crédito al accionar de la mujer.
La lección del maestro es un acto de lectura que ha de ser una provocación que deslinda entre la necesidad de sobresalir del monto, que nos formula la vocación por entero a lo que hacemos. Nos arrebata, nos obliga, según el consejo, a la ortodoxia de lo que hacemos, a contribuir a perder la dinámica diaria en la cual nos movemos. Aunque no estemos de acuerdo con el consejo de George, pero si a recrear el ejercicio dinámico del discurso que queremos hacer brotar. Debemos tener en cuenta que la literatura traza grandes estadios pero deja en la invisibilidad las huellas, y esa invisibilidad será lo significante que anula el distanciamiento entre tu y el monto.
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